Nadie ignora que la mejor manera de conservar en buen estado una casa es habitarla. Lo mismo puede decirse de una ciudad y sus barrios. Estar habitado es equivalente a estar vivo y esta afirmación resulta especialmente cierta y sensible en los cascos históricos. Son los vecinos los que llenan de vida las calles y plazas de un casco histórico con su presencia; los que mantienen habitadas y cuidadas las casas donde residen; los que se preocupan por el buen estado de las calles y espacios públicos (limpieza, orden, alumbrado, saneamiento, agua potable, seguridad, mantenimiento general, servicios colectivos, etc.) que son la prolongación de sus viviendas.
Un casco histórico sin vecinos es un barrio muerto. Cuando un casco histórico está perdiendo vecinos en cada revisión del padrón de habitantes y cuando se observa un creciente envejecimiento de la población residente, estamos ante un barrio que ha iniciado un proceso de deterioro social. Al perder vecinos, muchas casas quedan vacías y abandonadas sin que nadie las cuide, lo que se traduce en un proceso de deterioro físico de la casa, la calle o la zona afectada. Es un síntoma que debería disparar todas las alarmas.
Según datos del último estudio publicado (2007), en el casco histórico de Plasencia hay cerca de 300 casas vacías; bastantes de ellas, con importante necesidad de rehabilitacióny algunas en ruina. Existen calles y zonas donde el grado de deterioro físico de los inmuebles es muy preocupante y está demandando intervenciones de rehabilitación, más allá del maquillaje superficial al uso.
Durante las últimas décadas, la población del casco histórico disminuye y envejece sin indicios de cambio de tendencia. Hay calles y plazas donde apenas viven unas cuantas familias, y aumenta el número de viviendas habitadas por personas mayores y solas. Debemos reconocer que hay calles que, como algunas casas, no reúnen condiciones de habitabilidad y eso está expulsando a los vecinos. Suelen coincidir con zonas de ocio nocturno.
Mucha gente, cada vez más, no quiere vivir en el casco histórico. No resulta fácil vivir en un barrio donde se multiplican los problemas e incomodidades para los residentes: ruidosas zonas de ocio que impiden el descanso, dificultades para acceder a tu casa en coche y hacer la mínima operación de carga-descarga, prohibición de aparcar sin tener en cuenta las necesidades de los residentes, máximo rigor de la normativa urbanística y arquitectónica haciendo inviable la habitabilidad de muchos inmuebles, etc. Se olvida que los residentes de un casco histórico son su principal valor patrimonial y, como tal, deberían ser cuidados y protegidos.