Algunos años antes de irme para Venezuela después que tuve que abandonar por primera vez “La casa embrujada ” me estaban pasando situaciones personales que no podía entender. En Ibagué había sido lo mismo. Era todo un grupo de jóvenes que parecían girar en mi rededor que en medio de esa bohemia donde se hablaba de literatura y de política, y de derecho,todos parecían empecinados en orientar sus pensamientos alrededor de ciertas ideas fijas que a uno se le meten en el cerebro sin entenderlo. Es más, una manipulación sicológica que ahora con los años entiende este tipo de trabajos que por lo burdos son rufianescos, aunque uno compartía su vida y sus amistades con un grupo de amigos que nadie podría entender que fueran malévolos. Todavía recordaba que había tenido que abandonar a Ibagué debido a un exabrupto sucedido en una componenda orquestada por los mismo amigos con los que andaba, mientras un agente a sabiendas que estaba alcoholizado a esa edad en un curso que hice con la Normal para validar la profesión de docente ya que solamente era bachiller, me buscaba entre aquel grupo de docentes en medio de una posible huelga que se gestaba, me decía que me fuera porque me buscaban. En son de qué digo yo ahora, cuando en realidad solo tenía algunos amigos que hablaban de política pero no estaba ni siquiera en alguna organización. Curiosamente, en esos trabajos que ahora lo hacen tan repetitivamente , este profesor de la policía tenía el mismo nombre de un familiar que ha sido un comerciantes importante que importa desde otros países sus productos pero que yo casi que ni conocía, solo porque cuando iba a Bogotá me relacionaba con mi papá. Era como queriéndome decir que era por cuenta de éste. Y sin embargo yo no lo entendí así en esos años porque me parecía pura coincidencia, coincidencias que no dejan de llamar la atención porque he creído que he tenido mis policías particulares que lo persiguen. Y claro, a uno lo deben perseguir ya sea porque que se es un delincuente, pero desgraciadamente siempre uno creía que era por política, hasta que toda esta historia cambió cuando llegué a estudiar en la universidad Libre y la llegada a vivir con una tía en la casa que el otro(El Embrujado) como si fuera un hermano gemelo mío ha dado en llamar “La casa embrujada”, tal vez porque se le dio por hablar de Rómulo y Remo sobre los orígenes de Roma y la trascendencia que han tenido en nuestro derecho occidental, pues todos sabemos que desde niños fueron amamantados por una loba.
Por aquellos años de la década de los setenta ni siquiera sabía que uno podía escuchar voces a pesar que ya había oído hablar sobre el deliriun tremens ni mucho menos podía pensar que a uno se lo podían provocar mediante drogas subrepticiamente en alguna comida o en el licor, y sustos donde además del manipuleo todo un grupo de rufianes participaban para irle haciendo el amedrentamiento que hoy llamamos matoneo tanto en el Internet como en la vida real. Lo de las voces es terrible. Ud. comienza a escucharlas, las oye de manera incoherente , y no se está dando cuenta que por alguna razón el oído se ha afinado que hasta el zumbido de una mosca la puede escuchar. Pero que también, como me pasó a mi antes de irme para Venezuela este tipo de trabajos trataron de hacerlo en pleno centro de Bogotá cuando alguien pasaba y me hablaba algo cerca del oido y uno cuando miraba se hacía el loco. Uno quedaba grogui porque el que lo hacía ni se inmutaba. Un gendarme me lo hizo en la oficina de un primo comerciante en Bogotá cuando el familiar lo llamó no se para que cosa, en un mismo día que salí amenazado y constreñido de la casa que digo por los días en que oí hablar en un festejo que hizo con amigos el hijo del que le vendió la casa a la tía cuando decía:
-Ese no es capaz de responder.
Y hablaban de alguna provocación o algo parecido en los días en que por la avenida 27 después de pasar La Primera de Mayo rumbo hacia el centro de Bogotá y por el lado derecho adonde hay un romboide, muy cerca de un almacén de ropa muy conocido porque además es fabricante, “Un Ojos Azules” mediante un hábil manejo sicológico para que me atropellara un carro, me quiso matar; y que da la casualidad que mi gemelo ya lo escribió y yo también en “Un autista en Colombia“.
Vendrían otros disparates que no son del caso contar ahora. Se trataba de un trabajo de inteligencia muy particular para desquiciar a una persona. Alguien por lo alto estaba tramando este tipo de trabajos con el fin de… Las suposiciones están a la vista. Tengo varillas en la columna vertebral, fui durante años y lo soy, un desempleado. obligado a salir de esa casa hace años fui objeto de otro intento de asesinato en Venezuela y además objeto de otro trabajo parecido por cuenta de “La guardia nacional” en ese país hermano. Aquí no más en un negocio aledaño a la plaza de la 21 otro personaje parecido hace poco se pareció en uno de esos días que iba por la tarde a tomarme una cerveza para la sed, apareció invitando a varios de los contertulios comerciantes y a mi a tomarme una cerveza. Estaba ido, tal vez por el licor, y aunque fuera cierto el hecho es que mientras me tomaba la cerveza hablaba de las guerras del estado contra los ilegales, y como si quisiera darme a entender que yo tenía algo que ver me hizo sentir como si yo fuera un perseguido. Más bien, con todas la decencia del caso, decid´partir a pesar de haberle aceptado una cerveza que los otros no aceptaron. Según decía su carro estaba varado, un carro rojo que me hace recordar a otra situación en aquella casa que he venido hablando de Bogotá donde amigo de un vecino lo dejo al frente de la entrada de mi casa en la propia puerta, como tratando de no dejarme salir, para después ese mismo día yendo hacia Bosa se me aparecería haciendo que las llantas del carro contra el andén rozaran amenazándome, pues había tenido que casi frenarlo contra éste, mientras me miraba desde su puesto de conducción amenazante sin que yo pudiera distinguir su rostro.
