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Confabulaciones*

Tal vez nadie me crea aunque suena paranoico.  Ud. escribe un blog como en el caso que le sucedió por estos días a “El Embrujado” en el barrio Calarcá el 22 de febrero que me recuerda el día en que nací en el onceavo mes de un año del siglo pasado, y que cuando  tocaba ciertos temas sensibles  el responsable del servidor del café internet, o el hecho de que en linea otro también estuviera leyendo lo que estaba redactando, se lo borrara de un sopapo como cualquier inquisidor que decide lo que puede uno escribir. Ami pasó lo mismo. Estaba en esas hablando sobre cómo a este personaje le sucedieron cosas tan extrañas como si fuera de familia o de ley durante toda su vida,  e inmediatamente mi hacker decidió que éso no iba.  En este caso “Embrujado” estaba contando su odisea y de una vez como si el dueño del establecimiento tuviera a bien quién publica o no, comenzó con su parafernalia, primero porque una niña suya apagó el sistema y después cuando quiso entrar a corregir, como si alguien lo estuviera leyendo, le borró todo a pesar que existe una ley que considera ésto como un delito, pero que como en el caso mío son contados los internets donde pueda publicar lo mío sin contratiempos, ya sea porque me los van borrando o cambian lo que digo sin darme cuenta. Muchas veces me equivoco por esa premura del tiempo, y otras definitivamente no me dejan publicar lo quiero decir, que incluso en muchos de mis blogs, después de haber escrito algo, al releerlo después de varios días aparecen con errores garrafales que aunque pudiera haberlos escrito, por el solo hecho de que trato de redactar y enmendar mis yerros a la vez, o palabras claves que para mi fueron claves porque le daban sentido a lo escrito  no aparecen y cambian todo, lo que a la primera vista cualquier lector puede presumir que estoy ofendiendo a alguna institución o alguien en particular, o simplemente considerar que no vale la pena leer semejante galimatía, o como lo quieran llamar.

Al otro día regreso para poder continuar con lo que comencé en aquel café internet, y me encuentro con que a pesar de haberlo redactado bien  al insistir  en continuar con la historia que estoy contando, mi perseguidor particular decide que tiene que amedrentarme. Y lo hace. Uno de esos pobres muchachos que andan por las calles todos enviciados me sale por la avenida principal que queda cerca de la universidad del Tolima y se me viene sin saber de donde salió gritándome:

-¡Sapa de los mil demonios!

Como si supiera que yo continúe con lo escrito en aquel día aciago en que me borraron el blog, y si lo duda  miren la fecha y verán que me recuerda el día en que nací en una año muy particular del siglo pasado, pero que estos geniales perseguidores e intelectuales de pacotilla decidieron que yo no podría publicar nada, y así lo han hecho desde que comencé con esta brega del Internet  pues muchos de ellos me los han borrado o me han amenazado, aunque en esta ciudad todo me huele a una confabulación más pueblerina a donde estos imaginarios pareciera que tuvieran la orden de impedir que publique lo mío.

-¿Y quién ronda a estos cafés de Internet?

Uno supone que la Cámara de Comercio o en algún caso el respectivo ministerio respectivo debería legislar sobre estos nuevos negocios para que los particulares no actúen como inquisidores o acepten las imposiciones de otros, pues el autor ya lo ha vivido respecto de sus pequeña actividad comercial cuando ha sido bloqueado económicamente como si alguna fuerza extraña estuviera interesada en que no negociara o hiciera nada. Si pudiera contar todo lo que me ha sucedido supongo que en otro país como el de los Estados Unidos  o en otro más respetuosos con sus ciudadanos indefensos ya habría hecho algo para impedirlo.Y enseguida se aparece otro en son burlesco y como drogado tal vez encargado de que si yo respondo o hago algo, él también participa. Y no. Llevamos años con estos entuertos tan bien craneados, que prefiero seguir mi camino. Y no con miedo sino con prudencia porque estas agresiones que llevan años uno sabe de dónde salen, y entiende que aquí no hay respeto por la persona humana, y que con el solo hecho de contarla seguramente otros dirán que soy un mitómano pues sino lo hacen en aquellos sitios donde no hay otra persona, lo saben decidir muy soterradamente que hasta emboladores cuando ofrecen sus servicios disimuladamente le van haciendo a uno pistola. Ni que decir de esos cuidanderos de carros o vendedores de loterías.  Entonces habría que cobrar judicialmente  daños y perjuicios por los años de las torturas sicológicas a que me han sometido porque contándolas no terminaría debido que durante todos  éstos, que ya son muchos más de lo que cualquier persona pueda soportar  esta presión premeditada y alevosa en la me han gritado por las calles,  y me han injuriado, que e incluso han llegado casi que…

