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Ukrania: “Desde Rusia con amor”

Aunque parezca ficción para este lado del mundo, lo sucedido en Ukrania es una reminiscencia de lo que vivimos con la guerra fría. Fue en los tiempos del final de la segunda guerra mundial cuando Stalin  con su llegada triunfalista en Berlin, los aliados también irrumpieran después del día D donde todas sus tropas convergieron  en las playas de Normandía para integrarse al combate y disminuir el poderío de los alemanes. Ukrania que es tan antigua como el mismo imperio Ruso de los zares  ha sido parte de lo que fue el estado Polaco-Lituano, la Rusia zarista en esas confrontaciones que se dieron después con el imperio Austrohúngaro tras el desaparecimiento del imperio otomano, por no decir que es la tierra de los cosacos que con su música y sus bailes son conocidos en occidente, y que en 1.954  Nikita Jrusop incorporó la península de Crimea que pertenecía a  la Rusia Zarista del siglo XVIII en la época de los tártaros a este país que hizo parte de lo que fue la antigua Unión de repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.); y que ahora tras las revueltas de una gran parte de su población contra el presidente Viktor Yanokovich que se opuso al intento de ser parte como Estado de lo que ahora es la Unión Europea, debido a las esperanzas que todos han tenido en los sueños de un mundo mejor al estilo occidental, ya que la corrupción de los altos dirigentes estatales y  las malas políticas sociales y económicas heredadas del imperio soviético los tiene en la ruina.

Y si el filósofo Hegel preconizo que la historia se puede repetir de manera ascendente y diferente, éstos que no comparten la el gobierno y el actual sistema social  de los predecesores del socialismo creyeron que su inclusión al Mercado Común Europeo solucionaría sus falencias económicas sin contar con que tras bambalinas el poder que representaba el el régimen semi- presidencial de Yanokovich, que huyó tras las revueltas de una población que ve en su inclusión como Estado a la Unión Europea  la solución de sus problemas, debido a que el avance de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la cibernética  acabaron con el dominio de un imperio forjado en el la explotación del acero y sus industrias afines basados en una economía de producción socialista y planificada bajo la égida de un régimen manejado por un solo partido político que representaba la supuesta dictadura del proletariado.

Unos fantasmas que todavía no terminan porque al fin y al cabo después de la caída del muro de Berlín y el desplome de la cortina de hierro el poder del Kremlin no ha dejado de trascender en el mundo occidental su influencia económica y política, ya que Crimea fue parte de Rusia, y que por un desliz histórico Nikita Jruzop sin saber lo que sucedería años más tarde, entregó este territorio a Ukrania donde más de 2 millones de rusos fuera de ese imaginario que también existe en los antiguos habitantes de toda Ucrania de considerarse en sus relaciones sociales como en sus documentos privados que van desde su identidad personal hasta los pasaportes que tienen, muchos se consideran como ciudadanos de primer orden en ese contexto de lo que fue La Unión Soviética y sus Repúblicas asociadas.

Nos recuerda también para el mundo occidental todas las historias contadas desde el punto de vista nuestro, donde los malos y perversos salían desde esa parte del mundo, y donde nuestros héroes como en el caso del famoso espía inglés inmortalizado por Sean Conneri, y basado en las novelas de Ian Fleming – un antiguo héroeque luchó bajo la bandera de Inglaterra en la segunda Guerra mundial – bajo el nombre de James Bond como un detective al servicio de su majestad contra su implacable enemigo Spectrus, que representaba entre otras cosas el poderío militar y económico del socialismo en la U.R.S.S.; pero que en nuestro medio occidental lo más malo que podría existir, y que durante años bajo la tutela de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania, lideraron política y militar  los ideales de los que los occidentales consideramos como  la lucha por la defensa de las democracias occidentales  del peligro del comunismo internacional. Bajo esta égida de la guerra fría el mundo estuvo dividido entre este conflicto bipolar de capitalismo y comunismo que con la caída del muro de Berlín y los in sucesos con que Gorbachot   y su política de El Glasnot, al fortalecer las libertades individuales y privadas de la sociedad, en  1.991 terminara con la disolución de la Unión Soviética y todas sus repúblicas donde surgieron estos nuevos estados. Sin embargo el ocaso de un régimen no ha eclipsado el poderío militar y económico de lo que ha sido el expansionismo soviético, ya que Putín es el representante de esa vieja aspiración que durante siglos desde Pedro el Grande no solo de ser parte de la Europa occidental y de su salida al mar Negro, donde ahora aunque lo niegue, la ubicación de su flota en Sebastopol  y la influencia que tiene no solo por los dos millones de habitantes de origen ruso, si no porque siempre esa ha sido su expectativa de no aislarse de occidente,  donde  los antiguos tártaros todavía no olvidan cómo fueron obligados a sobrellevar el dominio de un imperio que ahora los amenaza con cobrarles el gas que es un fundamental para sus finanzas al otrora segundo estado más importante que fue en los tiempos de la U.R.S.S. La huida del presidente tras sus malas políticas y el despilfarro de sus arcas por sus subalternos, más  haber impedido su acercamiento a la Unión Europea, han hecho que esos recuerdos de la guerra fría ahora afloren tal y como el personaje de la serie de James Bond que siempre ha luchado por la defensa del mundo occidental, y donde  Europa y los Estados Unidos ahora acuden en su ayuda para paliar sus problemas económicos, sin que Putin acceda a dejar  Crimea donde está su flota y que le permite dar un respiro precisamente a donde no hace más que unas pocas décadas ellos eran los que mandaban en los muros de la cortina de hierro.

Es difícil que la Unión Europea ante una guerra como la que está planteada por Putín en la defensa de sus intereses en Crimea intervenga militarmente debido a que sus economías dependen en cierta medida del treinta por ciento del gas que Rusia les vende, y que además Ukrania si no deja pasar por su territorio ese gas no se vea compelido por la hegemonía que Rusia tiene en la región, que ni siquiera ante la amenaza de  Obama y los aliados de la O.T.A.N. no lo dejen participar en el G 8, puedan convencer a Rusia que deje sus pretensiones sobre lo que siempre ha considerado como parte de su historia. Aunque es probable que las conversaciones entre los delegados del Pentágono y el Kremlin  generen algún acuerdo, nadie podrá evitar que Putin siga ejerciendo su dominio en Crimea con el pretexto de que fue depuesto un presidente constitucional por las sublevaciones de los que mayoritariamente han querido entrar al pacto con la Unión Europea, así sea considerado un corrupto por ellos; ni que cejen en su empeño de no aislarse de occidente de un territorio y de una nación que hizo parte de ellos durante siglos.

Es tal vez éste el mayor incidente al que los europeos en particular y el mundo en general han tenido después de la primera y segunda guerra mundial. Ni China ni la India ni Japón ni los otros países que como Israel y del medio oriente todavía no han tenido tiempo de reflexionar lo que podría ser una invasión por parte Rusia a Ukrania, o lo que podría generar las medidas de Wahshintong con sus sanciones económicas.

Ojala que prime la razón y no la fuerza de las armas en estos tiempos donde existe el poder de las bombas nucleares de las grandes potencias que pueden ser utilizadas como disuasivas. Ya lo está haciendo Rusia con su poderío militar contra la Unión Europea y los Estados Unidos en Ukrania.

La Leyenda del Dorado 

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