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“Alguien nos vigila”

Como en el cine de ficción donde sus personajes nos cuentan el terror de las personas cuando “Alguien las vigila” para matarlas. Así parece que en la vida real algunos estados están siendo vigilados por los Estados Unidos, en el país considerado ejemplar en cuanto a democracia, y con un amplio standar de estar en estos tiempos en la defensa del derecho de  la privacidad de sus ciudadanos.  Creíamos que solo China para el hemisferio occidental además de ser participe de espiar a todo el mundo para beneficiarse y copiar los adelantos tecnológicos, era una de las pocas naciones que lo hacía. Lo de wikileaks podría ser no más que un atentado en la violación de los secretos de los estados que mediante los miles de correos que desataron el conocimiento que las potencias en especial de los Estados Unidos e Inglaterra  enviaban a sus  embajadores para analizar a sus espiados y saber cuál podría ser el rumbo de los gobiernos que vigilaban, ahora con Snowden y la persecución a que ha sido sometido por el gobierno de Obama se vuelve a confirmar que todos estamos vigilados. Incluso en este país de vigilancias particulares, pues el autor ya lo ha venido contando cómo a un autista desde que tiene uso de razón y sin saber porqué no solo ha sido sometido a villanías de particulares que solo al recrear toda su aventura vivida, se demuestra que en estos gobiernos existen fuerzas que también manipulan a sus ciudadanos irrespetando no solo la privacidad personal, sino también que han sido sometidos como “conejillos de indias” para sus fines perversos, que solamente satisfacen sus satisfacciones personales, cuando ponen a toda una gavilla de sapos a donde los ladrones participan y los asesinos actúan bajo las sombras para enloquecer a sus víctimas y así hacerlos aparecer como idos de la cabeza y degenerados, ya que mediante el rumor uno termina en la boca de raimundo y todo el mundo, intenciones que no son más que las de asegurarse que sus víctimas terminen muertos o locos, en esos trabajos sucios que se hacen para tapar sus delitos y achacárselos a otros, además que hasta sus mismos familiares y vecinos participan presionados, o porque también en esos enredos se pueden ganar algo que les convenga.

Sus esquiroles se los consiguen en esos vendedores de calles o en esos viciosos  que bajo sus dependencias sicológicas terminan participando del festín adonde los insultos  de los taxistas y chóferes de carros particulares, y de motorizados que idénticos a los empleados de los prestamistas que a cuenta gotas arruinan a más de uno, mediante la amenaza y la ofensa pública tal y como  lo hacían en años anteriores usaban a los perros y a los gatos muertos por ellos para arrojárselos a sus víctimas con el fin de  lograr sus  propósitos, historias que el autor ha venido contando en otros blogs sobre su vida, y que para muchos se consideran  fantásticas.

“Alguien nos vigila”. Yo lo he vivido en estas calles, y ahora ya sabemos que los estados también vigilan las llamadas de las personalidades y los gobiernos, y se internan dentro de esos vericuetos de la red del Internet para descifrar la manera de pensar de un país o de un estado donde la la libertad que ellos mismos pregonan desparece cuando escudriñan todo el comportamiento social, tanto que cuando hablan con sus espiados ya saben cómo tratarlos. Nadie está exento de esta situación en esos altos negocios a donde hay millones y millones de dólares por ganarse, y  donde los intereses particulares están por encima de esas libertades que los estados contemplan dentro de sus constituciones. El caso de Snowden deja al descubierto lo que los Estados Unidos hacen con sus socios. Inglaterra ya lo hace, y Francia también participa en esos escudriñamientos mediante la red. Aquí en Colombia un alto servidor del gobierno lo hizo, y se embolsilló millones de dólares del estado mediante correos y claves que fueron a parar a diferentes bancos del mundo, y que después de lograr su propósito se esfumó tranquilamente en un viaje vertiginoso a Australia para evitar ser extraditado.

Todos estamos siendo vigilados y monitoreados desde esos computadores sin que nos demos cuenta. Y claro que de los del pentágono parece que nadie se salva.  Y en esa guerra cibernética, me hace recordar unos cuentos que escribí en “La Leyenda del Dorado“:  Uno sobre Simón Bolívar, y otro sobre la historia de un dictador.

Ibagué y su Gente del Tolima 

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