Estos últimos días nos hemos despertado observando una gran catástrofe en algunos medios de comunicación, aunque no ha tenido la repercusión que debería haber tenido, debido a que mucha gente desconoce la gravedad del asunto. Desde hace días la selva amazónica, hogar de tres millones de especies naturales y animales, que además proporciona el 20% del oxígeno del planeta, está ardiendo a una velocidad increíble, destruyendo a su paso todo lo que en ella reside, incluyendo gran parte del oxígeno que nos hace estar vivos. Así es que a esta selva se le denomina el “pulmón del planeta”. El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales Brasileño (INPE) ha registrado en 2019 un aumento de los fuegos del 85% con respecto al año pasado.
¿Sería algo irracional que esto estuviera causado por el ser humano? Pues bien, los taladores de árboles utilizan el fuego para despejar el suelo después de la deforestación. Desde el IPAM (organismo de investigación amazónica) explicaron que “No hay fuego natural en el Amazonas. Hay personas que practican la quema, que puede empeorar y encender incendios en la estación seca”.
Paulo Moutinho (investigador del IPAM) además, sostiene que: “Los incendios siempre tuvieron la mano del hombre”; el fuego se usa para limpiar las áreas deforestadas, para abrir caminos o para preparar la tierra de cultivo, prácticas propiamente realizadas por el ser humano. La falta de prevención en estas prácticas hace que esos incendios se propaguen a áreas que no se quería quemar. Muchas veces, si no se extinguen con la lluvia, terminan encontrando barreras de vegetación húmeda y se apagan. Pero desgraciadamente en ocasiones el fuego es tan grande que cuando encuentra este tipo de barreras, puede traspasarlas.
«Esto no es una venganza de la naturaleza, es algo muy muy humano», sostiene Nurit Bensusan, del Instituto Medioambiental.
Hoy más que nunca podemos darnos cuenta que la frase “Homo homini lupus” creada por el comediógrafo latino Plauto, en su obra Asinaria, popularizada por Thomas Hobbes, y que es traducida como: “El hombre es un lobo para el hombre”, tiene una veracidad palpable, que puede hacer reflexionar a todo ser humano. Destruimos lo que nos da de comer, lo que nos permite andar sobre una superficie, lo que nos permite respirar y un largo etcétera. Parece que si lo vemos desde otro punto de vista, nos destruimos a nosotros mismos.
Además de este gran desastre que vivimos estos días, el ser humano no está destruyendo su mundo ahora, lleva mucho tiempo haciéndolo. Varios estudios aseguran que en los últimos 40 años se ha producido más basura que en todos los años anteriores a 1970.
El conjunto de la humanidad produce tal cantidad de basura al día que nuestro planeta no puede degradarla al ritmo que le imponemos, y a esto le añadimos la utilización de algunos materiales que hace que una parte conviva con nosotros durante siglos.
Y, ¿Te has parado a pensar alguna vez dónde va a parar la basura que generamos? Sabemos que existen vertederos, quemadores y desechos orgánicos que desaparecen por sí solos y tenemos la suerte de que por estos no hay problema. Pero ¿La tierra tiene capacidad suficiente como para aguantar nuestro ritmo de producir basura? Solo hay que pensar una sencilla cosa: si todas nuestras acciones diarias producen basura y este hecho convierte a La Tierra en el mayor vertedero de la galaxia explorada, ¿Crees que la tierra tiene capacidad para destruir por si sola todo esto? Además, aunque no lo creamos las cosas que pensamos que menos contaminan, también lo hacen, y su degradación puede tardar más tiempo de lo que pensamos. Por ejemplo, una colilla tarda 10 años en degradarse, aunque su tamaño puede engañarnos; las latas tardan entre 10 y 100 años; los plásticos hasta 1000 años, sin hablar de que algunos animales marinos acaban muertos por culpa de estos; los chicles por su parte, a pesar de lo insignificantes que parecen, se estima que necesitan alrededor de 5 años para desaparecer y de nuevo se trata de uno de los residuos que con más frecuencia las especies confunden con comida; y el vidrio puede tardar unos 4000 años.
En conclusión, debemos ser conscientes de que estamos destruyendo nuestro propio hábitat, y aún así somos nosotros los que aún en 2019 realizamos prácticas de tortura animal, porque estos, según afirman las personas que lo practican y lo disfrutan, no tienen la humanidad que nosotros poseemos. Aunque si nos ponemos a pensar, los animales respetan su entorno, ya que es donde ellos viven y se alimentan, y nosotros lo destruimos por la misma razón.
Por suerte, el ser humano puede darse cuenta de sus errores y remediarlos, si lo hace a tiempo. El área de la cuenca amazónica deforestada equivale al tamaño de Francia. Es más o menos un 20%. Esto quiere decir que aún queda un 80% de selva en pie. Todavía estamos a tiempo de evitar un colapso total de la selva, pero la solución debe ser muy rápida. Hay que tener en cuenta que la degradación de la selva no se da solo por la deforestación. También por el efecto del cambio climático, un fenómeno que estamos notando cada vez más con el paso de los años, si nos fijamos, por ejemplo, en la irregularidad de las estaciones. Para evitar esa situación, de acuerdo con los especialistas, el mundo necesita “cambios rápidos, de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad”. De esta manera, todas las personas debemos contribuir, como por ejemplo: aumentando la utilización de transporte público; ahorrando energía; reduciendo y reutilizando, incluso el agua; consumiendo menos alimentos ultraprocesados; evitando el uso de plásticos innecesarios, como vasos, cubiertos y platos de plástico, así como las pajitas. Los especialistas además añaden que en el 2030 estos efectos serán irreversibles, y no se podrá hacer nada para solucionarlo. Por lo tanto, la concienciación del ser humano sobre su propio planeta debe ser inmediata, empezando a realizar cambios en este mismo instante. Si tú, qué estás leyendo esto piensas que sería inútil contribuir, créeme que tu contribución es más que decisiva.
¡Cuidemos nuestro planeta! ¡Cuidémonos a nosotros mismos!