Las recientes elecciones en Colombia reflejan lo que la mayoría de la población piensa sobre ellas y también hace parte del desconocimiento que muchos tienen sobre sobre el congreso. “Entiéndase que hablo de la Cámara de Representantes y Senado”, lo mismo de lo que constituye el Parlamento Andino, y también lo que representó parte de la elección que la gran mayoría de los votantes hizo sobre la elección del candidato de los Verdes para participar en la contienda de la próxima elección de presidente de Colombia. En este último caso, muchos votaron por la elección de Peñalosa de este grupo político de “La Alianza Verde” debido a que los medios de comunicación en gran parte han sido los que en la última semana antes de la elección fueron los que con sus entrevistas a sus candidatos lograron que en su elección participara la mayoría de los que sufragaron para los candidatos de la Cámara del Parlamento y el Senado. Vale decir que para los que desconocen sobre el funcionamiento del estado colombiano nuestra cámara es bicameral en un Estado donde existe una división de poderes tal y como Montesquieu en su “Espíritu de la leyes”, lo preconizó. No así, por el “Parlamento Andino”, que trata de lograr una unificación tanto a nivel de leyes y de acuerdos comerciales con el no cobro arancelario de los productos que en su tiempo fueron importantes cuando existió esa vieja ambición de unir mediante un pacto a los países liberados por simón Bolívar mediante lo que se llamó “El pacto Andino”; pero que se ha desdibujado debido a que ya existen otros bloques económicos y políticos regionales que lo han relegado a un segundo plano, que como Unasur y los otros que han surgido en estos años donde proliferan los pactos de “Libre Comercio” como es el que recientemente se firmó con los Estados Unidos, y que además se discute sobre el papel que juega la O.E.A. por parte de los países que ostentan un pensamiento de izquierda, ya que pretenden que los países del norte de América no tengan la injerencia que siempre han tenido en nuestras democracias, que contribuyó a que en el tarjetón no solo por ésto, sino por el desconocimiento y la apatía hacia los políticos, no votaran mayoritariamente por los aspirantes a dicho parlamento, y que ahora nuevamente se tenga que hacer dicha elección por la registraduría, ya que hubo más abstencionistas de los que votaron por los que fueron elegidos. Y qué decir de los representantes a la Cámara y al Senado, pues además de haber sobrepasado más del 50% de los ciudadanos que estaban en condiciones de participar en éstas, no lo hicieron. Muchos votos nulos, y un gran abstencionismo por el desencanto que la población tiene sobre los políticos.
Aún así, muchos de los que votamos lo hicimos por unos candidatos de nuestra preferencia, ya por que fueran conocidos o amigos de otros tiempos, que incluso como en el caso del que escribe le pareció decidirse a votar en el último momento, haber si en algo estos conocidos de hace años e incluso amigos, de pronto nos sacaran de ese marasmo social que ha desacreditado a nuestro políticos que nos han gobernado. Cómo se puede participar en una contienda cuando como en el caso de los candidatos que por haber estado aparentemente en una oposición de izquierda, uno que fue elegido en la Alcaldía Mayor de Bogotá después de haber hecho un buen gobierno, al final dejó a la ciudad con unos impuestos muy elevados para las clases menos favorecidas, o que otro después de una cuantiosa votación a su favor, resultara siendo el que permitió el despilfarro del erario público a cuenta de los contratistas que terminaron quedándose con todo un botín como en los tiempos de los piratas en la colonia. Y aunque en el caso de Petro a pesar de haber hecho las cosas bien, su traspiés dentro de la legalidad de lo que el Estado predica, terminara con su buena fe de dar empleo a miles de familias que sobreviven a cuenta de su intervención en el Estado, permitió que el el ultra legalismo de un Procurador que para ser elegido en su cargo éste fue el que dio su voto a favor de su nombramiento, el mismo que sin temblarle el pulso le cortó de tajo sus derechos políticos durante quince años, que entre otras cosas parece que ya existía un contubernio para impedir su futura aspiración presidencial. Nuestros legalismos son tan sutiles que hacen parte de esa vieja historia en Colombia donde los que tienen poder y dinero además de comprar a funcionarios públicos, también podrían sostenerse mediante abogados donde los pleitos civiles los podrían prolongar en el tiempo, mucho más de lo legal. Y claro que en este caso no se trata de estos motivos, sino de otra más injusta donde a un político que bien hubiera podido cometer una contravención no comparada con la que hacen los delincuentes adrede, lo llevó casi hasta el mismo rango que se utiliza para los que verdaderamente delinquen y logran sus objetivos.
Y como si fuera poco, también se nos olvida que durante estos años en medio de una confrontación en esa lucha del Estado contra los que han delinquidos por la vía de las armas como en el caso de las guerrillas y de los grupos particulares que pretendieron hacer justicia por sus propias manos, mientras se apoderaban con el control de vastas extensiones de tierras y el manejo de las arcas públicas en su provecho, donde todos resultaron haciendo parte de lo que fue el poder del narcotráfico, a los ciudadanos nos metieron en esos festines de la guerra sin haberlo pedido, y donde precisamente mediante eso aparecieron todos unos negociados ilegales donde los sapos acusaban y acusaban haciendo montajes, mientras cualquier ciudadano desprevenido podría haber terminado en la picota pública por cuenta de alguien que lo denunciara, que incluso la ley durante muchos años para que los jueces pudieran ejercerla tuvieron que hacerlo tan secretamente(jueces sin rostro), que incluso en esos ríos revueltos muchos fueron acusados injustamente.
En esos fanatismos que todavía uno creería que no existen, se fusionó ministerios básicos como el de la Justicia con otro, o se permitió ante lo inoperante de nuestras leyes a dar vía libre para que los autores de los que se les denominó paramilitares fueran extraditados a los Estados Unidos, a que fuesen juzgados por sus delitos de la importación de drogas a los Estados Unidos, sin que fueran primero juzgados por sus respectivos delitos aquí en nuestro país, sin siquiera mencionar a los políticos que fueron condenados por participar en alianzas donde los malos dineros y el botín del estado se confundieron tanto, que todavía la sombra de esos malos hábitos se yergue en nuestro imaginario.
La mayoría no votó por que desconfía de toda toda esta historia a través de los años de los políticos que han empañado la ética de un Estado, y porque ya los acerbos éticos y morales han cambiado tanto que la ideología solo pesa en algunos muy pocos que quieren exacerbar el ambiente de la supuesta búsqueda de la paz que el actual gobierno y la mayoría de la población desea, pero que muchos todavía dudan de que se pueda conseguir, ya que la opinión pública sabe que el negocio de la guerra es tal vez el mejor donde muchos pueden entrar a participar en jugosos contratos.
Es probable que frente a las próximas elecciones se disminuya esta abstención, y que el actual gobierno de Santos logre su propósito de ser reelegido. Y ojala que de ser posible esa paz no se vea enturbiada por los ideologismos sociales y políticos que pretenden dividir al país entre los buenos y los malos. Pues todos somos parte de un país que a pesar de todo se respira algo de libertad, aunque en los campos y en muchas ciudades el imperio de la desconfianza y la zozobra impera.
Si los políticos honran su palabra por hacer que la justicia y la igualdad ante la ley primen para todos los ciudadanos, y que el desarrollo social de la mayoría de nuestros compatriotas puedan ser parte de esa realidad, seguramente muchos cambiaremos de opinión.