Hacía pocos años con una amiga habíamos hecho unos trabajos en “El Lago-Timiza” en un cultivo que ella tenía con El Distrito sobre lombrices, para impulsar un posible “emprendimiento comercial e industrial” sobre el cultivo de lombrices que sirvieran de reemplazo de la carne de res, basado en una lombriz especial que había sido traída de Francia porque allí es popular como fuente para la elaboración de hamburguesas. Dentro de mis estudios autodidactos sobre electrónica ya sabía que existían técnicas mediante las cuales con transmisores a determinadas frecuencias podían ahuyentar a las ratas con ultra-sonidos que el ser humano no capta, pero éstas. si
El comestible para ellas eran los desperdicios de la plaza de mercado de Abastos de Patio Bonito, para hacer dicho cultivo en uno de los barrios cercanos que ahora no me recuerdo adonde había una especie de escuela para niños dirigido por las madres que ahora seg{un entiendo están pidiendo su pensión por el trabajo realizado con el gobierno en ayuda a los padres que no podían tener a sus hijos en sus casas mientras trabajaban.
Allí precisamente adonde años más tarde otro imaginario muy parecido a uno de los que me detuvo con un amigo años antes en los calabozos del D.A.S. por que suponía que yo era un peligro social, y que por esas extrañas coincidencias del primo que hablaba cuando aquel policía amigo con su mismo nombre cuando hacía los cursos para graduarme como maestro según un empleado y hermano de un cacharrero, este también tenía negocios allí en este sector comercial.
-Vaya, vaya montaje, podría decir cualquiera.
La amiga no podía armar un aparato electrónico para espantar a las moscas que se daban en este pequeño cultivo, y además hacían que el mal olor fastidiara a los vecinos. Tenía que ser un cultivo limpio donde las lombrices pudieran crecer sin éstas lo afectaran. Su plano había sido tomado de uno de los cursos que dan en los colegios oficiales, y cuando supe que la resistencia se quemaba, lo más correcto era colocar una de mayor resistencia. Cosa que salió bien
Pero yo, ya andaba en ese camino sugestivo por los trabajos que a diario me hacían estos imaginarios de malas pulgas adonde descubre que también estos personajes también organizan sus complots y aplican sus propias leyes personales en detrimento del estado que es el que al fin y al cabo en cierta medida es el que paga todo.
A mi pago los trabajos que hice sobre una construcción de rejas alrededor de aquella localidad mientras unos hijos de policías salieron a conseguirse lo suyo. Y parece que no solamente se trataba de éso, sino de enloquecer a una persona que ya estaba en el precipicio del “Deliriun Tremens”. Un trabajo bien elucubrado adonde me cambiaron el talonario de una cuenta de ahorro que tuve en Colpatria, y que después resultó robada aparentemente porque me cambiaron el número de dicha cuenta por otra supuestamente que pertenecía a otro. Incluso un cheque gubernamental me lo cambiarían a sabiendas que no lo podían hacer, pero como mi talonario para sacar los ahorros había sido cambiado por uno robado, decidieron cambiar el cheque que solo podía cambiarse mediante la consignación en la cuenta de ahorro.
Después de mi fractura de la columna vertebral, tal vez un año después, entendí que se trataba de hacer que yo no consumiera licor porque estaba tan demasiado alcoholizado por el temor y el miedo, que si no lo ingería, así fuera para lograr en parte cierto equilibrio mental, me enloquecería. Y así sucedió. Sería largo contar esta historia. pues al fin y al cabo es sobre las voces lo que ahora me interesa.
Es un trabajo que solo los que hemos pasado pro esas situaciones en medio de las amenazas valen la pena contarla, no sin antes hablar sobre otros casos donde un familiar paisa, y otros que conocí algo parecido les pasó.
Unos están locos, y los otros…
Escuchaba voces que iban y venían de personas que yo no conocía y que además no estaban coordinadas. Yo estaba loco sin un peso en el bolsillo porque los que hacían el trabajo de la construcción de rejas en ese contrato que hice con el gobierno las colocaban adonde querían, y convirtieron mi vida en una pesadilla por que el dinero del apartamento dejado por herencia menguaba con los pagos que le hacía a éstos , que incluso se creyeron que yo era una especie de beneficencia para el gobierno porque las colocaron donde no estaba contratado. Contratos que se perdieron porque sus copias desaparecieron en esos enredos que existen, y porque además si los buscara en algún lugar de las oficinas del estado, se me iría otra vida.
Las voces seguirían. Y esos trabajos que todavía no terminan, me darían la razón para continuaría con esta historia sobre las voces que digo me atormentaron, ya no por cuenta de esos filibusteros de calles conspirando por cuenta de otros, sino porque así casi muero, no solo de un síndrome cardíaco, o por las manos de otros que me provocaron, o del propio intento que hice para quitarme la vida.