A veces uno cree que vive en un país extraño. Qué existe un alto número de personas y familias que han migrado a otros países por el conflicto armado que ha tenido Colombia, es cosa muy común entre los que saben que todo ha sido culpa de esa violencia que de manera soterrada ha hecho que muchos migren debido a la inseguridad que durante años ha sido el principal flagelo que ha azotado a Colombia. Los hay que migran por la violencia y el temor al secuestro. Otros que ven que ante tanta inseguridad pueden rehacer sus vidas en otro país, y que siendo afortunados pueden conseguir sus sueños. Durante todos estos años Colombia ha cambiado, y también sus políticas sociales que se enmarcan dentro de ese contexto donde se asegura que este es un país mejor del que hemos conocido. Y es cierto. Ahora existen políticas sociales que pretenden redimir a muchos de la insolvencia económica y que al estilo de lo que sucedió Brasil, la ayuda social este enmarcada a conseguir que baje el alto grado de miseria ya que somos unos donde el índice de de desigualdad entre los que tienen más y los que tienen poco nos caracterizan en el mundo como el de los más felices a pesar de todos esos conflictos de guerras y de violencia con que somos conocidos. A Colombia se le consideraba no hace mucho como un país muy parecido a lo que nos cuentan sobre algunos país del Africa como si fuéramos de los más atrasados. Sobre todo en Europa. Incluso nadie sabía como era Colombia. Cuando más se nos conocía como uno de los países del tercer mundo más peligroso que al llegar los turistas que por algún motivo tenían cierta relación con los nuestros, al llegar se encontraban con otra realidad. Y no es para menos. La guerra que vive Siria, y que los que vivimos en este lado del mundo no la podemos entender, podría ser en algo parecido, pero que aquí no se encontrará con calles y ciudades desangradas muy parecidas a lo que el cine de Hoollywod hizo con la colonización del lejano oeste en los Estados Unidos que mediante este medio todo se parecía a que hubiera una ley desbordada donde la ley del más fuerte era lo que primaba. Aquí se respira otra cosa aunque las secuelas de lo que fueron los grupos ilegales que se tomaron parte del botín económico y burocrático del estado en su provecho gracias al poder que ha ejercido el negocio de las drogas y todo lo ilícito que con ellas conllevan, el estado como tal refleja que tiene dominio sobre gran parte del territorio nacional, incluso en aquellas parte donde esas falencias del estado permitieron que surgieran el poder de estos grupos que con el negocio del narcotráfico dominaron no solo buena parte del país, sino que en las ciudades este negocio hubiera sostenido buena parte de nuestra economía en los años donde incluso muchos crecimos viendo y admirando como a través de aquel negocio se enriquecieron y cosecharon grandes fortunas que gobernantes quisieron anmistiarlos para el bien de todos. Y no se pudo, porque gran parte de la población también se vio beneficiada sin entender del daño que nosotros mismos nos estábamos haciendo porque nuestros imaginarios se trastocaron que no había religión ni moral que lo impidiera ante el dinero que llegaba por cuenta de este negocio en el mundo, que ni los mismos estados consumidores se daban cuenta del gran daño que nosotros como ellos nos estábamos haciendo. Una mentalidad desquiciada que comenzó de manera pacífica en Estados Unidos y en Europa que mediante el uso de la marihuana en un primer momento donde movimientos hippies o de jóvenes seguidores de cantantes y artistas que convirtieron ese consumo en un instrumento de cultura para que muchos otros más participaran dentro de ese contexto mundial que en medio de la guerra y la paz nuestras sociedades fueron cambiando a la par que muchos más la marihuana y la droga se convirtieron como arquetipo de todo un mundo congestionado por la violencia y la desigualdad. Tuvo que caer el muro de Berlín, y el sueño de millones de personas que creían en el lado bueno de la igualdades sociales y económicas mientras este arquetipo social de la drogas hizo que Colombia después que la marihuana fuera reconocida socialmente en los Estados Unidos como fuente de usos terapéuticos que incluso tras el boom que se vivió no solo con el café sino con ésta en el gobierno de López Michelsen, ellos mismos lo permitieran como consumo particular, le abriera el boquete al otro negocio de la droga que transformó nuestros imaginarios, ya que el gobierno norteamericano entendió que tras este consumo en su propio país, también estaban en juego sus divisas del papel moneda que después de la segunda guerra mundial había equiparado el valor del dolar al del oro, y que las arcas de los estados modernos fueron cambiando por dólar que generaba además de un atractivo comercial otro peor con la circulación del dolar negro que los grandes comerciantes de la droga traían a manos llenas desde su país a América Latina.
