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Los imaginarios de la locura

 

Hace poco un personaje de estos que uno conoce de paso y que frecuenta algunos de los establecimientos adonde uno va a pernoctar por un rato para oír música y descansar mientras aligera la garganta con alguna bebida, me comentaba tratando de buscar la charla, que había salvado a su hermana en la finca de otro que había aparecido con el ánimo de matarla.

-¿Y por qué? Le pregunté.

No me respondió nada respecto a la pregunta, pero si me dio a entender que le había dado un machetazo en una de sus muñecas.

Yo le mire las suya  para saber en cuál había sido, y no le encontré nada anormal. Incluso lo he visto varias veces por estos lados, pero nunca vi que se le notara que algo de su cuerpo exterior le faltara o tuviera por lo menos alguna señal de lo que según dijo le había pasado.

-¿Y las señas de la herida a dónde están? Le respondí.

-¿Acaso no sabe que soy curandero?

-¿Brujo? Le respondí en tono sarcástico y de burla.

-Yo hago mis trabajos, me dijo. Míreme la muñeca, dijo.

Ninguna señal del acontecimiento que decía le vi en ella. Supuse que mentía, mientras obstinadamente siguió contando su historia, y aún así intuí que en parte algo de lo que decía era cierto. Me estaba contando una historia acerca de un hecho sucedido en su tierra campesina natal, y presumí que por alguna razón me había contado esa historia. Podría ser cierto que hubieran tratado de matar a su hermana, o que por éso estaba aquí en la ciudad porque su comportamiento se me parece a uno de esos campesinos de orígenes indígenas desplazados que hoy deambulan en nuestras ciudades tratando de subsistir vendiendo sus comestibles en las plazas de mercados.

Cuando salió del entorno le comenté al tendero lo que me dijo, mientras otro tertuliante del negocio me respondió:

-Está loco. No le ponga cuidado.

Y sin embargo…

Durante todos estos años que ya suman casi la vida del que escribe ésto, muchas cosas han pasado, y todavía nadie me cree. Supongo que así es como se hace ese tipo de trabajos que en la vida real en algo pueden ser ciertas, pero que para el común son apenas unas historias inventadas por aquel que consideran como loco. Aquel personaje me hizo caer en cuenta cuando recién llegado a Venezuela, el mismo día que llegué a cumplir con mi trabajo en lso “Corsarios” -un condominio de Catíalamar, municipio Vargas- unos personajes de “La Guardia Nacional”  hicieron su papelón conmigo, que casi me convencieron que medio Colombia me perseguía y que incluso en este país hermano y desconocido por mi también yo representaba algo para ellos.

Tal vez no sepa el lector que lea esta lineas sobre los lavados de cerebros que se le hacen a las personas mediante argucias que van desde amenazas sibilinas donde muchos participan en esos festines sombríos en que durante años uno cree que es un perseguido porque siempre se le aparecen hombres de ley a amedrentarlo argumentando sicológicamente que era perseguido debido a haber pertenecido a algún grupo político juvenil, y que a pesar de haber pasado los años de los años  se sigue creyendo esa historia por que le salen otros desconocidos y le hablan de política y de otras cosas donde queda convencido que es cierto. Desde muy joven comienzan a trabajar con esas historias, y en medio de esas vicisitudes que le van pasando termina convencido de que es cierto pues a donde va siempre le sucede algo parecido como si en verdad lo estuvieran persiguiendo. En Ibagué, para ser más exactos Ud. vive en una casa que es frecuentada por políticos de izquierda en aquellos años que era tan joven que ni siquiera recuerda el nombre de muchos de ellos, pero que hablaban de persecuciones policíacas que incluso   se cree que por ésto lo persiguen, por el solo hecho de tener como amigos a dirigentes de los cuales a pesar de sus historias posiblemente nunca le pasaron nada, y a otros como en el caso mío, si.

O los mataron o estuvieron por alguna causa encarcelados acusados de ser un peligro para el Estado. Pero cómo siendo amigos tan lejanos que por no decir que de vista pueden sugerirle que uno también está siendo perseguido por esta razón cuando en verdad a muchos de ellos los conoció de lejos por no decir que en alguna manifestación callejera hace casi 40 años, pero para el trabajo que le están haciendo, Ud. cree que durante años y años ha sido debido a esas amistades de conocidos y de desconocidos que aparecieron en su vida, cosa que le  hacen creer que es una persona importante para estos imaginarios que aparentando ser de ley, lo tienen en la mira como si fuera un vulgar delincuente, cuando en realidad es que lo han adoptado como conejillo de indias tal vez porque saben de algún enredo de familia o porque alguno de esos familiares tiene algún negocio con uno.

