La llegada nuevamente de Bachelet al poder posiblemente marca el final de una era no solo para Chile, sino también para América Latina. Ese imaginario que durante muchos años plagó de golpes de estado por militares en casi todos los países de nuestro continente parece que por fin comienza a desaparecer. Y en este caso dos figuras representativas de la disputa entre esos viejos modelos que antaño se dieron en Chile y que ocasionaron el golpe de Pinochet patrocinado por el I.B.M. y la C.I.A. contra Salvador Allende donde millares de personas quedaron en medio de un holocausto insensato que todavía sus mismas leyes no terminan de condenar a los militares que de una u potra manera hicieron de Chile el país que considerado el más demócrata en el hemisferio de América Latina por unas fuerzas armadas más leales y profesionales, dieran el golpe militar más sangriento para impedir que por la fuerza de las urnas las ideas de la “Unidad Popular” encabezadas por Salvador Allende lograran el comienzo de una nueva era de carácter socialista en redención de los más oprimidos. Las diferencias ideológicas de ambos bandos en contienda electoral que llevaron al triunfo de Salvador Allende y su posterior caída a manos de su mejor amigo Pinochet, que representaba por debajo de cuerda todo el imaginario de una ideología de poder orquestada por las multinacionales, llevaron a todo un pueblo a sufrir toda esa ordalía de masacre y persecución contra lo que en su tiempo se llamó el peligro del comunismo en un mundo bipolar adonde la derecha y la izquierda no eran más que los representantes de esa lucha que se libraba a nivel internacional entre el socialismo y el capitalismo.
Lo demás, la misma historia se ha encargado de demostrar que existían intereses venales donde la personalidad de los que auparon por el golpe militar no era más que simples artilugios mediante los cuales los intereses económicos primaban ante el temor de las próximos nacionalizaciones que se venían a favor de los mismo chilenos. Un imaginario que todavía pesa sobre ellos, ya que ante el posible triunfo de Bachelet, Mathei la candidata de la derecha, e hija como la otra de un militar donde mientras el padre de la primera murió por oponerse a la dictadura, mientras que el suyo fue el garante del régimen pinotechista, hizo gala del llamado a votar a los militares y sus hijos en la defensa del legado de una constitución tutelado por una dictadura que impide que haya los cambios sociales y económicos, a pesar de ser considerada como la economía con un amplio grado de desarrollo en América Latina.
Y aunque Bachelet no ha logrado la mayoría que esperaba para que no tuviera que pasar a una segunda vuelta electoral, la derecha ha logrado que tras su llamado muchas fuerzas sociales en apoyo a Mathei, lograra el 25 por ciento de los escrutinios electorales, lo que deja a la posible presidenta en la segunda vuelta electoral, un margen de gobernabilidad muy confrontacional, pues la constitución que los rige hace gala de que para todas las reformas que quiera hacer debe contar con una mayoría casi omnímoda donde las fuerzas que representan la era de lo que fue tras el golpe de Pinochet serán las que se opongan.
La educación gratuita que exigen los estudiantes, la reforma fiscal que pretende cobrar a las multinacionales del cobre y del oro un rubro más acorde a lo que pagan los ciudadanos del común porque están más protegidas por el estado para saquear sus recursos económicos, más hacer que Chile en medio de ese boom que aparenta con el espejismo que es el mejor país de progreso en el continente, son las disyuntivas a las que tiene que enfrentar la candidata que según todas las encuestas será la ganadora en diciembre, a pesar que alguna otra cosa pueda ocurrir.
La Democracia Cristiana ya no es la misma que instigó el golpe contra Allende ni los comunistas de hoy son los mismos que fueron en su tiempo. Mucho menos los militares que ahora le juegan a salirse de ese estigma que los marcó durante toda la hegemonía de Pinochet, ni el mundo polarizado entre el comunismo y el capitalismo existen como tales.
Hoy la mayoría de la población está exigiendo los cambios de una constitución que entraba su propio desarrollo a donde se vislumbra dos posiciones convergentes respecto a ese cambio:
“Un plebiscito mediante las urnas”, o una “Asamblea constituyente” donde las dos fuerzas políticas en pugna tendrán que decidir por cuál de ellas se deciden, para lograr los cambios que la constitución autoritaria del golpe militar impiden que se hagan.
Todo parece indicar que el final de una era termina en América con Chile, y el comienzo de otra que ya se viene dando en todos los países de la región a donde nuevas fuerzas sociales han entrado a participar.
*Tras el twit en la plaza del Salado de Ibagué, fue desbloqueada esta cuenta. “los imaginarios de la locura seguirán en próximos acapites”