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El contador de las nubes de otoño

 

Cómo describir un cielo de finales de otoño, tal vez diciendo:”nubes con prisa que lo abarcan todo. Diáfanas masas de vapor con alma  color gris lluvia.  Peculiar pizarra emborronada que genera formas caprichosas. Y, de fondo, un tono azul océano tranquilo, inmensamente reposado”.

Nubes con prisa que lo abarcan todo. Diáfanas masas de vapor con alma gris lluvia. Nubes sobre Ibores-Villuercas©Andrés Bernal

 

Todos somos viajeros,lo que ocurre es que sólo unos cuantos ejercen. Los viajes te hacen sentir, aún más, las escenas más cotidianas, los paisajes más simples, las luces más cálidas,..,o los cielos preñados de nubes. En el infinitivo de viajar hay que aprender a observar. Por ejemplo, cómo describir un cielo de finales de otoño, tal vez diciendo:”nubes con prisa que lo abarcan todo. Diáfanas masas de vapor con alma color gris lluvia. Peculiar pizarra emborronada que genera formas caprichosas. Y, de fondo, un tono azul océano tranquilo, inmensamente reposado”. 

En los constantes trasiegos que hago por la geografía extremeña se conoce a gente muy especial. Álvaro es uno de ellos, es pastor de cabras y “contador de nubes”-el verdadero-. Vive entre robles, a los pies de las estribaciones de Gredos, rodeado de un inmenso bosque de ladera de montaña. Todos los días carea a sus cabras veratas por veredas marcadas por su constante uso. Junto a él, le acompaña siempre: un enorme mastín marrón, dos inquietos perros de careo, y un beatífico burro que viste con alforjas donde transporta su almuerzo:  el mendrugo de pan, chorizo, queso,…,-chicha y pan-como dice él. Pero también acarrea un curioso y gran espejo, que coloca meticulosamente en los lomos de la acémila.

Subir en este tiempo- a finales de noviembre– por una ladera de montaña nos ofrece robles y castaños sin el menor pudor “despelotados” de hojas. Ya en la cima, cuando llegamos a nuestro destino, y mientras las cabras ramonean, el pastor se sienta al amparo de un centenario castaño;  y , sin decir nada,- como en casi todo el camino-, saca sus peculiares aperos. Primero coloca su espejo en el suelo, siempre con una apacible tranquilidad y mucha delicadeza.

A él le gusta otear el cielo, las nubes, y sentir el viento,…,pero sobre todo le agrada contar las nubes. Tiene diferentes métodos de observarlas y posturas, y  como dice él son: “recostao”, “sentao”, “tumbao”, “en el suelo, panza arriba”. Pero la manera más curiosa que tiene de escudriñar el cielo, es cuando se echa boca a bajo (por eso trae el espejo), qué apoyándolo en el suelo, refleja cómodamente una visión general de toda la cúpula añil. Es muy original, sin duda alguna. Lleva, también, un cuaderno de tapas duras y de hojas cuadriculadas color sepia, donde anota, con un consumido lápiz, todas las diferentes nubes que va viendo.

Las dibuja todas, sus diferentes formas, la variedad de colores, anota la altura en las que se encuentran y , sobre todo, las censa. En su cuaderno pude leer con una caligrafía de cuartilla:

 

Hoy la cosecha de nubes ha sido provechosa: Nubes altas, situadas a más de 8 km. Valle del Jerte.©Foto Andrés Bernal

 

Hoy la cosecha de nubes ha sido provechosa: las nubes altas, situadas a más de 8 km. de altura. Aquí he visto tres tipos de familias: Los cirros, nubes solitarias que parecen plumas, a veces con ganchos, hebras, o penachos -son bocetos de nubes-. He visto también cirroestratos que parecían velos finos y claros.  Al final aparecieron cirrocúmulos como globos pequeños y blancos parecidos al algodón…”

En la siguiente hoja, de su peculiar cuaderno, repleta de dibujos en blanco y negro seguí leyendo: “…Las nubes medias son amigas de estar entre 3 y 6 Km. sobre la tierra.  Aquí  he visto dos familias: Los altoestratos que parecen gasas gruesas grises o azules, y los altocúmulos, que son los famosos globos espesos, algodonosos y esponjosos…”

 

Las nubes medias son amigas de estar entre 3 y 6 Km. sobre la tierra. Presa del Jerte(Plasencia)©Foto Andrés Bernal

 

“...Las nubes bajas  son las que están a una altitud menor de 1,6 Km. Aquí viven  tres tipos. Los estratocúmulos que son grandes rollos de nubes, de aspecto ligero y de color gris,- éstas son las nubes que cubren todo el cielo-. Los nimboestratos son gruesos, oscuros y sin forma. Son nubes desde las que casi siempre llueve o nieva. Los estratos son las nubes que más me gustan, ya que son las que puedo tocar, son las capas altas de niebla…”

“…Y las nubes rebeldes– de desarrollo vertical-, estas son muy independientes y les gusta moverse desde altitudes que varían desde menos de 1,6 Km. hasta más de 13 Km., son nubes nómadas que suben y bajan…”

 

Las nubes bajas son las que están a una altitud menor de 1,6 Km. Benquerencia de la Serena ©Andrés Bernal

 

 

Junto a sus descripciones, el pastor, no cesa en anotar el cómputo de las nubes que van pasando. Desde entonces abro el angular de mis observaciones, grabaciones y fotografías, para degustar estos cuadros dinámicos, llenos de sensaciones, y aderezados con nubes con nombres propios. Composiciones escénicas con cierto dramatismo que emulan una obra que se representa en los paisajes extremeños.

De regreso a casa, al atardecer cuando los halos de nubes difuminan la puesta de sol; “el contador de nubes” rompiendo sus votos de silencio me pregunta : ¿Andrés , cómo describirías hoy este cielo de otoño… ?

 

Dehesa preñada de nubes. Extremadura©Andrés Bernal

 

 

Enviado desde Plasencia.

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