Y así van tejiendo sus historias  sin que uno lo sepa, y ud. va quedando marcado adonde cualquiera de estos imaginarios se cree que se va a ganar una lotería con uno, mientras en la vida real de tantas cosas que le suceden termina además de loco, amenazado en las calles por esos sapos de mala ley que obedecen órdenes para provocar y zaherir al perseguido que en algunos casos se cree un fugitivo, donde los nervios se van enervando como en esas películas de terror, que intenta matarse arrojándose  a un carro, o se arma con algún puñal dispuesto a enfrentarse a los que supuestamente  los persiguen. Seguramente así habrá sabido que a muchos le rebajan la moral, o los idiotizan, e incluso llegado el momento se suicidan ellos mismos.

Yo lo viví. Incluso unos amigos de la universidad adonde estudié por unos pocos años-4- se creyeron su cuento basados en que en realidad yo era un demente; y sin embargo hubo tantas escaramuzas y enredos donde el autor que ya le habían pasado cosas parecidas en Ibagué mientras el cual más se creía que lograría su consabido propósito que solo en la cabeza después de años y años de aparentes seguimientos, persecuciones , y provocaciones, entendió que alguien utilizaba a estos personajes expertos en enloquecer y amedrentar haciéndole creer a muchos que uno era o lo peor de las miserias humanas mientras buscaban la forma de matarlo a punta de sustos, o como me pasó en la vida real en que todo drogado por alguna mano aviesa creí que me perseguía medio país. No eran más que una caterva de ladrones que en El Lago-Timiza  pusieron rejas y otras cosas de demás en un contrato que tuve con el Distrito, mientras a toda costa buscaban la manera de provocarme el delirium tremens. Los que no saben de este tipo de trabajos por lo menos deben de saber que son expertos en saber hacer oír voces mediante canallas en las calles que le hablan al oido, o que buscan a lo dementes para provocarlo y amenazarlo, y que los ladrones a sabiendas salen a ver qué se consiguen. Así se dan los asesinatos perfectos.  Yo estuve a punto de lanzarme a un carro en la carrera décima en Bogotá, e incluso un “ojos azules” que me esperó en un domingo por la mañana cuando salí de lo que “El Embrujado” a dado en llamar “La casa embrujada” después de haber regresado de Venezuela para sufrir toda una tortura de persecuciones y ostracismos durante once años en la que éste me esperó a mansalva tratando que con su teatringo yo pudiera terminar en las llantas de un carro, hasta que  tocó abandonarla por cuenta de estos malos imaginarios de la locura que este país ha dado y sin contar otras historias que seguramente tardaría muchos años en contarlas. Complotadores que basados en esos trabajos  de sicología que así como ahora se meten en mis blogs, los distorsionan, o los cambian, en la vida real me hicieron dar a entender que me iban a matar.   Incluso mediante la coacción  existen esos manejos sicológicos adonde a un niño se le puede ir creando otros imaginarios tan retorcidos que lo pueden llevar al delito sin creer que es así, porque estando en esa edad de formación tan juvenil, en aquella edad adonde existen sueños y euforias lo pueden enredar mediante argucias en situaciones tan personales que mientras lo hacen aparecer como un proclive degenerado, es drogado y llevada su voluntad a esos extrañas situaciones que solo estos imaginarios  que lo rodean lo saben, y los usan a sabiendas que son toda una guarida de cómplices que solo les importa los fines que persiguen a donde “el billete puro”está a la orden del día.

En fin, aquel personaje que me contó que hacía desaparecer los rastros de una herida, me hizo recordar cómo otro cuando estaba convaleciente de la operación de la columna vertebral en el barrio San Antonio  en pleno centro de Bogotá, me echaba un discurso tan largo para decirme que esas varillas de titanio iban a desaparecer. Yo lloraba compungido como un niño, mientras aquel prestidigitador de la conciencia me hipnotizó por unos momentos, que en medio de mi sopor me creí dicho cuento, y con los años comprendí sobre lo que son los lavados de cerebros hechos por estos farsantes que resultan delinquiendo a la vista pública de todos, y nadie se da cuenta como en la novela de García Márquez adonde todos sabían que iban a matar a  Nassar en “Una muerte anunciada”.

Una persona que dudando la existencia de un ser sobrenatural, ya estaba convencido que las varillas se le iban a desleír en su cuerpo. Y no. Todavía estos personajes están tan engarfiados que no descansan en sus propósitos, que habrá que contar la que sigue a pesar que las varillas …

Ibagué y su gente del Tolima

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