Leyendo esos libros que dije, hay cosas que no concuerdan. A los que les da el “Deliriun Tremens” escuchan voces que van y vienen, mientras se tiene los nervios alterados que cualquier sonido, la mirada grosera de alguien, o su provocación los pueden alterar, porque se está en un estado mental y sugestivo, que cree que lo van a matar. Entonces mira feo y horrible, e incluso con miedo. Los que saben de ésto, pueden alterar todo este tipo de situaciones mediante sus provocaciones grotescas, sus insultos, que incluso lo pueden intimidar en su misma casa como para que ese circulo mediático en que está, lo reafirme. Sus vecinos pueden ser sus verdaderos verdugos. Lo comprobé conviviendo con esa situación, y es muy probable que le falte vitamina B o como me pasó a mí tenía problemas de descalcificación porque ya tenía osteoporosis sin haberme dado cuenta, que al arrojarme de un segundo piso en una sección de la alcaldía de Bogotá, por la calle 11 con 9, me fracturé la columna vertebral.
Habían pasado muchas cosas en mi vida, y era la culminación de todo un proceso en el que participaron muchos de esos personajes a donde los ladrones también quieren conseguir sus tajadas, pero que para mi desgracia algunos que aparentando autoridad en realidad saben que este tipo de personas marchan hacia el cementerio. Están locos. Yo tenía esquizofrenia. Me daba miedo que alguien me hablara, incluso había comenzado a oír voces de desconocidos que me sugestionaban, y comencé a sentir como si dentro de mi cerebro tuviera una piedra que me golpeaba por dentro. No podía dormir. También parece que para reafirmar esta situación sicológica, en el barrio San Antonio se paraban en la ventana que daba a la calle del apartamento que había tomado en arriendo, se paraban otros a hablar de lo que me iban a hacer para matarme, y cosa que era cierto pues sus sombras y sus voces las vi en esa realidad que yo todavía no había perdido. Era un tipo de trabajo sugestivo que se concatenaba, y que antes me había sucedido después de haber hecho una negociación con un tal Aldana para permutar el apartamento arrendado por otro en Bella Vista a donde tres muchachos me salieron a matar con revólver en mano., mientras me zarandeaban tratando de meterme en una Zanja que existe muy cerca de un puente, y adonde según entiendo por allí varios incautos ya habían muerto.
-¡Dispare, dispare! le gritaban los que me zarandeaban al que tenía el arma, al ver que no me pudieron llevar hasta la zanja.
Y sin embargo, por los menos con los que hablé por esos días del desespero era un grupo donde una mujer se disfrazaba de hombre y ya habían salido en otras ocasiones como si los conocieran. Un policía vecino, ya mayor, dejaba su revólver a la vista de la todo el mundo en una tienda donde yo quise paliar mi angustia , pues no había nadie que me ayudara en esa situación al borde de la locura. y claro que esto lo supe por cuenta de aquel gendarme que después resultó con el cuento de que desde la casa que tuve que abandonar nuevamente, yo era el responsable de la tubería que tenía rota. Aquellos muchachos, me robaron dinero,me rompieron la cara, y al ver que no me dejé llevar hasta la zanja donde posiblemente me hubieran matado desaparecieron del entorno en una hora de la noche en que hasta ahora comienzan a llegar los que han salido de sus trabajos. No era más de las 9 P.M. Me estaban esperando sin más ni más como si en realidad supieran que ya tenían su muerto. Aldana que trabajaba en la Brigada, me había hecho firmar todo sobre lo que fue abonando, y me había entregado una casa con problemas legales, y se había apropiado del apartamento heredado de mi papá en pleno centro en la Fragua ; y él en cambio me había dejado una casa en obra negra con una deuda que el Banco prestmaista me pagaría en unas condiciones tan tracaleras que uno puede concluir que estos personajes analizan a sus víctimas, y los engatusan, por lo que creo que todos se conocían entre si como en esas cadenas malditas donde los delincuentes negocian sus casas a sabiendas que el que las entrega termina muerto. No morí en el intento, pero tuve que abandonarla, hipotecándola mediante un prestamista amigo de Memín, y además para poder venderl tuve muchas peripecias porque en realidad aquella casa tenía problemas legales que prolongaron ese largo martirio de tener que ir adonde lo quisieron matar. Torturas sicológicas que parece han querido prolongar a través de los años como si hubiera $ algo escondido, o porque así son estos imaginarios de mala fe. Después entendería que todos estaban por conseguirse algo conmigo. En esa larga cadena infernal, terminaría en la casa de la tía después de haber salido del Hospital todo loco y con varillas en la columna vertebral, mientras unos hijos de policías y de la brigada en el “Lago Timiza” en un contrato que había firmado con “El Bienestar Social del Distrito” se creyeron que en realidad yo era el multimillonario a quien tendrían que esquilmar, qué colocaron rejas a donde no había que hacerlo en el contrato, y pprorrogaron todo el trabajo a sabiendas que yo terminaría muerto. Alguna razón debe tener “El Embrujado” cuando lo cuenta “En las garras de la delincuencia” donde estos personajes para paliar sus delitos y así evitar que los denuncien, van creando otros y otros estigmas mediante sus aúlicos en una cadena interminable que todavía no termina, porque entre otras cosas al regresar de nuevo a la “Casa Embrujada” igual que mi doble allí también iría a ser víctima de estos personajes que aparentando ser de ley, no eran más que unos tracaleros, adonde un tal “ojos Azules” me intentó matar tratando de hacerme atropellar de un carro mediante la sugestión y el miedo a que me tuvieron sometido durante todos esos años, que yo he considerado como en el libro que comento: “Un extraño secuestro”.
Y es que en verdad durante años de años aquella casa desde que me mordió el perro los testículos, tras varios atracos, e incluso en la última ocasión toda una caterva de delincuentes y vecinos, hicieron tantas fiestas que cuando regresé de nuevo a aquella casa, después de haberla abandonado e irme para Venezuela convencido que medio país me perseguía, y que sería reforzado allí con los de la guardia Nacional como si estuviera marcado, en un teatro tan sui generis, que nadie le cabe en la cabeza que a alguna persona se le haga este tipo de persecución sugestiva , hasta un cura que parecía franciscano fue en un diciembre a dar su misa, mientras los demás auspiciados por estos vecinos tan, tan sicoseadores celebraría una misa. Y sin embargo, a pesar que andaba medio ido, puedo decir que ese frayle no era tal, porque se parecía mucho a un amigo del hijo del vecino que le vendió la casa a la tía, y que para más señas era un chófer. Y claro que hablando de esto último, yo ya lo conté en “Un Autista en Colombia” de cómo el hijo del vecino en uno de esos días que me encontraba sin agua, sacando un bus del garaje adonde yo fui por esos días a pedir agua, mientras yo pasaba este devolviendo el automotor se estrello contra un poste de unas cuerdas eléctricas, que si se hubieran caído yo estaría muerto. Había sido electrocutado. Por los lados del “Oscus”, para más señas. Y éso que estas son apenas unas historias que yo estoy contando, pero que los testigos….
Nunca lo dirán, aunque claro que de esa manera me mantuvieron amenazado. Allí en esa misma casa descubrí que no estaba loco. Las voces que había escuchado eran ciertas y coherentes. La otras que había escuchado cuando me quise matar, si eran producto de la locura.
Más bien hablemos de visiones para seguir con este tema de las voces.