Vuelos cancelados, fronteras cerradas y ciudades a medio gas. Este año pocos de nosotros nos atreveremos a –o podremos– viajar a los lugares planeados y, sin embargo, seguiremos necesitando un plan para escapar de las ciudades, un lugar con el que fantasear durante las últimas horas de trabajo del viernes. Por suerte para nosotros, no tenemos que ir muy lejos: los distintos rincones de Extremadura están aquí al lado, y sierra de Gata es uno de ellos.
Ubicada al amparo de las mismas montañas de quienes toma su nombre y coronada por el monte Jálama, la sierra de Gata es la comarca más noroccidental de Extremadura, y hace frontera con Portugal y con la provincia de Salamanca.
La particular orografía del terreno ha propiciado a lo largo de la historia un particular aislamiento de varias de las poblaciones de la comarca, sobre todo en al valle del Jálama. Las consecuencias de esto llegan hasta el día de hoy en forma de vestigios lingüisticos en las poblaciones de Eljas, San Martín de Trevejo y Valverde del Fresno, donde una particular lengua romance, conocida como Fala, aun sobrevive. Paseando por las calles de estos pueblos, es fácil escuchar tanto a mayores como a niños hablando en esta particular lengua: un tesoro lingüistico extremeño que pocos conocen.
Con una población de algo más de 5.000 habitantes, este valle ofrece el entorno ideal para escapar del mundanal ruido de la ciudades, respirar el aire de la sierra y disfrutar de una experiencia inigualable en este pequeño rincón extremeño.
Para los más valientes, las montañas ofrecen la mejor excusa para liberar adrenalina: las rutas senderistas y de bicicleta (BTT) del valle te llevarán desde lo más profundo de la ribera de Acebo – donde ves a las montañas alzarse ante ti – hasta lo más alto del Monte Jálama – donde la impresionante panorámica del valle hará que la subida te haya merecido la pena –. Si la valentía hay que practicarla también con los más pequeños, rutas como la de Los puentecitos de la Cervigona se convierten entonces en la opción ideal para todas las edades, y más en verano, donde uno puede acabar la caminata bañándose en la piscina natural Jevero (Acebo).
Para los que buscan algo más tranquilo, la apacible belleza de pueblos como Trevejo, San Martín de Trevejo y Acebo no dejará indiferente a nadie, y las preciosas vistas del valle están disponibles para todo el mundo gracias a la carretera paisajística de Gata Occidental, que une todas estas poblaciones. Como punto extra para esta comarca, y a pesar de lo que dijera Alfred Hitchcock en 1964, yo creo que la puesta de sol más bonita del mundo no está en Zadar, sino al pie de las ruinas del Castillo de Trevejo, Extremadura.