Conocemos exhaustivamente la vida de Meléndez Valdés gracias al documentado trabajo del hispanista francés Georges Demerson en 1971, complementado luego con la Biografía (1996) de Antonio Astorgano Abajo, autor también de varios artículos matizadores de la misma.
Perteneciente a la larga serie de hispanistas franceses (Marcel Bataillón, Jean Sarrailh y otros),
Georges Demerson fue también agregado cultural de la embajada francesa en España en los años 70, doctor por la Sorbona, Catedrático de Lengua y Literatura española en la Universidad de Lyon y director del Instituto Francés en España. Extremeñista convencido, también participó en el IV Congreso de Estudios Extremeños en 1972.
Su biografiado, Juan Meléndez Valdés nació en Ribera del Fresno (Badajoz) el 11 de marzo de 1754 en el seno de un hogar campesino. Sus padres, don Juan Antonio Meléndez Valdés y doña María de los Ángeles Díaz Cacho, procedían respectivamente de los pueblos de Salvaleón y Mérida, y eran cristianos viejos conforme el mismo Meléndez atestigua en su entrada en la Universidad de Salamanca.
Todos los cuales han sido y son Christianos viejos, limpios de toda mala raza de moros, judíos ni los nuevamente convertidos a Nuestra Santa Fe Catholica, antes bien tenidos y reputados por Hijos dalgos (sic) como ofrezco justificar y que esta es mi genealogía y por tal le juro a Dios y a esta + en forma, y la firmo en Salamanca, a veinte y ocho de septiembre de mil setecientos ochenta y dos.
También de sus padres, se ocupa en estos versos:
Fueron mis padres, mis mayores fueron
todos agricultores; de mi vida
vi la aurora en los campos.
No era el primer vástago de sus padres, sino que antes habían venido al mundo: Antonia (1734), Esteban (1739), Vicente (1742), Agustina (1745), Isabel (1752) y, después, Manuel (1756), entre otros. La familia trasladó pronto su residencia a la cercana ciudad de Almendralejo, tal vez para favorecer la educación de sus retoños, que apuntaban una marcada afición por los estudios. En 1761, cuando el futuro poeta contaba tan sólo siete años de edad, falleció su madre, suceso que marcó de manera inexorable su personalidad, siempre sensible y melancólica, con necesidad de apoyarse en la amistad. Como versos que evocan este primer pasado extremeño del poeta, también podemos leer en su obra:
……el arado,
El rudo apero, la balante oveja,
El asno sufridor, el buey tardío,
Gavillas, parvas, los alegres juegos
Fueron la dicha de mi edad primera
Y también:
Al forzudo extremeño habréis mirado
Más de una vez sobre un montón de mieses
Burlar de Sirio, abrasador, los fuegos,
Lanzando al viento los trillados granos
Con el dentado bieldo, o de la aurora
Los rayos aguardar sobre la esteva
Figura representativa al máximo del siglo XVIII español, Meléndez Valdés es también un ejemplo de vida humana sacudida por las circunstancias históricas. La biografía de Georges Demerson, atiende tanto al hombre como a los medios en que hubo de moverse, le caracteriza humanista por inclinación, filósofo por convicción, jurista por su ocupación profesional, y sobre todo, en la opinión de sus contemporáneos, “el mejor poeta de la época”.
El “dulce Batilo”, como le gustaba firmarse, fue amigo de Jovellanos y cantor de temas pastoriles al modo neoclásico, es, como Demerson nos demuestra, responsable de introducir en la poesía española una nueva fórmula de sensibilidad. Más no es ese el único interés que puede atraer hacia su persona. Ni un solo momento separa Demerson al poeta del hombre de su tiempo, el “afrancesado” intelectual al que las circunstancias obligan a ser alineado entre los afrancesados políticos y seguir las penosas jornadas de la retirada y el exilio.
Toda una época –y una época de crisis honda y de cambios hasta en lo más superficial y accesorio- vista con la profundidad que da una figura situada en primer plano: la de un fino hombre de letras y un español que quiso poner su país al paso europeo. Tan afrancesado como castizo, sus amigos fueron Jovellanos, Moratín, Forner y Goya, aunque procesaba devoción intelectual a Voltaire y Montesquieu, Meléndez Valdés puede personificar nuestro tránsito, difícil, lleno de riesgos, del Antiguo Régimen a los días del liberalismo y la pasión romántica.
Entre las obras de Demerson, podremos citar, siempre en torno al hispanismo, las siguientes:
Georges Demerson de Trabut -Cussac, su nombre completo, cuenta con una calle en su memoria en Ribera del Fresno, cuna de Meléndez Valdés.