Tal vez, si Nicaragua desde la llegada Sandinista al poder no hubiera mostrado su interés por las Islas de San Andrés y Providencia y los cayos adyacentes ni Colombia hubiera creído que mediante la aceptación implícita de aceptar la demanda de Nicaragua por la vía de la justicia internacional, sino mediante un acuerdo entre las dos partes, sería otra la situación. La perdida de Panamá, la separación de Venezuela y el Ecuador en los albores de la misma independencia hecha por Bolivar, Santander y los demás héroes que forjaron el sueño de la independencia colonial, son los síndromes que hemos tenido los colombianos a través de nuestra historia en la que corrientes políticas que en unos tiempos han sido llamados draconianos, centralistas, federalistas, liberales, conservadores, comunistas, en un vasto complejo de ideas contradictorias en las que nos han sumido nuestros dirigentes y clases políticas gobernantes, que se parecen mucho a las lecciones de Maquiavelo en “El Príncipe” cuando nos dice:””Divide y gobernarás”; pero que en esa cruda realidad donde la confrontación entre hijos de un mismo pueblo nos han obnubilado sobre las pretensiones de otros nuevos estados que sabiendo del conflicto en el que hemos vivido, y a sabiendas de nuestra poca capacidad como para crear el mismo nacionalismo que ellos en su pueblo han hecho, tanto que desde el mismo momento del fallo de la Haya, ya en su propio gobierno dentro de las aulas de sus escuelas y colegios como en las mismas universidades ya tienen un mapa actualizado de lo que ahora es Nicaragua donde Colombia ha perdido aparentemente gran parte del mar territorial, y que como si fuera poco entre el lapso que hay entre el artículo publicado anteriormente sobre este mismo tema y el actual momento que se vive, Nicaragua ha demandado nuevamente a Colombia ante el tribunal de la Haya, para que se delimite exactamente el fallo proferido por la Haya respecto no solo del mar territorial sino de la ampliación de su plataforma continental, que demuestra a todas luces de su ambición muy particular sobre las islas y los cayos puestos por ellos en discusión, pues pone sobre el tapete su concepción ambiciosa de ejercer dominio sobre ellas, y sobre parte del territorio de Costarrica y de Jamaica que incluso dichas pretensiones afectan también a Panamá que deja muy en claro no solo una vieja ambición de constituirse en los baluartes de su poder en esta región del mundo como si todavía estuviéramos en los tiempos en que la corona española conquistó a estas tierras tras el descubrimiento de Cristobal Colón. Basados en esa poca formación de unidad político y social que Colombia ha tenido que contrasta precisamente con lo que sucedió hace pocos años con la pretensión de gran parte de la población antioqueña que hablaba de “Antioquia Federal” y que hoy viene siendo lo mismo con lo que está sucediendo en España con su crisis económica y social donde el pueblo de Cataluña ahora pretende separarse de la España que conocemos debido a lo que les ha ocasionado su crisis financiera y política tras su pretendida unidad geográfica y social en “La Unión Europea” debido a esos nacionalismos radicales que todavía ven con buenos ojos el dominio de hegemonías en sus respectivas nacionalidades, cuando lo que ellos vislumbran a pesar de la crisis es una mayor unidad de los 27 o más estados que la componen para así poder hacer frente al desarrollo de China, la India, japón e incluso América en este mundo globalizado donde para competir con sus industrias y productos necesitan de un mayor conglomerado de pueblos y regiones con sus respectivos avances tecnológicos y de productividad que le puedan dar vía libre a sus aspiraciones que redunden en beneficio de sus pueblos.
Nicaragua se lo merece. Costarrica, Jamica, Panamá y Colombia también así como cualquier otro país del mundo. Que en esas demarcaciones que se han dado durante más de 500 años donde los pueblos y estados modernos han aparecido en esta parte del mundo todos ellos sin distinciones de raza, de credo religiosos o político también. Un país se merece que sus gobernantes quieran que las aspiraciones populares como las de un mejor bienestar sean el centro de la actividad económica y política de un gobierno para que los ciudadanos que los eligieron sean merecedores de todo lo mejor que hasta ahora nos ha dado la naturaleza en este mundo globalizado, pero no a costa de menoscabar la autonomía de sus vecinos que como hermanos esperan que el legado que dejen no sean más que los de las altisonancias respecto de sus ambiciones hegemónicas en el mar Caribe, más cuando el fallo proferido no ha hecho más que desencadenar una enemistad entre pueblos hermanos que han convivido durante más de cinco siglos desarrollando el mestizaje y las sabidurías tradicionales de los conviven en esta región despertando esos viejos fantasmas que en la época de la colonia despertaron el surgimiento de bucaneros y piratas, porque ahora lo que hay en dicho territorio son las reservas petrolíferas y de gas que a toda costa la ambición parece que no tiene límites, ya que para muchos no es casual que un fallo a donde una jueza China participó, y que se supone que fue muy amiga del embajador nicaragüense que duró 8 años representando a Nicaragua precisamente en Holanda y en la misma ciudad adonde estos jueces fallaron para afectar tratados limítrofes de otros países que en estos tiempos bien pudiera pensarse en esas otras guerras que se dieron con los piratas que asaltaban galeones españoles y que se escondían en las mismas islas que todavía parecen estar en los sueños de esas pretensiones hegemónicas, por más que nos digan que hacen parte de los de la liberación de un pueblos porque fueron suyas, porque la historia ha demostrado que sus habitantes han convivido armoniosamente durante siglos entre vecinos de distintos países.
Tal vez la posible denuncia del tratado de Bogotá mediante la cual Nicaragua pretende lograr su conquista de manera supuesta aparentando la legalidad de un fallo que a todas luces no ha obrado con justicia entre las partes, Nicaragua ahora pretende negar la plataforma continental que tiene Colombia respecto de las islas y cayos en discusión porque además su desarrollo social y económico siempre ha estado alrededor de lo que fue la Nueva Granada y ahora lo es Colombia.
Otra sería la situación que el mismo gobierno nicaragüense sabe de lo que le pertenece a Colombia y a su propio país tan cercano y tan lejos, si se decidiera como contrapartida a aceptar que los colombianos somos sus vecinos lo mismo que los países de Jamaica, Costarrica y Panamá donde todos decidieran conjuntamente hacer de esta parte del mar un verdadero espejo de desarrollo y convivencia entre las naciones y sus pueblos raizales.
Sus pretensiones aparentes de legalidad en un fallo que nada tiene de eso, nos hacen dudar de las verdaderas intensiones de un estado que forja nacionalismos basados en la desigualdad y desmembración territorial de países hermanos como si la historia siguiera siendo la misma que vivieron los aborígenes con la conquista española.
Ojala que esos fantasmas que despertaron este fallo no vayan a dejar un legado de odio a los hijos de los hijos de nuestros herederos, a sabiendas que tendremos que convivir como hermanos para el bien de la humanidad; y que ojala sus sueños de construir otro canal inter-oceánico no sea un cuento Chino que ahora nadie cree cuando no es avalado por un gobierno sino por un particular que ha querido aprovechar lo que Colombia vive en estas aguas revueltas del mar Caribe debido al reciente fallo anti jurídico de la Haya.