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Extremeño en Haití

Panamá, para los que quieran hacer de nuevo las Américas

Isla desierta en el archipiélago de San Blas, en Haití. / Jesús A. Serrano

Isla desierta en el archipiélago de San Blas, en Panamá. / Jesús A. Serrano

Trabajar en un país como Haití, intervenido por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas e inmerso en el caos de su propia reconstrucción tras el seísmo del 2010 que aún muestra visiblemente los daños provocados en el país, os puede hacer suponer las adversidades, privaciones dificultades y estrés que afrontamos diariamente.

Para combatir todos estos efectos, los trabajadores de las Organizaciones Internacionales en misiones de paz tienen derecho al llamado “Rest and Recuperation” (Descanso y Recuperación).

Cada cierto tiempo que, dependiendo de la dureza del país, puede oscilar entre 4 y 12 semanas, se nos concede un mínimo de 7 días para salir del país y poder disfrutar de una vida normal.

Pasear por las calles de una ciudad, la tranquilidad de un café mientras se lee el periódico en un bar, salir a ver escaparates con tu novia o, simplemente ir al cine con amigos, son sólo algunas cosas que, viviendo en Haití, toman un valor incalculable cuando se pierden en el día a día.

De esta manera, mi trabajo me ha permito viajar más de lo que hubiera deseado en los últimos dos años: República Dominicana, Estados Unidos, Suiza, Italia, Francia y España han sido destinaciones frecuentes en mi pasaporte. Así, preso de las ganas de conocer un poco más el continente americano, en mi último R&R (Descanso y Recuperación) decidimos visitar Panamá.

Al principio era un poco escéptico acerca del país que venera al explorador jerezano Vasco Núñez de Balboa y desde el que descubrió el Mar del Sur, hoy conocido como océano Pacífico. Mi idea era que en Panamá no había más que un Canal, sin embargo he de decir que me equivocaba por completo.

 

Trasantlántico cruzando el Canal de Panamá. / Jesús A. Serrano

Trasantlántico cruzando el Canal de Panamá. / Jesús A. Serrano


La conexión de dos mundos.

De fama mundial es el Canal de Panamá, una obra de ingeniería considerada la octava maravilla del mundo que conecta el Océano Pacífico al Atlántic,o y por el que pasan más de 180 rutas marítimas.

De media, cada embarcación que desea cruzarlo tiene que pagar alrededor de 100.000$ y cada día hay más de 40 barcos esperando su turno. Un taxista me contaba que, con los ingresos del Canal ,cada ciudadano tendría derecho a un millón de dólares cada año si tan ingente fortuna se repartiera.

Los panameños son conscientes del valor de la selva tropical que mantiene vivo el canal y su respeto por la naturaleza es extremo. En el centro de la ciudad se puede visitar un parque en plena selva tropical donde no es difícil contemplar más de 180 especies de aves, monos, cocodrilos, tortugas y roedores de todo tipo.

 

Carteles advirtiendo de la presencia de cocodrilos paseando por la zona. / Jesús A. Serrano

Carteles advirtiendo de la presencia de cocodrilos paseando por la zona. / Jesús A. Serrano


Panamá además posee islas en el Pacífico de una belleza absoluta, muchas de ellas habitadas hace siglos por piratas españoles donde contaban el oro y las perlas encontradas en esa zona del océano. De un valor histórico inimaginable es el archipiélago de San Blas en la costa caribeña, compuesto de más de 360 islas y habitado por el pueblo indígena Guna Yala.

Las puestas de sol, los paseos por islas diminutas de fina arena blanca, el universo marino que se puede descubrir buceando a no mucha profundidad y la cultura milenaria de los Guna Yala hacen de este lugar un sitio paradisiaco apenas tocado por la mano del hombre.

Panamá es más que un canal

Panamá es un país que a día de hoy tiene un crecimiento del 10% y una tasa de paro que no llega al  5%, ostentando uno de los niveles de desempleo más bajos de toda América Latina. Hay trabajo para todos y así se nota por las calles: Anuncios buscando personal en la mayoría de las tiendas y los periódicos llenos de oportunidades en la sección de trabajos.

A su vez, la vida cotidiana es muy barata. Un taxi para atravesar la ciudad no llega a los 10$, y un billete de autobús cuesta 25 céntimos. El IVA es sólo del 10% y las casas en el centro de la capital, Panama City, con vistas al Océano Pacífico cuestan una media de 500.000$.

Pasar 10 días en el país no dan para mucho, pero sí para darse cuenta, hablando con extranjeros y panameños, de que muchos europeos se han instalado en diferentes puntos de Panamá para dar la espalda a la crisis en busca de un futuro mejor.

Abrir tu propia empresa cuesta muy poco (unos 700$), y el Estado panameño tiene acuerdos con 24 países, a los que llama amigos, para facilitar visados de hasta 10 años sin muchas complicaciones. Una cosa en la que todos están de acuerdo es que hablar inglés, además de español, es fundamental para facilitar la búsqueda de un buen trabajo.

 

Vista de la ciudad de Panamá. / Jesús A. Serrano

Vista de la ciudad de Panamá. / Jesús A. Serrano


Más de 500 años atrás descubrimos un nuevo continente lleno culturas indígenas, fauna, flora y minas de oro que hicieron de España uno de los mayores imperios económicos de la época. Quizás para muchos ahora sea de nuevo una buena ocasión para hacer las Américas…

 

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Sobre el autor

Periodista, reportero y editor en diferentes medios internacionales. Desde hace 2 años trabajando en el departamento de comunicación de la Misión de Paz de Naciones Unidas en Haití. Viajero compulsivo, amante de las lenguas y culturas lejanas pretendo compartir lugares, sabores, experiencias, trabajos, noticias y pasiones. Un punto de encuentro en el mundo...


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