Seguía sufriendo los efectos de los comilonas de estas navidades cuando pensaba qué escribir para el primer post del 2018. Giré la cabeza a un lado y vi como dos personas, con lápiz y papel, se disponían a confeccionar su propia lista de propósitospara el nuevo año. Dejar de fumar, adelgazar, hacer más deporte, leer más…quizás sean los objetivos que lideren el ranking de la mayoría de listas, pero casi ninguno suele cumplirse. “Ya si eso el lunes” o “El mes que viene voy al gimnasio sin falta” son las frases más recurrentes hasta llegar a la de “al año que viene sí que sí”.
El ser humano es experto en hacer listas, pero también lo es, los jóvenes cada vez más, en procrastinar. Llamémosle a esto la acción de posponer actividades que debemos hacer ahora por otras que son irrelevantes. Todos lo somos alguna vez, y los estudiantes incluso más ¿quién no ha estudiado todo la última tarde? ¿Quién no se ha quedado casi toda una noche sin dormir para intentar hacer todo lo debía haber hecho dos meses antes? Si usted es uno de ellos, mi más sincera enhorabuena.
La procrastinación genera frustración y estrés. Y aquí vale esa frase recurrente No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Pero para los procrastinadores el acto que se pospone se concibe como peligroso, difícil o aburrido por lo que lo aplaza sine die y evade su responsabilidad. Dicen los psicólogos que puede llegar a ser un trastorno volitivo (de la voluntad) aunque a mí me gusta llamarlo zona de confort, esa en la que solemos anclarnos muchos y de la que si salimos pueden pasarnos cosas maravillosas.
Pero este año no voy a procrastinar nada y voy a cumplir todos mis retos. Quizás para que se cumplan debemos bajarnos de la nube y ser realistas; cuando nos enfrentamos al lápiz y el papel somos cual gerente y director de marketing de una empresa. Y es que el ejercicio de pararnos a pensar, mirarnos a nosotros mismos para ver debilidades y fortalezas, ayuda a trazar un camino eficaz y realista que nos ayude a conseguir lo que queremos. Aquí una recomendación, el blog del coach y consultor en marca personal, Raúl de Tena.
El hecho de dejarlo todo para después produce que se pierdan muchas cosas por el camino, o que simplemente salgan mal, aunque haya voluntad para hacerlo bien. El no tengo tiempo de ahora es como la excusa de mi perro se ha comido los apuntes leía en una red social. Hay que establecer prioridades en función de nuestros deseos y necesidades, no por lo tedioso o difícil que pueda llegar a ser. Hay que pasar de ser personas reacias a ser personas proactivas.
Hablando de tiempo ¿Saben cuántas horas al día pasamos mirando el móvil? Hasta tres horas diarias de media, tiempo que se incrementa en media hora si hablamos de jóvenes entre 16 y 24 años, según recoge Connected Life, un estudio de la consultora TNS. El móvil o la tablet son herramientas que nos hacen más fácil nuestra vida si la utilizamos de una manera correcta y exprimimos su máximo rendimiento, pero a veces puede convertirse en una fuente de toxicidad. El móvil y las redes sociales nos acercan a las personas que tenemos lejos, pero nos alejan de las que tenemos cerca. Seguro que muchas veces ha observado o incluso ha sido partícipe de una cena o reunión de amigos o compañeros en los que por momentos se ha hecho el silencio porque todos miraban el móvil e incluso hablaban con personas que no estaban en el mismo lugar; y cuando por fin estamos delante de esas personas, volvemos a sacar el móvil para hablar con otras personas que no tenemos delante. Maldita paradoja.
Pasamos mucho tiempo en internet, sí, pero es que curiosamente, más del 57% de los españoles admite que solo lee los titulares de la prensa en internet, a la que accede sobre todo a través de redes sociales (conclusiones del libro blanco de la información 2017). Si a esto le añadimos que la mayoría de internautas que comparten noticias en canales sociales no suelen leerlas, no podemos sacar pecho de nuestro análisis crítico a la hora de contrastar y analizar la información. Vivimos a un ritmo tan vertiginoso a la hora de consumir contenidos que nos pueden tangar con algunas informaciones.
Yo al 2018 no le pido dinero (aunque un aumento de sueldo me vendría bien) ni un cuerpo diez; solo quiero que pensemos, pensemos, y volvamos a pensar. Es bueno pararse, mirarse a sí mismo, reflexionar y establecer prioridades. Una vez que tengamos las cosas claras y tracemos al camino ¡A por ellas! Para llegar lejos, primero hay que dar el primer paso