Y como para rematar, al otro día muy temprano decido ir a un centro comercial y me encuentro con que los pescados que entretienen a los visitantes se estaban  muriendo como asfixiados como si el agua no hubiera sido tratada para ellos porque uno supone que el cloro los mata.

Así es como funcionan las paranoias cuando a una persona le ha sucedido cosas que los demás no ven, pero que él si por que sabe que cuando hay muchas coincidencias a la vez cualquiera podría pensar que es un montaje. Y como uno frecuenta dicho sitio en algunas ocasiones, también podría suceder que lo de la muerte de los pescados podría haber sido no casual porque desgraciadamente así funcionan las paranoias cuando todos a una como en la histotia de los tres mosqueteros: Uno para todos y todos para uno.

Lo mismo me pasó en Bogotá casi durante todo el teimpo que viví allí, con la diferencia que es una ciudad muy grande, y ésta apenas puede ser un barrio de ella, a la vez que todavía no existía el internet para irles contando como lo estoy haciendo ahora.  Tal vez lo de los pescados pudieran ser pura coincidencia, pero cuando un vigilante lo intimida, y en alguna otra ocasión me pregunta que porqué entraba a un baño para discapacitados, al cual le respondí que lo hacía por que tenía  varillas en la columna vertebral; pues si contara toda la historia pudiera demostrar que son consecuencias de esas torturas crueles e infames donde se drogan vilmente a las personas, mientras que sus aúlicos en las calles lo amenazan y lo constriñen, o le ponen perros muertos que antes había visto en el vecindario o así como en una plaza de mercado en plena calle no se escatimaron en dejarun gallo muerto recordándome un cuento escrito en La leyenda del dorado al lado de la acera donde se suponía que yo iba a pasar, o como en otra noche dejaron un pobre gato todo aporreado por los lados donde yo iba para la casa, o que pudiendo ser un mero accidente otros de esos personajes de calles a quienes compran seguramente con un pan, o los dejan trabajar en sus rebusques ya lo esperaban impacientes a ver sí iba asustado.

Son esas maneras sutiles y vergonzantes de unos especialistas en enloquecer a las personas y de abusar con las gentes indefensas mediante la amenaza sutil. Yo ya lo he vivido durante muchos años, y ya no estamos ni tan locos ni con pánico como para poder afirmar que existen expertos en estos tipos de cosas  como para que muy disimuladamente cuando Ud. pida una hamburguesa,  otro ya le tenga preparado su cablecito de electricidad con las puntas de sus filamentos bien arregladas para que le rompa los intestinos, o le bote un carro o lo empuje para que lo atropelle. Ya lo he vivido en dos ocasiones muy siniestras sin entender que no eran más que meros montajes que incluso en mi memoria todavía quedan los recuerdos que son de años y de años.

Locuras dirán unos, y otros que son mentiras pues esos testigos son los sapos que merodean a diario por estas calles por donde ando.

¿Para qué tanto alboroto y tanto interés en borrar o cambiar mis blogs?

Los silenciosos

*Da lástima que tenga que repetir este blog otro día,  a sabiendas que en otro cafe internet del San Pedro Alejandrino otro hacker me lo borró en la publicación, haciéndose el que yo no fui, aunque podría ser en linea. Por eso lo repito, debido al irrespeto que existe; y además porque en twitter y facebook había hecho el anuncio de la publicación, me lo borró después que me fui del otro internet ya que todo comenzó el mismo día 22 cuando redacté también otro blog en Crónicas gendarmes, y como  después de 24 horas regreso me encuentro con que ni siquiera aparecía como publicado.

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