La soledad impuesta
Es horrible esa sensación de soledad que aparece aún cuando estás rodeada de gente. Se multiplica cuando eres la típica persona alegre, divertida, extrovertida…Eres el tipo de persona que lleva la risa allá por donde va, la que escucha y da buenos consejos, 
la que saca miles de temas de conversación…pero que siente que no forma parte de ningún sitio. Es como si no encontrara mi lugar en el mundo. Y en vez de decirlo, lo ocultas ante miles de capas, para que no se te note, para que no te pregunten. Y por momentos te sientes invisible.
Es muy fácil dejar que la otra persona haga todo el trabajo, que se abra emocionalmente, que te haga reír, que hable contigo de todo, estar ahí cuando se le necesita aún sin pedirlo…acabas destrozada. Y te la pasas continuamente luchando contra ti misma, entre sí darte otra oportunidad o dejarlo estar, porque lo único que tienes claro es que no vas a poder dar más de lo que eres si sientes que no hay conexión, que no formas parte de algo.
Somos ese granito de arena en un planeta lleno de vida, que nadie ve, al que nadie pregunta,
Lost man
porque dan por hecho que al llevar esa sonrisa en la cara es sinónimo de estar bien. Y no, detrás se esconden muchos miedos, muchos sueños rotos, muchas decepciones, muchas situaciones que preferimos olvidar…y se necesita mucho valor para seguir adelante. Pero lo hacemos, porque entendemos que la risa es la cura de todo mal.
Y ahí radica el problema, la falta de comunicación, sin ella, la vida se hace más dura. Nos predisponemos antes las acciones de la gente, antes que decir lo que pensamos, o cómo nos sentimos. Es más fácil ocultar nuestro dolor que tener que explicar aquello que nos está matando por dentro lentamente. Y no, no debería ser así, pero es un bucle que se repite cada cierto tiempo, cuando ya has acumulado bastante negatividad. Y por mucho que has intentado luchar contra ello, la oscuridad se apodera de ti y otra vez tienes que empezar de nuevo.
Es por eso que siempre abogaré por el uso de la comunicación. Debemos expresar todo lo que nos preocupa, decir lo que sentimos a las personas que queremos, no dar por hecho que todo va bien, preguntar 
cuando vemos que algo no funciona. No permitamos que esa persona caiga al fondo de nuevo, hacedle saber que está ahí, que importa, que no está sola, y que con algo de tiempo y apoyo, mirará atrás y volverá a reírse de todo. Menos mal que por el camino me voy encontrando con bellísimas personas que me salvan.
Voto por una comunicación proactiva, más en esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, que todo se hace con prisas. Así que, para el tiempo cuando lo necesites y disfruta de la vista.