Hace poco en el barrio Restrepo de Ibagué, cuando iba a visitar a una cliente, noté que una muchacha sentada en el andén y con un niño entre los brazos me miraba feo. La volví a mirar de reojo y seguía haciendo lo mismo.
-¿Le debo algo? Le pregunté intrigado.
-Mucho, me dijo con rabia.
No tuve más remedio que seguir mi camino. En un barrio que fue producto de una invasión, y que ahora ni siquiera ninguno de los que pasan por allí saben de dónde surgió. Una ciudad que ha cambiado mucho. Construcciones que fueron surgiendo de la nada entre barrizales a cuenta de la llegada de más gentes provenientes del campo ya fueran el resultado de la violencia o la pobreza.
Allí, precisamente, una vendedora de dulces me saldría en una de esas noches en que iba para la casa.
Me miraba feo. Al yo preguntarle por un cigarrillo, como si hubiera visto al mismo demonio me gritó:
-¡Zorra! ¡Zorra!
Y claro que en esos casos uno también decide en contestar porque le da rabia o porque simplemente está siendo zarandeado por una persona que ni conoce:
Lo grité a los vientos, y a los que posiblemente me escucharan:
-¡A ésta señora no le compren!
Y aunque dije otras palabras que no debo de transcribir porque fue un recurso de respuesta que uno hace ante cualquier agresión, algunos días más tarde la vi en una plaza de mercado y pasó cerca de mi como si nada hubiera pasado. Y no pasó nada. Otro día me la encontré,y socarronamente se burlabaY sin embargo, sus palabras me retrotrajeron unos años atrás cuando vendía en Bogotá mis productos. . Hace poco. Estaban tumbando las casas en el barrio aledaño a las Cruces sobre la carrera décima para dar paso al transmilenio, y me tocó pasar por una de esas calles solitarias, cuando sentí que un motorizado de ley apareció en el camino en que yo iba porque ya la calle no existía, y estaba convertida en un pantano que me obligó a tener que circular por allí para salir hasta la calle tercera, y me gritó:
-¡Zorra!
Debo de decir que por esos días y durante muchos años yo ndaba como embobado, y ni siquiera sabía cómo andaba.
Ni le puse cuidado porque alf in y al cabo aquel agente pasó cerca de mi dicendo sus bellas palabras como para ofenderme, que ni les puse cuidado ni a él seguramente le importó que yo siguiera mi camino como si nada.
Así me ha sucedido durante muchos años.
Ud entra a un negocio adonde siempre lo han atendido, y de la noche a la mañana resultan pidiéndole la plata por adelantado, muy a pesar que lo conocen.
Es más, comerciantes que antes de buena gana le compraban sus productos, resultan con el cuento que no hanjvendido nada. Y cuando dice que si quieren se los cambia por otros le responden:
-Hubo que botarlos.
Ud. resulta un pordiosero sin darse cuenta.
-¿Quién no?
Eso me viene sucediendo en esta ciudad, y uno va por fin comprendiendo que en este país existen muchos granujas que lo han querido mandar a los mil demonios.
-¿Cuánto se van a ganar?
Se ganaron una casa, un apartamento, y otra casa que no era mía, pero que por haber vivido más de treinta años…
Pregúntele a un abogado y verá lo que le dice. Yo lo estudié en derecho. La teoría de la posesión sobre un bien inmueble, y que según parece ahora la van a cambiar. Pero claro que de éso no se trata. Se trata sobre todo ese instigamiento de amenazas y de pro ocasiones desatadas en las mismas calles, que fueron y son con las que me han mantenido durante todos estos años. Según mis cuentas a “El Embrujado” también le hicieron lo mismo, y lo dejaron loco y con varillas en la columna vertebral. ¿Quién le responde por éso?
-¿Quiénes?
Para estos personajes su ley es la de amedrentar. Ya se ganaron todo, y todavía pretenden seguir ganando.
¿Ahora qué tal que a Ud. le toque vivir algunas circunstancias, que para cualquiera pudieran pasar desapercibidas, pero para mi no?
Gentes de calles participando en un extraño complot de miedo y de sicología, mientras se lo repiten donde vive. Y muy cerca. Vigilantes que lo están acechando y se le burlan en la cara.
Ya otros se robaron lo que pudieron…
¿O es que todavía hay más?
Demasiados bribones es lo que hay. Esperen les sigo contando estas historias después que hable sobre otros temas que considero ahora más importantes que las mías.