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Las grullas, el viaje del frío

Sus rutinas comienzan con el amanecer, antes de que el sol emerja, ya llevan  tiempo “cantando” emitiendo su característico vocingleo. / A. B.

Sus rutinas comienzan con el amanecer, antes de que el sol emerja, ya llevan tiempo “cantando” emitiendo su característico vocingleo. / A. B.

A noviembre le gusta difuminar los paisajes con neblinas.

La dehesa entonces se despierta con una finísima cortina color gris lluvia, que enmudece los verdes; al fondo la silueta de encinas y alcornoques se mantienen enhiestas. Y de repente resuena el sonido de trompeteos, un vocingleo constante que se contagia por toda la campiña, una y otra vez. Es entonces cuando emerge con cierta elegancia el ave que vino del frío: la grulla, una zancuda que decora con sus vuelos la naturaleza extremeña.  Enormes aves que dibujan la vida con su abundante presencia; convirtiendo esta región, aún más, en un paraje extraordinario.

Las grullas ya están en Extremadura, pero hasta llegar aquí estas aves han tenido un periplo muy especial. Es a principios de septiembre, cuando miles de grullas comienzan su particular viaje del frío desde sus tierras de origen, en el Norte de Europa,  donde han pasado la primavera y el verano.

Durante ese tiempo, las grullas se han amado entre aguas y vegetación de pantanos; y criado con esmero a sus pollos.

Un buen día, y tal vez alentadas por la luz del sol-que comienza a menguar-, o por las temperaturas, -o simplemente porque quieren-, comienzan a hacer caso a su instinto y emprenden el vuelo desde sus poblaciones nativas en el norte: Finlandia, Escandinavia, Países Bálticos, Rusia…

Con extraordinaria organización se agrupan en bandos más o menos numerosos. Son especies muy gregarias,– el grupo le da seguridad-. Eso sí, son muy románticas, las parejas son monógamas, y son unos padres extraordinarios. Los ornitólogos dirían: con una gran inversión paternal con su prole.

No es extraño que su nombre científico sea onomatopéyico (Grus grus), casi igual que el sonido que emiten./ A. B.

No es extraño que su nombre científico sea onomatopéyico (Grus grus), casi igual que el sonido que emiten./ A. B.

Comienza entonces uno de los éxodos más asombrosos de las aves migratorias. Miles de grullas cruzan el cielo de Europa, navegando por un mar de aire y escribiendo letras en el cielo, – sí, porque cuando vuelan van dibujando la forma “V”: un comportamiento, que permite tener un vuelo más aerodinámico, a la vez que la grulla “piloto”, va siendo reemplazada, para que no se canse mucho, por otras, en una sincronización perfecta-.

Las grullas que vienen a Extremadura tienen su propio itinerario. Emulando las líneas aéreas diríamos que estas “patilargas” siguen el siguiente circuito aéreo:  Despegan en diferentes y pequeños aeródromos de Suecia; siendo el más importante el “aeropuerto” del Lago Hornborga,- es el más solicitado por su duty free-. El primer “trasbordo” será en la isla alemana de Rügen,- si hay mucho “tráfico aéreo” se les desvían a la zona del río Oder-.

Tras un periodo de avituallamiento y repostar los vuelos se reanudan. Aquí suele haber un aumento del contingente de “pasajeros grulleros” -y también overbooking-. Aumenta la demanda de “viajeros” y los “aviones” despegan hasta el siguiente destino en la región francesa de los lagos Der y Chantecoq, aterrizando algunos “aeroplanos grulleros” en el suroeste de Francia, concretamente en la zona de las “Landes de Gascogne” : –Algunos “pasajeros grulleros” les gusta quedarse aquí, cuando el tiempo es bueno y las ofertas hoteleras son atractivas-.

La mayoría reanudan los vuelos y cruzan los Pirineos. Haciendo parada en la laguna aragonesa de Gallocanta. Parando también en Villafáfila en Zamora. Otras se quedan aquí por la belleza, los buenos restaurantes, y servicios de las terminales de este “aeropuerto”. Pero las más aventureras, -casi la totalidad-, despegan para continuar el vuelo hasta aterrizar en Extremadura: en los ” aeropuertos de las dehesas y embalses“.

Por fin, a finales de octubre y principios de noviembre, las grullas están entrando en Extremadura, han volado a unos 45 kilómetros por hora, más o menos, y una distancia aproximada de 3.000 kilómetros, eso sí, volando siempre de día ya que son muy precavidas.

