Richard Ford (Londres, 21 de abril de 1796-1858) fue un viajero e hispanista inglés. En su necrológica, aparecida en un diario inglés en 1858, se describe a Ford vestido “con su chaqueta de piel negra de oveja española”.
España dejó una profunda huella en el londinense, pero a la vez, y supongo que para compensar él nos dejó una imborrable visión de la España de 1830, la misma de trabucos, ventas, cigarreras, monumentos románticos, aire orientalista y cármenes de Mérimée.
Sobre otros viajeros, que sólo hicieron una de las dos cosas, Ford, tiene la ventaja de que nos dejó una tersa prosa de descripción de ambientes, tipos y caracteres españoles que en el fondo no han cambiado demasiado, y también una serie de dibujos, aguatintas y acuarelas donde pueden verse “postales” de otro tiempo, con series temáticas de paisajes rústicos urbanos, y tipos con trajes y actitudes muy reveladoras.
Su amor y conocimiento de España queda patente en estos párrafos:
“Los (viajeros) que aspiran a lo romántico, lo poético, lo sentimental, lo artístico, lo antiguo, lo clásico, en una palabra a cualquier tema sublime y bello, encontrarán en el actual y el antiguo estado de España material suficiente si vagan con lápiz y cuaderno en ristre por este curioso país, que oscila entre Europa y África, entre la civilización y la barbarie”. (Richard Ford, Manual para viajeros por España y lectores en casa. 1844).
“El gran recorrido por España exigiría demasiado tiempo y dificultades. La forma cuadrada del país y la situación central de la capital presentan muchos obstáculos…El viaje completo apenas será posible en menos de año y medio; en verdad, esta tarea me llevó a mí tres años”.
Ford en su recorrido de tres años por España visitó Extremadura, según el mapa que acompañamos.
Suyas son, además de las observaciones que hace sobre Badajoz, Montánchez, Mérida, estas obras, donde podemos apreciarnos a principios del siglo XIX.