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Los peligros de las democracias 2

Hace poco, cuando comencé con este blog  quería escribir sobre temas diferentes a los que tengo donde ni siquiera se pudiera pensar que el autor estuviera marcado por el síndrome de una persecución, que comenzó mucho antes de aparecer el Internet como un negocio popular, ya que casi durante toda mi vida he vivido toda una serie de hostigamientos de personajes que sin conocerlos estaban dispuestos a constreñirme sicológicamente o físicamente.  Como todo tiene su comienzo tuve que aprender cómo localizarlo dentro de Hoy.es y además abrirlo para poder redactar lo que quería. Parecía fácil. Sin embargo, después de publicarlo, cuando quise comprobar si lo podía ver en otros cafés internets, no lograba ubicarlo. No aparecía lo escrito. Vagué, si se puede decir, por diferentes sitios de la ciudad, y mis primeros blogs que entre otras cosas no tienen nada de extraordinario, no los conseguí. Ya me había pasado ésto, hacía varios años.  En esos tiempos no existía ni la protección legal ni la norma exacta a donde uno se pudiera quejar, para hacer defender no solo el derecho a la privacidad, sino que en en cualquier internet que como negocio comercial y legal también debería respetar a su clientela. Uno creía que era un hacker el que se metía cada que abría el blog para redactarlo. Incluso en algunos ocasiones mientras ibas escribiendo, otro me lo iba borrando, mientras cogí la costumbre de ir mirando al encargado de manejarlo, y en verdad que en algunos casos, parece que si existía un hacker que estaba haciendo el trabajo por mí. Me dañó muchos cursos que hice en  El SenaVirtual  e incluso llegó a colocarme profesores que me recordaran algo sobre mi vida o mi familia, que es como decir que además de inmiscuirse en mis asuntos privados y en mi vida personal era una especie de policía particular como si fuera de mi misma familia, que a su antojo decidía si me dejaba publicar o estudiar algo. Es más, los cursos parecían ser réplicas de lo que me acontecía en la vida real. Los vecinos de la casa que mi imaginario ha dado llamar en “Embrujada” en Bogotá, salían a cuenta gotas ha amedrentarme de manera pintoresca, que más bien  parecía que todo un barrio donde abundaban los rufianes, los drogadictos, y un sin fin de prostis y homosexuales, se daban su buena vida a costa mía. Una cantidad de atropellos que tuve y que he soportado desde niño, que a la larga lo ùnico que han logrado es que el autor siga con estas historias para que se sepa y porque como uno sabe que las democracias no son perfectas, hay que contarlo para que otros los sepan.

Fue tanto el seguimiento y hostigamiento, que se parecía a una especie de venganza personal de unas familias vecinas, que yo parecìa ser el enemigo número uno de ese barrio. Y sin embargo, todavía recuerdo la primera vez que llegué a esa casa con una tía. Una atención tan especial de su antiguo dueño, que desde que se hizo la firma de compraventa de dicho inmueble parecìa no querer entregarla, a pesar que la entidad del gobierno que avalaba un préstamo hecho a ellaa, prácticamente en unos días desembolsaría su valor. Y sin embargo a la vuelta de los años, todo parece indicar que más allá de mi estadía en dicha casa, existía  todo un complot, y que como en el caso del imaginario de La casa embrujada”, y que he venido contando en “Un autista en Colombia” siempre he creído y confirmado que en este país, por más que uno se esfuerce por cumplir las leyes que como buen ciudadano uno trate de apegarse a lo que su conciencia le dice, que  es solamente de apegarse a la moral y las buenas costumbres, tratando de no cometer ningún delito, siempre se está expuesto a que los mismos que nos deben proteger, sean los primeros en irrespetar nuestros derechos. Sería largo de contarlo, y lo he tratado de hacer a pesar de las amenazas, pero el único que si lo ha logrado es el imaginario del Embrujado.

Y es que los amedrentamientos no solo se hacen desde diferentes sitios en la web, sino que en la vida real a Ud. le pueden hacer todo un incordio, donde puede salir mal librado.