Y es que en medio de todo ésto se ha vivido muchas conmociones sociales de violencia y la guerra por el poder tuvo ese otro contenido ideológico muy diferente a los que tuvieron los antiguos partidos tradicionales y los de izquierda que desde mediados del siglo pasado generaron la quimera de un nuevo orden mundial muy parecido a lo que representó la revolución bolchevique, o el triunfo del socialismo en Cuba, más el advenimiento del movimiento de Mao Tse Tung en China, y los movimientos de los países del medio oriente que encarnaron dentro de sus ideologías la nacionalizaciones de petroleras que estaba en manos de los grandes carteles del comercio del oro negro, yque generaron más de un sueño que fue trastocado por este poder que casi invisible se tomó todas las economías del mundo sin que nadie se diera cuenta. Cuando los Estados Unidos comprendieron que sus divisas se estaban saliendo de sus manos, entonces el vuelco era más radical para estos gobiernos que en carne propia estaban viviendo el fantasma de este poder del cuál nadie comprendía, pero que los políticos trataron de amainar para que los grandes comerciantes de este negocio se salieran del mercado, pero desafortunadamente ya era muy tarde. Nuestro país ya estaba envuelto en otro tipo de violencia. Y para colmo de males esos dineros ya tenían asiento en todo el contexto social que permeó la cultura política de los grandes partidos y de los grupos de izquierda que fueron la base para que surgiera el otro poder de la que tanto se ha hablado, que muchos creyeron que en realidad era una vuelta de hoja a la corrupción y a la violencia reinante, cuando en realidad era el asomo de otro conflicto donde las ideas de moral y ética que antes se conocían ya no primaban porque de lo que se trataba era el del dinero y de la corrupción, aunque siempre lo hubiéramos tenido, pero que en esta ocasión nuestro país se sumió en otras y otras guerras más insensatas que solo hasta ahora comenzamos a discernir que lo que propone el actual gobierno acerca de la paz puede ser el comienzo de cambiar todo ese imaginario que los colombianos nos hemos formado, ya que también hay que agregarle que esos cambios de la economía mundial han convertido a nuestros países en los principales promotores de la mega explotaciones mineras que incluso ya lo estamos viendo con el calentamiento global, pero que en este caso nuestros recursos del medio ambiente los estamos destruyendo sin medir las consecuencias a largo plazo sobre nuestro sistema de producción de agua dulce y de de la riqueza natural y animal que poseemos. Los tratados de libre comercio parecieran que en vez de beneficiarnos están acabando con el sustento de millones de familias que viven del arroz, la papa, el café, y demás riquezas en la producción de cereales, que si criticamos a lo que sucede en Venezuela, bien valdría la pena saber en que terminará Colombia y América Latina a la vuelta de unos años cuando nuestros políticos gobernantes todavía no nos explican que sucedería dentro de unas décadas cuando el boom de las economías emergentes por la explotación de nuestros grandes recursos minerales acaben con la producción agrícola porque solamente nos quedaran los peladeros de las montañas y el ecosistema destruido por cuenta de un ambicionado sueño de estar a la par de las grandes potencias sin haber desarrollado nuestras tecnologías industriales que nos hagan competir dentro del contexto de las naciones de igual a igual sin que nuestras economías terminen por depender más de los grandes capitales extranjeros que solo buscan explotar estos recursos, sin dejar nada a cambio.