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Historias de desalojos

Los desalojos suelen ser los mismos en España que en Colombia, o en cualquier otra parte del mundo. Se hacen por la fuerza donde la ley tien la razón , contra particulares que poseen un bien que supuestamente es de otro. Y también, se hacen ilegales mediante la fuerza apoyándose en el temor que ella misma  ejerce y constriñe con los particulares que caen en medio de esas vicisitudes. Aquí en Colombia, en Ibagué (Tolima) se vienen haciendo por cuenta de la ley contra unos particulares que invadieron unas casas construidas por el gobierno, para otros desposeidos, y llegaron otros a usurpárselas. Son muy comunes las invasiones. En Bogotá, en pleno centro del país, la urbanización Policarpa Salavarrieta, al lado del hospital de la Hortúa se construyó mediante invasores que querían hacerse a una propiedad que no tenían, y que los gobiernos no se la podían dar, ya que eran los desplazados  desalojados desplazados por cuenta de esa violencia que nos ha sumergido durante años .  Algo parecido a lo que hablé en el anterior artículo sobre las Manos Muertas. No sin antes aclarar que los jesuitas así como nos han dejado su legado de cultura, también cayeron por cuenta del colonizaje y el mestizaje en desproporcionados malos manejos en donde la iglesia se apropio de tierras y de bienes en un monopolio de la educación, adonde la religión se usó para los fines de dominación contra los aborigenes. Pero nuestra historia al fin y al cabo ha sido ésa.

Fieles a ese concepto Romano de propiedad y posesión en nuestro país se considera que que una persona que posee u ocupa un bien durante 20 años resulta propietario,y además hasta donde recuerdo, si dura 25 poseyéndolo de mala fe, termina la ley dándole el derecho a ser propietario pleno. Y todo esto se legaliza mediante un proceso judicial que avala al derecho de propiedad privada, en un país que se supone los organismos de la autoridad son lo que hacen que ésto se cumpla a cabalidad, pero que no se ha dado debido a la violencia reinante en las zonas rurales porque los grupos insurgentes e ilegales no lo han permitido, y a diario nuestras noticias en los medios de comunicación son de muertes y abandono de tierras que fueron ocupadas por dichos grupos. Y en las zonas urbanas aunque parezca a perogrullo, parece que también se dan. Y no se trata de los desalojos que hace el gobierno a los que se atreven a violar las propiedades privadas mediante las  invasiones organizadas y promovidas por los partidos políticos aprovechándose de la indigencia de los más desamparados.

Existen otras maneras, y otros recursos sutiles, mediante la cual a una persona se le saca y se le somete a la peor de las desgracias; en unos métodos adonde también se usa la presión sicológica del vecindario que con el cuento de combatir a los grupos al margen de la ley, de manera organizada resultan haciéndose partícipes de provocaciones y violencias, mediante la cual constriñen a las personas, y deciden quén se debe quedar con la posesión de un inmueble en una especie de robo ventajoso, por que la víctima por el temor no se atreve a denunciarlos, y porque como me pasó a mí al ir a denunciar en el  barrio El Quiroga de Bogotá del despropsósito al que fui sometido, porque además había visto en peligro mi vida por un supuesto familiar al que permití entrara a lo que él consideraba su propiedad, después de aporrearme inmisiricordemente sobre el hombro de manera consciente y de su escándalo respectivo rompiendo los vidrios de la puerta de la entrada en un interior adonde durante años fui víctima de extraños complots de policía , como si hubiera sido preparado para esas guerras de despojo y de miseria que a diario vemos en esas peleas callejeras, la encargada de atender dichas quejas, al verme(como si me conociera) me dijo:

-¡Ah…! El pleito con su prima.

Y me hizo firmar en el libro, en espera a que me atendiera el encargado, mietras todos los que estaban allí, parecían que iban a lo mismo. No tuve más remedio que abandonar el recinto con miedo que ya me había sido creado durante todos esos días, y que se reforzaban por los improperios de aquel vecindario inhóspito que aparentando estar en concordancia con la ley, estaba más bien ejerciendo el derecho de dominio de unos particulares que a su antojo se adentran dentro de sus casas, y se van apropiando de ellas en un trabajo tan sutil que solo con los años, al contar esta historia se va comprendiendo que han sido negocios de familias que mediante el poder y la fuerza desalojan a cualquiera, muy a pesar que el derecho y la ley a uno lo favorezcan. Actúan complotados. Y quiera Dios, como dicen los católicos, que con el cuento de hacer que los diferentes procesoos judiciales que el estado tiene estancado en los estrados judiciales con el cuento de que abogados particulares entren a hacer fallos judiciales para agilizar la justicia, con ésto no se nos termine de privatizar lo que está aconteciendo con la entrada de particulares a hacer  la labor que deben ejercen los miembros de organizaciones policiales del estado, porque entonces, por nuestra ideosincracia, terminariamos posiblemente en la famosa “Ley del Tallión”, porque esos particulares podrían fallar a favor de sus interesados, en un país que no aguanta tantas reformas y reformas de leyes que parecen a veces no nos protegen.

