Aunque todo parece indicar que la renuncia del Papa Benedicto XVI obedece a problemas de enfermedad y cansancio no solo por la edad sino también porque los dos traumas cerebrales que ha tenido, por que su llegada a ese cargo no estaba prevista ya que dentro de su formación eclesiástica aspiraba escribir la vida sobre Jesús, cosa que su cargo se lo ha impedido, y además como el mismo lo dice se siente cansado como para seguir llevando en sus hombros todo lo que le genera su cargo como gobernante de una iglesia donde sus adeptos no han encontrado respuestas a los escándalos de los curas pederastas y al supuesto lavado de dinero ilícito del Banco del Vaticano mucho tiempo de después de la quiebra del banco ambrosiano del cual era su mayor accionista, y por lo cual uno de sus directivos apareció ahorcado en Inglaterra.
Situaciones que pesan igual que otras de carácter administrativo en el manejo de este gran conglomerado económico y de poder a nivel mundial donde Ratzinger no se ha acomodado, ya que siempre quiso a pesar de sus cargos ser un estudioso y escritor sobre la vida de Jesús, pero que su condición intelectual y su acercamiento con los más cercano al poder de la iglesia le permitieron llegar hasta a este cargo, lo que hicieron que en su renuncia inédita la motivara por la enfermedad y el cansancio que produce la vejez.
Tal vez su memoria le pueda fallar y sus reflejos a esa edad pesen más que la ambición que dentro del vaticano se da por el poder que representa este estado que gracias a su pacto en los tiempos del fascismo lograra ser reconocido como tal en los tiempos de Mussolini.
Manejar no solo ese vasto poder que encarna el vaticano seguramente no es prioritario para éste, muy al contrario de lo que hizo su sucesor; o tal vez hostigado por esas luchas internas ha preferido hacerse a un lado para que los cardenales que él mismo ha elegido sean los que diriman lo que no ha podido hacer para nombrar a un Papa que el mismo se ha encargado de abrirle el camino porque se saben que dentro del consistorio existen dos fuerzas bien diferenciadas. Ha preferido renunciar como nunca antes lo había hecho otro de los suyos en los tiempos modernos, aunque ya esto haya sucedido en muy ocasiones contadas con los dedos de las manos por otras causas, y a donde más de uno murió envenenado en esas luchas por el poder.
Y que lo haga por su propia voluntad lo hace más acorde a la última reforma hecha dentro del derecho canónico de finales del siglo pasado, que también lo hace pasar a la historia como el primero que decidió renunciar a un papado que más que fe necesita un buen administrador que pueda no solo curar las heridas infligidas por los malos curas en el ejercicio de sus cargos como pastores en este mundo lleno de conflictos, sino que los sobornos y las malas administraciones por las defraudaciones de muchos de sus mismos servidores no sirvan de caldo de cultivo para que pierdan más adeptos en el mundo.
Tal vez, por éso pasará Ratzinger a la historia, y porque todo parece indicar que él mismo ya le abrió el camino a su próximo sucesor donde él seguirá siendo uno de los que más influya en el manejo de la fe, porque muchos le apuestan a que su sucesor podría ser un italiano. Cuando haya humo blanco desde el Vaticano, todos sabremos si este rumor era cierto o no.