El ser humano, al igual que muchos animales, tiende a vivir en sociedad. Las relaciones sociales e interpersonales se convierten en una auténtica necesidad para conseguir un desarrollo adecuado de la personalidad, aunque también pueden ser una fuente de conflictos.
El recién nacido comienza su vida de relación de un modo activo, ya que conecta con los demás a través de ver sus necesidades elementales cubiertas por la madre. Durante la infancia vemos una marcada dependencia hacia los demás, que se mantiene durante las posteriores épocas de la vida, prácticamente en todos los ámbitos: la educación, el trabajo, la familia, etc., de tal modo que las relaciones sociales resultan imprescindibles para lograr el desarrollo de las habilidades y personalidad del sujeto. Además hay que considerar la influencia que recibimos a través de la transmisión directa por parte del circulo más próximo de personas o mediante los medios de comunicación. Se puede decir que el ser humano del siglo XXI vive bajo la influencia de un continuo bombardeo de estímulos entre los que destacan los que se refieren a la conducta social y a los hábitos de otras personas. Se produce entonces un aprendizaje sociocultural de imitación, que actúa de un modo más notorio cuanto mayor sea la admiración y que se mantiene con el modelo a seguir. También suelen adquirir durante la infancia gran parte de sus creencias, formas de comportamiento, costumbres y tradiciones, que más tarde, con la llegada de la adolescencia, se reforzarán o se desecharan.
Actualmente, y sin meterme mucho en temas políticos o morales vivimos en una sociedad de consumo y de culto al cuerpo y a lo artificial. Vivimos en una sociedad dónde vale más invitar a un juego en facebook que invitar a una caña, vale más un like que una sonrisa. Por eso, en una sociedad en la que se vive “para fuera”, para que la gente vea lo que haces y lo feliz que eres haciéndolo (o al menos lo feliz que te hace decir que lo haces) no es extraño que alguien no se sienta a gusto con su propio cuerpo, ya que es tu carta de presentación. Ya no se hace deporte por gusto, se hace deporte porque está de moda. No te haces vegetariano por ser animalista, sino porque el famoso de turno así lo ha hecho. De ahí el motivo de que habláramos antes de un proceso de aprendizaje de imitación.
En medio de esta sociedad absorbida por las redes sociales ha ido creciendo una iniciativa que defiende que los cuerpos, sean como sean, son validos. Esta iniciativa se conoce como Body Positive, y estos últimos años ha ido ganando mucha fuerza mediática. Podemos hablar de personalidades como las modelos Tess Holliday y Winnie Harlow, la cantante Meghan Trainor o Beth Ditto, o la actriz Rebel Wilson, que apoyan y reivindican la libertad y el amor: al amor propio, que es el más difícil de conseguir.
Porque este movimiento no es sólo para mujeres gordas, aunque este movimiento empezó con unas cuantas mujeres gordas que se negaban a seguir vistiendo con cortinas, la realidad es que este movimiento está dedicado a toda clase de mujeres, ya sean gordas, flacas, con los hombros anchos o muy bajitas. Cualquier mujer tiene derecho a quererse y a sentirse bien con su cuerpo, a mostrarlo sin vergüenza y sin miedo a que la critiquen o le digan que da asco por gorda o que no está sana por estar demasiado delgada. Del mismo modo que las mujeres, los hombres también deben cumplir su derecho de quererse tal y como son sin miedos ni complejos. ¿Acaso los hombres no se ven igual de condicionados que las mujeres al ver hombres que parecen esculpidos en los anuncios de ropa interior? ¿Acaso ellos no tienen complejos por no ser esto o aquello, por ser “demasiado gordos” o no ser “demasiado hombres”? Pues claro que sí. Y por eso el movimiento Body Positive también es para ellos.
Sin embargo, esto no es solo cosa de generos. El movimiento Body Positive está dedicado a todos aquellos que, por unas razones u otras, alguna vez no se hayan sentido del todo cómodos consigo mismos, a quienes alguna vez se hayan odiado por ser como son, a quienes han sufrido y, por fin, se han dado cuenta de que lo verdaderamente importante es ser feliz mientras luchas por ser aún más feliz. Porque quererse a uno mismo o aceptarse tal como eres no significa que no sigas luchando por cambiar a mejor, todo lo contrario. Apoyar a este movimiento es apoyar tu felicidad, sea lo que sea lo que consiga dicho objetivo.