Corrían tiempos mejores para entender el medio ambiente, los niveles de presión de colectivos radicales, los derechos sobre los animales y la realidad del medio natural eran unos conceptos que ni yo, ni ninguno de mis compañeros íbamos a encontrar 20 años después.
Tierra de Barros, la excelencia de la vid y el olivo es mi comarca natal, he crecido en un entorno rural que me ha enseñado el trabajo y la humildad como valores protagonistas, y he adquirido una forma de entender la vida silvestre muy lejos de lo que hoy, por moda, se pretende defender desde el medio urbanita.
Un pueblo es una pequeña familia donde todos conviven por los mismos intereses, en mi caso la agricultura y ganadería son los principales. He podido comprobar de primera mano cómo mis abuelos, mis tíos y mi familia en general han trabajado no solo por tener un sustento económico, sino también por amor a las especies animales o vegetales que han producido en sus terrenos, y sobre todo por no dejar que la tradición y el trabajo de la anterior generación sufriera decadencia.
A día de hoy me resulta muy difícil entender como en Extremadura, donde el principal motor de desarrollo es el campo y sus recursos, existen colectivos contrarios a la ética de personas han desarrollado riqueza para la zonas rurales, y a través de los cuales hemos podido tener un medio de vida.
El gusano cinegético entro en mi vida a muy corta edad, sobre los 7 años comencé a realizar salidas al campo donde acompañaba a algunos familiares, ya que en mi círculo más cercano nadie practicaba la caza. Recuerdo los llantos y lo triste que se me hacían los momentos cuando alguno de ellos no podía pasar a recogerme. Causa de ellos fue que mi padre al poco tiempo obtuviera la documentación oportuna para poder hacer las escapadas venatorias juntos, que hasta el día de hoy no han dejado de producirse, y espero que continúen por muchos años más.
Poco después entendí que esta práctica era solo un motivo para pasar jornadas entrañables junto a familiares y amigos, disfrutando de la tierra donde por suerte nos ha tocado nacer. Aprendí de esta forma, que con la educación cinegética adecuada, se fomenta la conservación y el desarrollo de especies que habitan en nuestros entornos. Gracias a esto he podido conocer lugares encantadores, personas admirables de los cuales algunos se han convertido en verdaderos amigos y por la misma senda he podido abrir y cerrar puertas que me han permitido desarrollar mi forma de vida personal y profesional.
Los ideales que abogaban por las buenas prácticas han sufrido un ligero deterioro debido a la presión de colectivos radicales contra el sector cinegético, sector de la pesca, sector ganadero y mundo rural en general. Mi opinión dice que si esto pasa en Extremadura es una falta al trabajo que han realizado, y realizan, personas comprometidas que luchan por posicionar a esta región en el lugar que merece. En la actualidad existen personan que se dejan llevar por la moda, (entiéndase moda por ideales o forma de vida) sin tener en cuenta de donde vienen o hacia donde van.
Comprometido con fomentar los valores naturales y las buenas prácticas cinegéticas en los jóvenes, tomé partido en la Asociación Juvenil JOCAEX. Aportando mi granito de arena para que cada joven que despierte un mínimo interés por el medio natural, pueda llevar a cabo sus inquietudes. El objetivo de esta asociación pasa por agrupar al sector rural juvenil de Extremadura, acercar la actividad para que esté al alcance de todos y contribuir de esta forma al relevo generacional del entorno cinegético.
José Ángel Durán Risueño.
Técnico Superior en Gestión de los Recursos Naturales y Paisajisticos.