Recientemente ha sido noticia el asalto sufrido por la Condesa de Romanones, ahora nonagenaria, en su residencia de Madrid. Aunque la foto que a continuación presento está tomada en los año 60, nos indica la gran elegancia y glamour de la Condesa.
Si hubiera que hacer un top ten de la aristocracia, la Jet Set o la Beautiful People, María Aline Griffith, norteamericana de nacimiento y Condesa de Romanones y anteriormente también de Quintanilla estaría en los primeros lugares, dada sus características vitales que cumplen ampliamente con los criterios de la clasificación.
Muchos conocen, pero quizás otros ignoren que la Condesa tiene un enorme amor a Extremadura, y en concreto al entorno de su finca Pascualete, por la que han pasado ingente multitud de celebrities, como Rainiero de Mónaco con su esposa Grace Kelly, Ava Gadner e incluso algún jeque árabe.
Todos pudieron disfrutar del mobiliario del siglo XVII adquirido en anticuarios de Toledo y Córdoba y pudieron admirar los trofeos de caza y las copas de golf del que fuera su marido Luís de Figueroa y Pérez de Guzmán el Bueno.
Según el catastro la finca Pascualete figura inscrita con 223,6 hectáreas y está dedicada a cultivo y explotación ganadera. Otros usos secundarios son la caza y práctica de otros deportes como la equitación. Hay referencias históricas del lugar desde el siglo XIII.
En 1964 la entonces Condesa de Quintanilla publicó un libro, hoy inencontrable, del que he tomado referencias para compartirlo. Sólo está a disposición en las bibliotecas Rodríguez Moñino de Cáceres y en la Biblioteca de Extremadura en Badajoz, pero hoy es testigo del cariño que esta guiri por Extremadura le profesa a la región, ya que además de las características antes citada, la finca Pascualete se ha convertido en un referente nacional e internacional en el sector del queso, según se pone de manifiesto en el video que podemos visionar en el enlace siguiente:
http://www.youtube.com/watch?v=TObIoFZ5OTs
Copio de la solapa del libro Historia de Pascualette:
Aline Griffith, una joven norteamericana enviada a España en “servicio especial” durante la última gran guerra, se convierte, por su matrimonio con un aristócrata español, en Condesa de Quintanilla. Figura descollante de la alta sociedad de Madrid (ha figurado en cinco ocasiones en la lista de las mujeres más elegantes del mundo), en su vida, además de su familia –su marido y sus tres hijos- y de la brillante existencia que le asegura su rango social, cuenta otro mundo totalmente distinto: la finca de Pascualete, en la apartada región de Extremadura, propiedad de la familia de su esposo desde hace setecientos años.
En este libro, la Condesa de Quintanilla narra el “descubrimiento” de esta hacienda olvidada de todos, inmersa en los recuerdos de un remoto pasado, su firme decisión de desentrañar todos los misterios que envuelven el Palacio de Pascualete, y el largo y apasionante proceso de sus investigaciones.
La autora, con su curiosidad y su entusiasmo por todos los aspectos de la vida, sabe convertir su relato en una memorable crónica del pasado y del presente de Pascualete, contada con una gran humanidad y un fino sentido del humor.
Finalmente, propongo observar con todo detenimiento una fotografía tomada en los años 50 de un aterrizaje habido en Pascualete por un amigo de la familia: el Marqués del Mérito