Hace muchos, muchos años, un terrorífico monstruo atemorizaba la Alta Extremadura. Su insaciable apetito y su extraño aspecto hizo que Publio Hurtado nos hablara de él en 1902. Era El Drago, un ser monstruoso que habitaba en mitad del camino que conduce desde Pozuelo de Zarzón a Santa Cruz de Paniagua. “A unos doscientos metros a la izquierda de la vía y en el cerro de la Bardera –afirma Hurtado- hay un enorme peñasco de forma cónica, con un apéndice que parece el trozo de un puente de un solo ojo, que mide tres metros de alto por dos de ancho y de cuya clave pendía una enorme argolla de hierro. Subiendo un poco por las sinuosidades de la peña se ve una caverna medio oculta en las angulosidades de la pizarra, denominada El Horno del Drago”.
Este Drago era un gigante monstruoso, con cabeza y brazos de hombre y el resto del cuerpo de basilisco. Cuando tenía hambre daba unos bramidos tan fuertes que se oían en dos leguas a la redonda y atemorizaba a los habitantes de la comarca, quienes, para aplacarlo, le llevaban una vaca o varios carneros que el monstruo mataba y colgaba de la argolla. Después se los comía crudos y como no le duraban más que un día las ofrendas tenían que ser diarias.
Pero si sorprendentes son la magnitud del monstruo y sus pantagruélica dieta, más prodigioso aún resulta su origen, ya que según recoge el historiador Domínguez Moreno fue engendrado mediante la cópula de la cueva denominada Horno del Drago y la Peña Picuda, una roca de connotaciones fálicas que se halla en sus proximidades.
La Peña del Drago, según nos cuenta Sixto Rivas, de la pedanía de El Bronco, en realidad se trata de dos peñascos ubicado en los más altos del cerro. En uno de ellos se encuentra la cueva o guarida, que concuerda totalmente con lo afirmado por Publio, pero donde ya ha desaparecido la enigmática argolla.
En la otra colindante se halla lo más llamativo del lugar, el “horno”, un curioso hueco en el interior de la roca, formado por capricho de la naturaleza, con semejanza a los hornos tradicionales. Su pequeña boca semejante a un trapecio, está a unos dos metros y medio del suelo y sus dimensiones interiores son de unos tres metros de largo por dos de anchura y casi un metro de altura, que presenta signos evidentes de haber sido utilizado.
De hecho, la cueva o guarida del mitológico “drago”, sirvió de refugio en distintas épocas a bandoleros y malhechores, debido a que por su posición estratégica se domina todo el entorno, ofreciéndoles por ello aparente seguridad.
… y cuando ya no le quedaban reses por comer, se zampó a los extremeños. (Jimber para Extremadura Secreta)
Y una vez localizada y explorada su guarida volvamos al Drago y a su discutido final. Según Publio Hurtado, su enorme voracidad termina con la ganadería de la comarca, y no quedando reses por engullir, acomete y se come a los habitantes de la Alta Extremadura. Cuando da fin con ellos, baja a la provincia de Badajoz y hace lo mismo. Luego despuebla Andalucía y por último, siempre buscando alimento, pasa a África, de donde no volvió jamás.
Sin embargo, otras versiones recogidas por el antropólogo Flores del Manzano con posterioridad indican que el insaciable Drago, después de pasar un tiempo desolando las tierras africanas, regresó a estos lares extremeños, donde murió de inanición al no poderse llevar ya casi nada a la boca. Y apuntan que eran tales sus dimensiones que de sus huesos se hicieron las vigas de prensar de todos los lagares aceiteros de la comarca.
Otra versión de trasmisión oral acerca de la naturaleza de El Drago, recogida por Sixto, menos fantástica y más prosaica, señala que el monstruo en realidad era una persona que en la antigüedad había enloquecido, tomando una actitud agresiva, por lo cual sus familiares lo tenían confinado en la referida cueva, amarrado con una cadena a la referida argolla, desde donde emitía gritos aterradores. Éstos le llevaban comida y fueron los que extendieron la leyenda de la existencia del “monstruo”, para ahuyentar y mantener alejado a vecinos o curiosos.
Personalmente me quedo con la primera versión, por mitológica y legendaria. Y porque en ella, al menos, sólo aparece un monstruo.