Nació en Gyula, Hungría, en 1954. Es uno de los escritores europeos más relevantes de su generación y autor de diversas novelas, traducidas a numerosas lenguas y publicadas en las principales editoriales internaciones: en inglés por Nex Directions, en francés por Gallimard, en alemán por Ammann, en español por Acantilado….Gracias a esta última, precisamente, conocemos Melancolía de la resistencia (1989) y Al Norte la montaña, al Sur el Lago, al Oeste el camino, al Este el río (2003).
Parte de su obra ha sido llevada al cine.
Hoy traemos a estos guiris por Extremadura el viaje que realizó a nuestra comunidad hace ahora diez años ,fruto del cual fue un libro El último Lobo que vio la luz gracias a la Fundación Ortega Muñoz en 2009, mediante la traducción de Adan Kovacsics.
El viaje del húngaro a Extremadura buscó las últimas huellas del, al parecer, último lobo que habitó en la comunidad en esos años.
El escritor húngaro László Krasznahorkai fue invitado por la Fundación Ortega Muñoz a visitar Extremadura y a partir de esa experiencia ha escrito un intenso relato titulado El último lobo, primer libro de la bonita colección Territorios Escritos que dirige Mercedes Monmany para la mencionada Fundación. Aunque lo sustancial es el relato, ficciones por tanto, no deja de ser interesante la visión, como casi siempre perpleja, del centroeuropeo acerca de esta angosta esquina de la tierra. Áspera de espíritu, como la escritura descarnada del autor de Melancolía de la resistencia.
Krasznahorkai acentúa que sin embargo no se trata de la documentación de ese viaje, sino de una obra de ficción. El relato consta de una sola frase extensa en la que se resume la historia de un profesor alemán quemado que un día recibe una carta en la que lo invitan a pasar unos meses en Extremadura. El viejo alemán, que ha decidido abandonar la reflexión, pero que se da cuenta de que ese cambio no es sino una nueva forma de reflexión, se queda perplejo ante la invitación, y sospecha que se trata de algún malentendido; pero al final resuelve emprender el viaje a España. En Extremadura, en compañía de una intérprete y de un chófer, procura encontrar al cazador que mató el último lobo al sur del Duero muchísimos años atrás. Krasznahorkai habla con fuerza convincente sobre los efectos desoladores provocados por la intromisión del hombre en el orden natural. Esa naturaleza todavía intacta es representada por las pintorescas dehesas de Extremadura, donde el mundo aún no ha irrumpido, pero el peligro ya acecha, como los lobos hambrientos. En Hungría, el libro fue publicado en una edición bilingüe húngaro-española.
Grande del Brío estudioso del mundo del lobo nos informa que el lobo ocupaba casi la totalidad de la región extremeña hasta finales del primer tercio de siglo. La especie fue disminuyendo progresivamente, y hacia 1972 habían desaparecido ya los últimos ejemplares de la Sierra de Altamira -en el sudeste de Cáceres-, como consecuencia de la extinción de la población de los Montes de Toledo. A finales de la década de los setenta, los últimos lobos extremeños se hallaban confinados en las sierras de San Pedro y San Mamed, desde donde efectuaban desplazamientos hacia tierras portuguesas. En dicha época, la especie se dejaba ver también en la Sierra de Gata, en la parte más septentrional de Extremadura. No obstante, este hecho parecía deberse más a la presencia esporádica de ejemplares procedentes de la provincia de Salamanca que a la existencia de núcleos estables en la Alta Extremadura.
El lobo ha formado parte desde tiempo inmemorial de nuestra cultura y puede considerársele naturalmente un animal literario, siempre en perpetuo combate entre la leyenda que representa para la conservación de la fauna y las especies en peligro de extinción, y los perjuicios que ha venido ocasionando también desde tiempo inmemorial a la ganadería.