“Ustedes saben que el deber del cónclave es darle un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido hasta el fin del mundo para traerlo. Y aquí estamos…” Así lo dijo el nuevo Papa de la iglesia Católica ante sus feligreses cuando anunció el nombre que había escogido: Francisco I
Y como si lo que dijo fuera una premonición del inicio de su reinado los expertos en esas cuestiones bíblicas adujeron que sus palabras recordaban a lo que dijo Malakías cuando profetizó que después de Celestino II vendrían 112 Papas adonde el último sería éste. En estos tiempos modernos en que estas creencias son apenas baladíes para motivar emociones dentro del Internet y las redes sociales fuera de la importancia que le han dado los diferentes medios de comunicación éstas también hacen parte de lo que otro agorero de unos siglos después también anunciaría. Las palabras del mismo Papa para unos tal vez pueda ser el símbolo de una nueva era donde por primera vez un latinoamericano llega a ostentar este alto cargo en una iglesia que ha venido perdiendo adeptos en el concierto de las naciones.
A pesar que el mismo día que renunció Benedicto XVI como Papa, un rayo cayó sobre sobre la cúpula del Vaticano como anuncio de lo que podría suceder. Ratzinger ante los problemas que dentro de la iglesia afloraron más que las de sus antecesores muchos años después del concilio Vaticano II que auguró la renovación de la iglesia, los enredos con la mafia italiana y el Banco del Vaticano, las turbias relaciones homosexuales de los altos jerarcas de la iglesia católica comprometidos en los casos de corrupción y de abusos de menores en especial en los Estados Unidos e Inglaterra por no decir que en todo el mundo, decide renunciar.
Por primera vez la aceptación de un apostolado donde un Papa acepta dejar un cargo, mientras que otro entra a reemplazarlo en medio de una incertidumbre sobre el papel de una iglesia aquejada de extraños augurios que vienen desde tiempos inmemoriales, y que coincide con el 111.
El 112 bajo el nombre de Francisco I, el primer Papa jesuita, que acaba de visitar al continente americano de donde es oriundo, precisamente a Brasil, el país con más católicos en el mundo, generando los mejores vaticinios los católicos pueden esperar de éste. Una visita que refleja parte de esas luchas internas que se dan dentro de la iglesia por el poder, y que contrario a los vaticinios que todos hacían que el nuevo Papa quedaría en las manos de los italianos, quedó en uno que según la visión de este jesuita en la parte del fin del mundo, aunque para algunos si quedó en las manos de los italianos, pues por pura coincidencia Bergoglio es de familia de italianos emigrados a Argentina.
Todavía falta saber sobre los vaticinios con que ha iniciado su reinado. Si algún día veremos a una mujer dando misa, o el celibato quede solamente en la memoria de sus historias y no en las guerras secretas del vaticano por el poder, o si verdaderamente la corrupción ceda a los buenas intenciones de un fraile de buenos sentimientos para con sus fieles que exige mesura en sus vidas personales como representantes de Dios en la tierra. Que acepte que su cargo no hace parte de un gobierno como estado, o que tal y como lo han exigido muchos de sus seguidores en el mundo sus obispos sean nombrados democráticamente, y tantas otras cuestiones que hacen falta para que la iglesia sea parte de la modernidad.
No solo basta aceptar que hay muchas otras religiones en el mundo, sino también como lo señala el concilio vaticano, la libertad religiosa sea la base para que su grey para así también ser parte de los cambios sociales y políticos que en estos años ha tenido el mundo.
Por ahora tenemos a un Papa que tiene mucho por hacer. Y no sabemos cuán cierto pueda ser lo que el mismo dijo cuando informó a su grei que él se llamaría Fancisco I en homenaje al santo de Asís.
Todos deseamos que este sea el representante de los cambios que necesita la iglesia católica para jugar con el papel que le corresponde en el mundo, y en especial en el hemisferio occidental.