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La denuncia de un tratado

Los que tenemos pocos conocimientos de derecho, tan solo entendemos que este fallo no ha sido de ley, sino que es un fallo más que injusto porque desconoció 200 años de posesión, así algunos especializados en estos temas del derecho internacional nos digan que Colombia lo debe acatar. Qué dos de los cayos que hacen parte del archipiélago queden dentro del mar territorial que la corte de la Haya le acaba  de declarar como suyo a Nicaragua.

Un fallo injusto porque sería como aceptar aquellos laudos arbitrales que otros estados en tiempos de guerras fijaron a su manera para repartirse  los botines muy al estilo de los piratas que en la época del coloniaje hicieron de las suyas, desconociendo los principios del derecho internacional donde se supone que la unidad de raza y de una región son inalienables para cualquier fallo que pretenda dividirlos.

Sería regresar a aquellos tiempos donde el poder de la fuerza constreñía a las naciones y a los pueblos, porque incluso mediante este poder ya los Estqados Unidos lo hicieron al no acatar un fallo respecto a otra disputa con Nicaragua.

Y no se trata de ésto. A todas luces, y recordando ya no en estos temas de los litigios internacionales sobre las dilimitaciones fronterizas, sino en en esos legados que a todos los países nos interesa cuando dentro de esas vetustas leyes que vienen desde la época de los romanos, y que por lo menos dentro de nuestros conceptos rigen respecto de los bienes de los particulares cuando realizan una transacción sobre un bien inmueble, donde se desconoce por “Lesión enorme” una compraventa de un bien de estos cuando el vendedor ha hecho una transacción por un menos valor de la mitad de lo que el bien vale.

Y entonces así, uno no termina de entender este fallo, cuando estos togados haciendo sus comparaciones respecto de Nicaragua y Colombia hicieron el reparto de 8 a 1d, donde Colombia terminó perdiendo en un fallo inaudito miles de kilometros del mar territorial, lo que a toda vista nos hace creer que estos togados no fallaron en derecho, y nos han dejado una sospecha que más bien puede estar orientada hacia los recursos de hidrocarburos que existen en el fondo del lecho marino, y además nos queda la impresión que los dos Cayos que quedaron dentro de su teritorio marítimo, probablemente en unos pocos años por su propia naturaleza tenderían a desaparecer como tales, máxime cuando se sabe que allí el prodigio de estos arrecifes en la medida que estas islas el mar las cubre, su masa carcarea única en el mundo se va elevando de aquella punta de montaña o de volcán que siendo subsumida en el mar, la vida de estos arrecifes de origen marino, los hace subsitir como tales, precisamente adonde los pescadores de esta región viven de estas riquezas.

A lo mejor los jueces basados en estas realidades pudieron fallar así, pues nuestros espejismos son tan difusos, que ahora sabemos que unos cayos que no son islas propiamente pero que hacen parte inconfundible del archipielago de los sanandresanos, muy probablemente en unos pocos años desaprecerán, y por obvias razones  los colombianos terminamos siendo dueños de ellos dentro de las propiedades marítimas declaradas  a Nicaragua que logró salirse de las delimitaciones anteriores donde el meridiano 82 era precisamente  la dilimitación en la cual los colombianos siempre creímos.

¿Y si en relaidad no fallaron en derecho, por que Colombia tiene que acatarlo?

Ya lo vivimos de otra manera con Panamá. Y qué a pesar que hubo compensación por su perdida por parte de los Estados Unidos con la obligación de que Colombia podría libremente cruzar sus barcos por el canal, solo cuando Torrijos y López Michelesen mediaron, lograron revertir para los panameños el canal que fue administrado durante muchos años por los norteamericanos.

Aquí sucede lo contrario, son las ambiciones tercemundistas de un gobierno respecto de un imaginario que lleva muchos años dentro de su nacionalismo que pretende constituirse en el abanderado de un pueblo que por su vecindad, ya casi lo considera como suyo.

Y ojalá que estemos equivocados.

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