Recordé que muchos años años antes en esa misma comisaría que antes quedaba en el barrio Restrepo, había ido a denunciar a otro vecino que unos días antes también mediante uno de sus hijos o familiares resultó provocándome y madreándome, cuando al llegar a la casa, quería que me agachara por debajo de un cable eléctrico que estaba colocando para la iluminación. Por estar tan bajo el cable, y debido a que tengo varillas en la columna vertebral que son recuerdos de los maltratos y todos los delitos cometidos contra mí por delincuentes, le dije que no lo podía hacer. en medio de toda una conspiración de provocaciones y provocaciones que sería largo contarlas, pues esas calles con todos sus aúlicos parecían decididos a sacarrme del entorno sicológico de cordura y de buena razón, como también del temor por sus ataques en las calles por cuenta de unos imaginarios de mala fe.

Allí había ido por cuenta de la mordedura de un perro, del cual ha dado cuenta el “Embrujado” en “Crónicas Gendarmes”, casi me castra, mientra se agruparon en aquella contestación en aquella comisaría muchos vecinos que sobrepasaban a las 50 personas en solidaridad con su dueño, mientras el autor resultó siendo el miserable por estar vivo, y por haber ido a solicitar ayudad del estado. y lo más curioso era que iba en tercer año de derecho, y llevaba otros dos años de estar trabajando como profesor en el Distrito, a donde…

Curiosamente, y nuevamente, hace pocos años en San Simón, reapareció aquel profesor que en Villa Glady del barrio Engativá, apareció en aquella escuela donde trabajaba para quitarme el curso que me correspondía por derecho, por ser un aventajado sindicalista, y que a sabiendas que yo desde hacía muchos años, casi que desde niño estaba siendo llevado por cuenta del alcoholismo a los senderos de la locura mediante provocaciones, robos e infamias en las que participaron amigos y compañeros de estudio , que con los años resultaron no ser más que hijos de detectives y familiares que vulgarmente trataban por todos los medios de hacer sus respectivos trabajos de sicología, en donde los lavados de cerebro se facilitan para enloquecer a una persona, y llevarlos al delirium tremens. Cuando fui a ver qué pasaba con una hija, que supuestamente le habían hecho perder el año , su rostro se me hizo tan familiar sin comprender por que había reaparecido des pues de casi treinta años.

Y como buen experimentado y ducho en esos discursos que a veces usan los profesores para regañar a su alumnos, quiso aparentemente regañarme delante de todos, rebajarme moralmente, lo que con los años, ahora se parece a un extraño complot de policía que ha perdurado más de medio siglo, si me dejan contar todas estas historias, que aparentemente para unos pueden ser los delirios de un desquiciado, pero que para mi no son más que unos delitos de lesa humanidad cuando se hacen en compañías de otros, y cuando sus actores han ido cambiando de máscaras, y sus edades ahora se me parecen a las de unos niños que fueron criados para estos fines, y utilizados por otros. No sin antes decir que mediante amedrentamientos y golpes cada que el autor decía o hacía algo, donde los informantes y sus esbirros haciendo gala de esos trabajos sucios y cochinos de sicología, de manera reiterada y organizada, durante años desestabilizaron y continúan tratando de hacerlo inmisericordemente como si con ello algo se fueran a ganar.

Y claro que de esta historia hay mucha tela por cortar, porque en realidad quería contar otra.

La de otro familiar, que fue adoptado mediante falsedades por otros familiares, a quien conocí desde niño, y que cuando yo estaba grogui(surmenage) e iba a visitar a una tía hermana de mi papá, lo robaban frecuentemente en la calle como si estuviera marcado, y que abandonó el apartamento de ésta cuando murió.

Pero esta historia, será parte de la próxima entrega. Los conspiradores son muchos, y están en todas partes. A veces uno cree que esa mentalidad es la que nos ha hecho mal en este país.

Con tal de conseguirse un bien o una dádiva, en esos entuertos hasta miembros de las autoridades policiales también parecieran que  participaran muy disimuladamente.

 

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