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Egipto y el final de la primavera árabe

Un final no feliz. “La revolución de la primavera árabe” que tantos expectativas creó en el mundo parece que no dio los frutos que todos esperábamos. El primer presidente egipcio elegido por votación popular fue depuesto por los militares herederos del régimen de Mubarack que para  los Estados son un punto importante en el mundo árabe. No se pudo. Como quien dice ni las nuevas tecnologías ni la participación de las redes sociales que tanto han influido en esta región del mundo lograron lo que todos esperábamos. Los sueños de una democracia se desvanecieron ante el cruento golpe militar que desde antes le dijo a Morsi que no iba más. Ni siquiera valieron los esfuerzos de los países amigos y simpatizantes que esperaban que estos cambios dieran al traste con esos viejos imaginarios donde la religión del islam y el estado se modernizaran a la par de la sociedad egipcia. Por éso es una preocupación mundial.  Se trata del país que más influencia tiene en el medio oriente.  Sus relaciones con Israel y los Estados Unidos de ser garantes de la estabilidad en la región ahora se supeditan a lo que piensen los militares que han dado el golpe, que reflejan su simpatía por los cambios laicos, pero que la realidad los avasalló. “Los hermanos musulmanes” cuya influencia ejercen desde hace casi que 100 años en ese complejo mundo donde la religión y el estado se confunden que para los tratadistas modernos no son más que esa lucha entre la religión y una cultura que piensa como tal, en contraposición a la separación de ella del estado donde otras religiones minoritarias como la Copta (la iglesia católica que existe en Egipto con sus características particulares) no tuvieron la capacidad de impedir que esta organización religiosa y social llegara al poder mediante la elección popular, y que además tampoco entendió el papel histórico que ellos estaban desempeñando, pues no conciliaron con los intereses de una minoría que también se abre paso mediante los nuevos medios de comunicación y del mundo al desarrollo social que todos los pueblos tienen de participar en la orientación de sus destinos mediante las urnas, en un mundo globalizado.

Su importancia se ve disminuida ante los conflictos que ellos tienen con occidente como mediadores ya que sus relaciones resultan frágiles ante Iran o Irak. Ni ante sus mismos hermanos más cercanos en ese puente que han jugado como mediadores y a la vez solidarios con los palestinos y ese mundo de conflictos que ha generaron las antiguas potencias al al disponer bajo su arbitrio el surgimiento de nuevos estados que surgieron no solo tras la caída del imperio otomano sino el reconocimiento que se le dio a Israel cuando se le reconoció como estado en la misma tierra donde convivieron juntos palestinos y judíos.

Egipto es tal vez el primer interesado en que Israel y Palestina logren los acuerdos de paz. Pero también lo que suceda en éste repercutirá ineludiblemente en el desarrollo de esos conflictos que aparentemente tuvieron solución cuando “La revolución de la primavera árabe” dio al traste con la hegemonía de Mubarack que gobernó por tres décadas. Revolución que abarcó a Libia, Siria, y todo un conjunto de países que ilusionados se creyeron que con la caída de sus principales detentadores militares del poder darían los cambios políticos y sociales que todavía estos pueblos esperan.

Y no ha sucedido así. El poder de las armas que antes tenían unos ahora los tienen otros como es el caso de Libia que a la caída de Gadafi, las confrontaciones tribales no han terminado, mientras que en Siria todavía no está definido quién será el que terminará por dirigir a este país, a no ser que suceda que el Asad termine ganando la partida, lo que daría al traste con las ambiciones estadounidenses que ahora están midiendo su pulso con Rusia y China al acercar a los palestinos e israelíes a que hagan sus paces en medio de la intransigencia de Israel que sigue colonizando aquella parte de la región que se están peleando los palestinos a que como pueblo y como nación reconocida por la Organización de las Naciones Unidas  tenga derecho como estado pleno, y que se ha visto deteriorada ante el asilo dado por Putin a Snowden, el espía a quien consideran que debe pagar pagar por rebelar los secretos del Pentágono donde su idiosincrasia de privacidad y de libertad quedaron valiendo nada a lo que dicen sus fundadores en la constitución.

En Egipto el país que más ayuda tiene económica y militarmente después  de Israel por parte de los Estados Unidos tan solo ha recibido el veto de no participar conjuntamente en las operaciones navales que tenían preparadas de antemano por el gobierno de Obama, ante lo complejo de la situación que viven los egipcios. Una religión que influye en el seno de la mayoría de una sociedad donde los “Hermanos musulmanes” están acostumbrados a colaborar con los desprotegidos que van desde las ayudas sociales de educación y de salud, que pesan mucho a pesar de su intransigencia de no aceptar que la religión y la política no se pueden mezclar, pero que para el caso como para el resto del mundo árabe ésto es los unifica respecto de occidente. Su religión lo permite porque sus preceptos más allá de lo moral van hasta la forma de vida que ellos se dan dentro de la familia y sus relaciones con los demás bajo la forma de un estado del Islam a diferencia de los preceptos morales de la religión cristiana que no van más allá de la independencia moral que no cobija a su participación en el estado porque dicha concepción ideológica fue superada desde hace años al no admitir un estado dentro de otro estado.

Esa diferenciación y esa concepción ideológica son las que todavía no pudieron calar dentro de ese complejo mundo del medio oriente, que hoy están resentidos ante unos militares que en fragancia acabaron con ese sueño que todos creímos era el de la modernidad con la revolución de la primavera árabe, por que por sus propios dirigentes terminaron por convertir el antiguo mundo heredado por Mubarack en otro más complejo a donde el Islam sería la fuente del estado y no el otro que todos creíamos.

Un sueño aparentemente imposible en estos momentos, cuando ahora se cierne otra dictadura igual o peor de lo que vivieron en los tiempos en que Mubarack reinó. Que en su comienzo fueron liberadores porque de allí surgió la O.P.E.P. y también el papel que juega el tercer mundo,  pero que quedaron anclados ante los nuevos cambios sociales.

Ojala y nos equivoquemos.

La leyenda del dorado  

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