De jóven me sucedieron cosas extrañas, y ahora con los años uno saca las conclusiones gracias ha que  todavía estoy vivo, y mis facultades mentales han recobrado parte de lo que casi me lleva a la muerte: La autoestima.

Solo entonces después de atar cabos uno va entendiendo que en este país han existido corruptelas que van desde emcumbrados personajes hasta los más bajos, que son precisamente los que más son utilizados. El manipuleo sicológico es tan común, que he visto a muchos hablar solos en las calles, y me han permitido suponer, que hay bandas dedicadas a hacer el trabajo grotesco de amedrentar, de rebajar a las personas; pero lo que es más infame es que también participen supuestas autoridades, que incluso muchas veces uno llega a dudar de muchos amigos que conoció, porque todo concluye en que hubo todo un complot de toda una vida contra una persona, y solo cuando estuvo loco  en esas mismas calles que anduvo la mayor parte de su vida en Bogotá, el autor supone que ha habido más de uno que ha querido asesinarme mediante sustos y otras maneras a las que yo llamo asesinatos perfectos, y que ya he contado parte de lo que me ha sucedido.

Cómo puede todo un grupo de gentes actuar mancomunadamente contra otro, en la que Ud. entra a un negocio, a un café internet, en una ciudad adonde duró muchos años sin pisarla, y ya le salen a intimidarlo y  amenazarlo.

En otro blog, ya conté la historia de un familiar que resultó loco, a pesar de que ganaba buena plata. Hubo otro primo, que fue obligado a abandonar un apartamento en “Los Bosques de San Carlos” en Bogotá, y a quien unos años después lo vi loco deambulando por las calles, y que uno supone que fue sacado por la propia familia porque era un niño que una tía adoptó ilegalmenente como si lo hubiera tenido. Era como si en realidad lo hubiera tenido para recrear su vida, y despuès de muerta ésta, lo sacaron. A mi me pasó lo mismo con estos caifaces de calles, que parecen estar dedicados a matar mediante el amedrentamiento, mientras le crean el miedo y el pánico. Y lo bueno de ese cuento es que lo drogan subrepticiamente, le hacen infinidad de trabajos en esas calles adonde autoridades venales con sus sapos hacen los complots, y es muy probablemente que algunos reciban sus ganancias, mediante una casa, o porque  como en esas historias que a diario vemos, se hacen favores entre si, que incluso así han convertido a un país de buenas gentes, en un país de rufianes que atoda costa se quieren lucrar con algo. Yo he vivido todo ésto desgraciadamente, e incluso tuve que abandonar aquella casa que cuenta “El Embrujado”, porque parecía que todos estos vecinos tienen como finalidades adueñarse de las casas y los bienes, tan disimuladamente, que esperan pacientemente durante años y años. Y claro que estos son delitos de lesa humanidad, que nadie puede probar, pero es vox populix que todos lo saben. Y entre todos se tapan sus favores. Cuando más, como es el caso mío, a veces le cuentan historias disimuladamente.

Y claro que Ud. se come el cuentode que está loco o es un degeneradito. Cuando en realidad los degeneraditos son los mismos que cuentan esas historias, porque se callan cómo lo hicieron. Se ufanan.

Así me pasó cuando comence con este blog. Quería hablar de otras cosas, pero no. Como venía diciendo tuve que acudir a un internet que hay cerca de una entidad policial, y que creo le pertenece, para constatar si allí aparecía mi blog.

Y si, apareció. Como por arte de magia, ya lo pude ver en otros cafés internets, y pude seguir publicándolo estas historias en este blog.

Parece que alguien quería, mu al estilo de HItchcock, amedrentarme. Era como si a alguien en particular no le gustaba que contara estas historias que no creo ofendan a nadie, porque de todo hay en la viña del señor.

Y aunque esto último me sucedió en otra ciudad, vale decir que en  Bogotá fue lo mismo.

Censores particulares que se confunden con las leyes.

También éstos son los peligros de las democracias.

Ibagué

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