Es imposible no hablar sobre las consecuencias que esta pandemia está causando en el mundo. Mires donde mires, te encuentras con historias tristes, familias sin ayudas económicas, comercios cerrados, adolescentes que ven peligrar su futuro, y miles de personas como yo, sin trabajo, que no saben de dónde vienen ni hacia donde van. Mirar hacia el presente es la única vía posible en estos momentos, porque si uno se pone a pensar en el futuro, solo consigue despertar esas dudas que nos llevan a encerrarnos en un bucle oscuro, que propaga los sentimientos de duda y miedo. Es algo que siempre comento con mis amigos, cuando todo esto acabe, muchos necesitaremos ir a terapia. No hay persona que pueda aguantar tanto, sin poder relacionarnos, sin poder demostrarnos afecto, sin un trabajo con el que poder sobrevivir; nos vemos en la obligación de vivir con nuestras familias, alejando ese sueño de ser independiente, pero sobre todo, de ser útil.
Y te pasas todos los días en casa, intentando ser responsable para no propagar el contagio, más ahora que nuestra Comunidad Autónoma está a la cabeza; y porque económicamente no te puedes permitir gastos extras. Te centras en buscar ofertas de trabajo, apuntarte a cursos para poder mejorar tu CV, y te chocas de bruces contra un muro, porque quieres hacer algo con tu vida, y no te dan la oportunidad. Cuando tienes tanto que dar, tanto que ofrecer, puede que no tengas la experiencia, pero nadie nace sabiendo, es en la práctica cuando adquirimos las habilidades necesarias. Te levantas cada día con esa sensación de nuevo, de pensar demasiado en el futuro, y agobiarte por no saber que va a ser de tu vida. Te pierdes en un mundo lleno de posibilidades, tu cerebro se pasa todo el día maquinando futuros inciertos, todo se oscurece y vuelves a creer que nada tiene sentido. No me quejo de mi vida ni de cómo la he vivido, pero no puedo dejar de pensar en el punto en el que estoy y no querer cambiar ciertas cosas y es ahí cuando entra mi ansiedad, por el futuro incierto. El no saber qué será de mí es algo que me causa pavor, y que me bloquea sobremanera y aunque sabes que eso es la causa de tu ansiedad, te ves indefensa por no saber hacia dónde dirigirlo.
Sabes que tienes que centrarte en reorganizar la cabeza para que no vaya a más, pero sobre todo, recuerdas aquellos momentos que te hicieron feliz, o reír a carcajadas. Puede que nada cambie en ese mismo instante, pero con el tiempo conseguirás ver las cosas de otra manera, no todo se mantiene negro si una no quiere. A veces lo único que necesitas es expulsar todo aquello que te intoxica, no dejarlo en un segundo plano porque ahí lo único que consigue es alimentarse de tus miedos, la bola se hace cada vez más grande, te atrapa, y no te deja escapar. Lo único que te queda es cerrar los ojos, respirar profundo e intentar relajarte. Lo que está claro es que todos necesitamos una motivación porque sino la vida se nos hace un sinsentido.
Vive intensamente, haz locuras, no dejes nada dentro, que con el pasar de los años uno se convierte en la nada. Y la nada nunca vuelve.