Mi primer contacto con esta especie fue cuando yo era pequeña, era otoño y salimos a coger espárragos por Burguillos del Cerro cuando de repente mi padre se detuvo ante algo, en ese momento nos lo presentó, era un Búho Real (Bubo bubo) que yacía en el suelo, pobrecillo, nos dio muchísima pena, pero para alegrarnos un poco, mi padre nos contó una historia que le contaba su abuelo de pequeño. Decía que un día un búho se posó en un fresno, y el duende que habitaba en él entabló conversación con este búho llamado Bubo, de tal forma que se hicieron muy amigos, desde entonces Bubo visitaba todas las noches este árbol. Un día el duende, le propuso a Bubo que fuera el rey de la noche ya que era el animal más inteligente y podría solucionar todas las disputas nocturnas, Bubo acepto y desde entonces en el bosque por las noches hubo paz y armonía, con lo cual los pájaros pudieron dormir mejor y cantar más fuerte durante el día y a partir de ahí el bosque se volvió un lugar colorido y animado.
Después de esto y gracias a AMUS (Acción por el Mundo Salvaje) he tenido la oportunidad de ver, sentir y tocar este fantástico animal de grandes ojos amarillo-anaranjados. Aún recuerdo mi primer día de prácticas, en el que me dieron la gran oportunidad de poder liberar un individuo de esta especie, liberé una hembra, ¿sabéis en que se diferencia del macho? Pues son iguales aunque las hembras son de mayor tamaño.
A este centro también llegan pollos de búhos que parecen preciosos peluchitos, la gente los suele coger del nido pensando que han sido abandonados y en el mejor de los casos los llevan a la guardia civil o a algún centro de recuperación, de donde pasado un tiempo son liberados. En otras ocasiones los intentan cuidar en casa sentenciándolos a muerte, ya que la mayoría no los alimentan adecuadamente y acaban muriendo.
El caso de búho real que más me ha impactado fue uno que ingresó en el centro el pasado mes de noviembre, el cual llegó herido por un cazador imprudente, desgraciadamente este no es un caso aislado. Tenía incrustado en su cuerpo 18 perdigones de un disparo que le ocasionó distintas fracturas. Este fue tratado de acuerdo a las lesiones que presentaba y gracias a la rápida acción de los veterinarios del centro se pudo recuperar.
Son varios los autores que coinciden en que sus principales causas de muerte son la persecución directa (disparos, destrucción de huevos y pollos nidícolas), la electrocución debida a los tendidos eléctricos de media tensión, y a los choques con vallas y alambradas. Entre las causas de mortalidad no natural menores hay que señalar el atropello y el choque con cables de alta tensión.
Ya saben, si quieren que siga reinando la paz en la noche no disparen a especies no cinegéticas y no pongan alambradas con espinos de esta forma viviremos en perfecta armonía.