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Israel J. Espino

Extremadura Secreta

Nuestros dioses: Belona la Peleona

Ilustración: Borja González Hoyos/

 

En Extremadura hemos adorado a todo lo que se mueve. Y a lo que no, también. Hay que tener en cuenta que hace siglos Lusitania era mucho más cosmopolita de lo que somos ahora, y lo mismo rendíamos culto a los dioses celtas que a deidades romanas, egipcias o fenicias.

 El culto de la diosa fenicia Bellona o Belona se asocia con la diosa Ma, Diosa madre oriental, y asegura García Bellido que son seguramente sus cultos orgiasticos los que hacen que su fe se difunda entre la soldadesca. Los soldados la llevan a Italia, y de allí a España, propagándose por el norte de Extremadura debido a su parecido con alguna diosa local.

 Belona se romaniza como diosa gemela de Marte, a veces compañera, en ocasiones hija,  y curiosamente solo se la venera en Lusitania como a Ma-Bellona. Concretamente, y como demuestran los epígrafes recogidos por José Salas,  en Mérida, Trujillo, Herguijuela,  Madroñera y Valencia de Alcántara o Aceituna rinden culto nuestros antepasados a esta diosa guerrera y temible que se encarga, ayudada por la Eris (La Discordia), Fige (la Huida) y Fobos (el Terror), del aprovisionamiento y preparación del carro de guerra de Marte.

 Pero de los tres, su compañera inseparable es la Discordia, desterrada del cielo a causa del “mal rollito” que crea entre los dioses. Digna de los mejores pintores, se aparece con una cabeza llena de serpientes en lugar de cabellos, llevando en una mano una antorcha y en la otra un puñal.

¿Carnavaleras extremeñas o Belona y Discordia? (Foto: Jimber)

¿Carnavaleras extremeñas o Belona y Discordia? (Foto: Jimber)

 Belona no le anda muy a la zaga en cuanto a estética.  Suele aparecer en lo más reñido del combate,  con los cabellos sueltos y despeinados, armada con un látigo ensangrentado con el que fustiga y enardece el coraje de los soldados. Otras veces se aparece armada de pies a cabeza, sujetando en su mano una antorcha encendida o los rayos de la guerra.

Sus sacerdotes, llamados belonarios, llevan cascos cubiertos de piel velluda, y campan a sus anchas por nuestros campos. En las fiestas que se dedican a su diosa recorren las calles enloquecidos, esgrimiendo en las manos espadas o cuchillos con los que se destrozan el cuerpo unos a otros.

 

Cuando han terminado sus ritos, el pueblo se apretuja a su alrededor para consultarles, y sus respuestas son consideradas oráculos por nuestros abuelos.

 Poco nos ha quedado de la insigne y despeinada Belona, a no ser que escarbemos en la etimología, y descubramos así que de ella nació la palabra “beligerante” (literalmente: ‘que está en guerra’).

 Beligeremos, pues, por rescatarla del olvido, (al menos en las letras, que batallas nos sobran).

 

 

Leyendas y creencias de una tierra mágica

Sobre el autor

Periodista especializada en antropología. Entre dioses y monstruos www.lavueltaalmundoen80mitos.com www.extremadurasecreta.com


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