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Un problema de salud pública en auge: el suicidio

El suicidio es un problema real que acaba con la vida de más de 3.000 personas al año en nuestro país. Así, en el caso de las personas jóvenes, el suicidio es la cuarta causa de muerte entre personas de 15 a 19 años. Por otro lado, el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid ha afirmado que las tentativas de suicidio han aumentado un 250% entre los jóvenes con motivo de la pandemia.

Cada día hay una media de 10 suicidios en el país. Esto significaría uno cada dos horas y media. Es la principal causa de muerte no natural desde que en 2008 superó a los accidentes de tráfico. Pese a ello, la asistencia psicológica sigue siendo bastante difícil, debido al bajo número de psicólogos que ofrece la Seguridad Social, la falta de coordinación en las respuestas nacionales y autonómicas contra esto y las escasas campañas de sensibilización a nivel estatal. Tan solo 5 de cada 100 euros invertidos en sanidad van para salud mental en España. “Es el único país del entorno que no tiene un plan nacional de prevención del suicidio, hace ocho años que la estrategia de salud mental está caducada y es el único país de la Unión Europea sin especialidad en psiquiatría de infancia y adolescencia. Hay 9,8 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, frente a los 17,2 de media en la UE y el Reino Unido; y 16,2 psicólogos clínicos frente a 29,9.” enumera Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría.

Entre los más afectados se encuentran los jóvenes. La Fundación ANAR recibió un 145% más de llamadas por intento de suicidio en menores en 2020 que en 2019, tasa que además sigue en aumento. En 2019 se quitaron la vida 309 personas entre los 15 y los 19 años. De acuerdo con la Asociación Española de Pediatría, desde el inicio de la pandemia se han agravado los trastornos de la conducta alimentaria, los casos de ansiedad, las alteraciones obsesivo-compulsivas, la depresión, las autolesiones, etcétera. Uno de los pocos estudios que demuestra esta subida de tentativas suicidas y autolesiones es el coordinado por la jefa del área de Salud Mental del Hospital Sant Joan de Déu de Espluges de Llobregat, Montse Dolz, quien ha constado un crecimiento de los intentos, especialmente de adolescentes, en su centro. Según el trabajo, este tipo de empeños se elevó a un 27% en el primer trimestre de 2021.

Por esto, se considera que los recursos en salud mental son un privilegio de quienes tienen dinero, dejando entrever que una vez más las personas sin recursos son las grandes víctimas. El tratamiento psicológico debe ser accesible para todo el mundo, y tiene que formar parte del sistema público de salud de una manera real y eficaz, que no se centre en medicación y que atienda a todas las personas que lo necesiten. Además, los procesos terapéuticos deben ser constantes en el tiempo para que esto se solucione. No se puede depender de la capacidad económica individual para ser beneficiario de algo tan básico como la salud. Asimismo, esto perpetúa de nuevo la existencia de desigualdades y diferencias entre las personas que se pueden permitir vivir y a las que les arrebatan la vida por no poder pedir ayuda.

“10 personas se suicidan a diario en España. En el mayor de los casos ocultados bajo el estigma, el tabú y el silencio que envuelve una realidad que causa en torno a un millón de fallecimientos en el mundo cada año, una muerte cada 40 segundos”, afirma el decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, José Antonio Luengo. También manifiesta la importancia de no relacionar el trastorno mental con suicidio porque “muchas personas que tienen un trastorno mental piensan en la posibilidad de dejar de vivir, pero no todas las personas que se suicidan tienen un trastorno mental”. Por otro lado, sostiene que “la sociedad tiene que entender la necesidad integral de disminuir las tasas de suicidio y el sufrimiento de personas con ideación suicida”. Y ha señalado que “lo importante es hablar bien y saber mandar el mensaje” porque “no se trata de hablar de los suicidas, sino del fenómeno, las causas, sabiendo que se puede prevenir”.

Ante esta problemática, se han evidenciado, además, mitos que lo rodean, ya que mucha gente habla sin saber realmente lo que significa. Por ejemplo, el más evidente es la idea de que la persona que se quiere suicidar no lo dice y va a pasar completamente inadvertido. Esto es falso, ya que 9 de cada 10 personas que se quitan la vida han comunicado a su entorno sus intenciones, y han dado señales claras de que necesitan ayuda, sin haber recibido respuesta. Por esto, es importante que los familiares y amigos cumplan una función de apoyo hacia las personas que lo necesiten, y lo más importante, ayudarle a buscar ayuda profesional o acceso a los recursos necesarios.

Se piensa que las personas que se suicidan son diferentes, que es algo que no podría pasarle a alguien cercano. Sin embargo, esto también es completamente falso. El suicidio es un fenómeno complejo, multicausal y multidimensional en el que la interacción de problemas que parecen circunstanciales puede llegar a desembocar en una situación fatal, independientemente del problema que lo detone, que en cada caso puede ser diferente. Los académicos explican por qué aparece la conducta suicida de esta manera:  imaginemos que nos encontramos ante un puzle formado por muchas piezas, unas más grandes y otras más pequeñas. Estas piezas serían los factores de riesgo que, unidos, explicarían en su conjunto la aparición de la conducta suicida. Estas piezas son muy diferentes y dependen de las vivencias y el contexto biográfico de cada persona, por lo que la valoración individualizada es esencial para entender qué es lo que está pasando.

LA DESIGUALDAD DE GÉNERO Y EL SUICIDIO

Las mujeres, sumergidas en la desigualdad y en el sistema patriarcal, se encuentran también como grandes víctimas de esta problemática. De media, dedican más tiempo a las tareas de cuidados y del hogar. Este hecho supone una carga extra que puede provocar agotamiento.

Las violencias machistas, la discriminación y la precariedad económica y laboral que sufren las mujeres, proveniente del sistema heteropatriarcal, racista, capacitista, elitista y capitalista, son causas que provocan la indefensión, la dependencia y la baja autoestima. Las mujeres, además, sufren más estigma por el hecho de ser mujeres y sufrir algún trastorno de salud mental. Según la Federación Salud Mental Catalunya, el 75% de las mujeres con problemas de salud mental han sufrido violencia machista y el 40% han sufrido violencia sexual.

Las políticas de salud y la atención sanitaria siguen basadas en una mirada masculina. Esto influye directamente de forma negativa en la calidad de vida de las mujeres, ya que estamos afectadas por las condiciones materiales y sociales a las que nos exponemos. La sociedad excluye a la mujer, impidiéndole en muchos casos avanzar, alcanzar altos rangos, cotizar lo mismo que su pareja o ser aceptada. Además, le obliga a dejar su vida por cuidar de los demás, alcanzar unos cánones de belleza y de comportamiento concretos o buscar aprobación masculina. Todo esto hace que esté sometida al yugo de esta sociedad que la oprime día tras día y tenga la necesidad de buscar salidas desesperadas. Los estudios demuestran que las mujeres consumen más psicofármacos y antidepresivos que los hombres, pero una vez más se mira hacia otro lado.

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