A pesar de todo, allí también cabían los intelectuales que también querían disfrutar de aquel ambiente que se vivía. Llegaban de todos los lados los que pintaban sus cuadros para vendérselos a los esmeralderos, o aquellos que traían los plagios de las esculturas agustinianas para pescar a algún incauto. Todos los que llegaban soñaban con sus […]