En fin, aunque quedé tan hipnotizado, con los años fui entendiendo este tipo de trabajos. Sabía que las varillas que me colocaron en la operación de la columna vertebral en la operación que hicieron los galenos en el Hospital de la Hortúa no desaparecerían por obra y gracias de Dios, mucho menos por voz de este personaje que como rezandero era o es de los mejores, me convenció que incluso terminé llorando con él. Fue cuando recordé a Pawl Jacob un escritor que en mis tiempos enseñaba cómo hipnotizar a una persona, o también explicaba ese arte sutil del magnetismo usado con los dedos de las manos sobre las personas basados en los estudios que hizo Mesmer sobre lo mismo. Y aunque de joven leí dichos libros y yo estaba convencido que no se podía hacer, en ese momento casi que lo creo. Un imposible como la de aquellos sueños que son irrealizables. Ud quiere volar pero la gravedad se lo impide porque además no tiene alas como las aves. Solo en esos imaginarios que como el ave Fenix…
La imaginación lo puede todo. Así había caído que cualquiera que hiciera sus rezos y sus posturas de manos que hacen los rezanderos que son milagreros pueden curar sus males en las iglesias modernas adonde con la libertad religiosa a hora florecen por doquier. Y claro que cada cual puede escoger a sus dioses e incluso si así lo desea darle su diezmo a la iglesia que según éste es la redentora de los males que lo aquejan.
Yo estaba profundamente ido de mi mismo. Lo bueno es que otros se lo creían a sabiendas que sin embargo uno piensa y logra por lo menos saber los límites en donde se encuentra entre esa realidad que mentalmente se nos ha formado y la real. Uno desconoce el papel de la moneda por la desvalorización y porque como me pasó, acaba de regresar de otro país (Venezuela) donde la moneda no valía nada, tanto que en pocos días el salario que ganaba en mes de pronto con esa devaluación de la moneda tan avasallante solo alcanzaba para comprar un pan de quinientos Bs. Algo que aquí en Colombia la depreciación de la moneda ha sido lenta desde que el gobierno de Lleras Restrepo lo hicieron así, que solo ahora caemos en la cuenta que nuestra moneda ha tenido por lo menos cierta estabilidad respecto de los vaivenes de la economía y del dolar. Pero es que cuando Ud por circunstancia se aísla debido a estos imaginarios que digo, sin entenderlo, ya ha perdido la noción de esa realidad que lo avasalla porque además estos personajes actúan mancomunadamente y para desgracia son de ley.
Son retorcidos porque manejan las calles a su amaño, y sus víctimas son ciudadanos del común que están bajo la égida de estos falsarios que impostan sus voces, lo ridiculizan adonde va, y tienen a sus cotorras haciendo esa labor de sapa, que a cualquiera lo llevan hasta el matadero.
Nada de eso lo entendía, debido a que los amigos y los sitios que frecuenté me parecían de los mejores. Solo cuando comencé a raciocinar porque en una noche en un festejo de maestros en Purificación (Tol.) aparecí dormido en una de las camas que brindaba una institución semi- privada adonde los maestros habíamos ido a unos cursos, adonde dormido decidieron colocar 4 cirios encendidos alrededor de mi cama, y mientras tomaban su foto, después me la mostrarían en son de broma. Con los años uno va entendiendo el significado mucho más, después de haber transcurrido más de 40 años.
Hace poco, recién llegado a Ibagué otro personaje que hablaba de política y que según creo es un pensionado de la gendarmería, hablaba a todo grito como para que yo escuchara, y en tono jocoso se mofaba de la puntería que tuvo en su trajín, lo que me hizo recordar de don Carlos, un señor serio y respetable del Vergel en Bogotá, que siendo militar del ejército resultó trabajando con la policía de donde logró su pensión, y claro que también además era una de esas personas que por su jocosidad a uno lo entretenía. Dentro de sus charlas una vez me dijo que había tenido muy buena puntería, qué cuando estaba en el monte mientras dejaba a sus subordinados le gustaba irse a cazar iguanas porque su carne era sabrosa. Qué con un disparo de u su fusil les daba en la punta de su lomo para no dañar su piel y su cuero, y que después le metía por ahí un palo muy delgado para que atravesar su corazón. Yo vivía tal y como he dicho en Un autista en Colombia en el barrio San Antonio todo ido de mi mismo, donde ya había perdido por cuenta de esos desaciertos de la razón un apartamento, y en un intento por salvar mi vida debido a la agresión que sufrí en una casa en Bella Vista en le sur de la ciudad donde tuve que permutar el apartamento heredado a donde unos disfrazados como mendigos, que no eran más que unos atracadores que sabían a quien iban a matar casi lo logran. Así lo creo, pero yo no lo sabía. Don Carlos en aquel momento me hizo creer que se refería a una película que había visto de Jonh Huston llamada “La noche de la iguana” , pero que para mi desconcierto ni siquiera sabía de dicha película ni del afamado director cuando en otra ocasión un poco más cuerdo si se quiere decir, le pregunté sobre el mismo tema.
Entonces recordé lo sucedido en Picaleña cuando trabajé como profesor en primaria y cuando estábamos en una clase de educación física que una balacera hecha por un agente que fue a practicar su tiro al blanco en una arboleda que estaba cerca de la escuela hacía deportes y que estaba justo al frente donde estábamos y que curiosamente las balas sobre todo pasaron cerca de mi cabeza, mientras el profesor director me gritaba que me tirar al suelo.
No lo entendí , y todavía no me lo creo, pero de seguro que con esas historias ya uno duda. Lavados de cerebro que al ir rememorando va comprendiendo que en parte pueden ser ciertas las historias que otros amigos me echaron en otros sitios y en otras épocas diferentes de mi vida hasta el día de hoy en que uno va comprendiendo este tipo de trabajos y a sabiendas que uno se considera un ciudadano del común que pareciera haberse ganado una lotería sin comprarla.
Son esas historias que los libros se las achacan a los locos que así lo dicen tal y como lo leí en la biblioteca Luis Angel Arango de Bogotá cuando quise saber sobre las voces que escuché y las circunstancias que viví respecto de los alcohólicos y a los que les da el deliriun tremens, pero que en la vida real no concuerdan con lo que me pasó en la vida real, aunque aquellos libros hablen que así son los paranoicos que creen que todo mundo los persigue, y que para completar son de ley. Son trabajos muy difíciles de entender.
Espere les comento un poco sobre las voces que escuchaba y otras situaciones que viví, para ver si me puedo hacer entender.