Una vez en Extremadura, a las grullas les gusta dormir su sueño de invierno. Siendo esta región el área más importante de invernada de la grulla común de toda Europa. Las poblaciones durante la invernada se distribuyen entre Cáceres y Badajoz: (-no me gusta dar cifras, porque estoy convencido que nadie lo sabe con exactitud, pero rondarán las 90.0000-).

De lo que sí estoy seguro es que en otro tiempo fueron muchas más, antes de perderse el bosque para dar paso al regadío; o los cambios constantes del aprovechamiento agrícola. Pero se han adaptado bien a ese empeño del hombre de modificarlo todo. Es la virtud que tiene la naturaleza.

El viaje ha sido muy largo y tienen que descansar. Durante el otoño y el invierno, adornarán, con sus colores grises, siluetas estilizadas, vuelos eternos, y sonidos, los paisajes extremeños.

En Extremadura las grullas duermen su sueño de invierno y adornan el paisaje. A. B.

En Extremadura las grullas duermen su sueño de invierno y adornan el paisaje. A. B.

Sus rutinas comienzan con el amanecer, antes de que el sol emerja, ya llevan  tiempo “cantando” emitiendo su característico vocingleo. Sonido éste que no se apagará hasta que se marchen. Es un método de comunicación entre padres e hijos o congéneres, avisando de peligros, o para ubicar el grupo en vuelo, para alguna grulla rezagada. No es extraño que su nombre científico sea onomatopéyico (Grus grus), casi igual que el sonido que emiten.

Su primera actividad será el alimentarse copiosamente. Durante el día volaran en grupos pequeños a la dehesa, ese bosque mediterráneo aclarado y domesticado  por el hombre, allí se alimentarán de bellotas, grano de cereal, pipas de girasol, incluso algunos invertebrados, etc. También visitarán los campos cerealísticos, los arrozales… Es en estos hábitats donde más se aprecia su tamaño con sus más de 120  centímetros de longitud ,y entre  200 y 230 centímetros de envergadura alar.

Durante todo el día van de allá para acá, una y otra vez, cambiando de zona, en busca del sustento, sin dejar de vocinglear claro está; y mezclándose con el paisaje.

Antes de que el sol se agote ya vuelan en fila india para ir a dormir. Los dormideros, la gran mayoría, se encuentran próximos a zonas húmedas, -tal vez como recordando el lugar dónde nacieron-. Charcas, embalses, o incluso ríos, son el ecosistema elegido. Algunas duermen en las orillas y otras prefieren pernoctar dentro del mismo agua, táctica esta última realizada para evitar posibles depredadores.

Durante su estancia aquí, los más jóvenes, que son fácilmente reconocibles por carecer de los ropajes de sus progenitores, no se separarán de sus padres. Componiendo los típicos grupos familiares.

Durante su estancia aquí, los más jóvenes, que son fácilmente reconocibles por carecer de los ropajes de sus progenitores, no se separarán de sus padres. Componiendo los típicos grupos familiares./ A. B.

Durante su estancia aquí, los más jóvenes, que son fácilmente reconocibles por carecer de los ropajes de sus progenitores, no se separarán de sus padres. Componiendo los típicos grupos familiares./ A. B.

Será a partir del “Idus de Marzo”, cuando se rompa la relativa calma de la colonia con los bailes de cortejo. -Son comportamientos prenupciales, donde las parejas hacen votos de amor, viviendo un nuevo noviazgo-.

Los jóvenes reproductores, también buscan aquí a su posible pareja, se convierten entonces, los campos extremeños, en una especie de Celestina. Las danzas de enamoramientos, son espectaculares: bailan dando círculos o zigzagueando, moviendo y batiendo sus alas a la vez. Se paran de repente y saltan hacia arriba con las alas abiertas, y las patas hacia adelante, moviendo espasmódicamente el cuello,  cogiendo vegetación con el pico y lanzándolo hacia arriba. Todo esto aderezado con su ya consabido vocingleo. Y todos parecen contagiarse del baile del amor.

Danza que se convertirá en despedida. El viaje de vuelta a casa será más corto que la venida. Volverán a sus tierras, donde se unirán las parejas reproductoras para nidificar, y esperar al próximo año para volver a realizar el viaje del frío.

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