Sí, a vosotras que me leéis. Ya, ya sé que no os esperabais que os dedicara mi artículo del Periódico Hoy, pero es lo mínimo que os merecéis. Ya queda menos de un mes para vuestro temido 22 de junio. Ha sido un año duro con momentos buenos y no tan buenos, pero ahí estabais vosotras para luchar por vuestro sueño. Yo siempre digo que lo importante de todo esto es la ilusión con la que se persigue esta meta. Nunca debéis compararos con el de al lado, cada uno tiene una situación personal diferente. Pero tarde o temprano todos lo conseguiréis.
Hasta que uno no se pone a opositar no sabe lo que significa. ¿Cuántas veces habéis tenido que decir que no a un plan por adelantar en la programación?, ¿Cuántos días os habéis quedado sin siesta por hacer ese supuesto práctico y así aprovechar la tarde estudiando temas? Y ya por no hablar de mis opositoras y trabajadoras. ¡Qué fuerza de voluntad! Sí, por poco que puedan hacer el día a día, sacan huecos de dónde no lo hay. Se quitan horas de sueño, ocio, descanso y eso para mí, tiene un mérito increíble.
Y así un sinfín de cosas. El trabajo del opositor es duro y a la vez bonito. Bonito porque luchas por lo que de verdad quieres. Como bien dice Francisco del Pozo “No, no estás encerrada estudiando. Estás forjando tu propia estrella, la que te dará la libertad de vivir en el futuro dedicada a aquello que deseas hacer”.
Miles de horas de opozulo, unidades didácticas interminables, opomoños, fines de semana encerradas, pero… ¿Merecerá la pena? Seguro que sí. Algún día miraréis para atrás y veréis todo lo que lleváis recorrido, por poco que os parezca.
¡Venga un empujoncito más! Suerte a mis futuras maestras.