Cuando era una niña pequeña, solía soñar que era una princesa, que un príncipe apuesto y encantador me rescataba de la torre en la que me tenían cautiva, que mi vida se convertiría en un maravilloso cuento de hadas. Sin embargo, con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que la vida no es ni mucho menos lo que soñamos cuando somos niños. Mi princesa favorita siempre fue Bella, de la Bella y la Bestia, supongo que, porque me sentía identificada con ella, por eso de que leía a todas horas, era sencilla y todo el mundo la consideraba una especie de ser sobrenatural que había nacido en Saturno, simplemente por ser una mujer adelantada a su época. Pero estoy segura de que yo no era la única enamorada de los idilios de las princesas Disney.
También me declaro culpable de haber visto una y otra vez todas estas películas cuando he sido un poco más mayor, porque, supongo que algunos de nosotros todavía tenemos un niño oculto en nuestro interior al que hemos de alimentar con dulzura y amor. Disney siempre nos ha regalado momentos, momentos preciosos, junto a nuestra familia y amigos, junto a personas especiales y llenas de vida.
Sin embargo, no podemos dejarnos engañar por la apariencia que esconde la verdadera historia de estas películas, ya que la inmensa mayoría ocultan historias que degradan socialmente a la mujer. Blancanieves, por ejemplo, es la historia de una joven que sufre la ira de su madrastra por ser más hermosa que ella, esto ya es un hecho que expresa la importancia del aspecto físico en las mujeres, lo cual podría crear complejos en los niños más pequeños que visionan esta película y la hacen suya, que creen fielmente todo lo que en ella se dice. Además, también es la encargada de las tareas del hogar cuando llega a la casa de los siete enanitos; mientras ellos se van a la mina a trabajar, es ella la que se encarga de limpiar y preparar la comida. El final también es un tanto polémico y ha sido muy criticado en los últimos años, ya que un príncipe desconocido besa a Blancanieves para deshacer el hechizo causado por su malvada madrastra y como por arte de magia, quedan locamente enamorados, al tratarse de un beso de amor verdadero. Pero, piensen un segundo en el efecto que esto podría tener en un niño o una niña que con una corta edad ven una película que expresa claramente la diferencia social entre los hombres y las mujeres. Este tipo de películas, a pesar de lo divertidas o bonitas que pueden llegar a ser, también tienen un trasfondo negativo que se ve representado en el futuro comportamiento de los niños. A pesar de todo esto, Blancanieves es una de las películas más representativas de Disney, ya que se estrenó en 1937, convirtiéndose así en la primera princesa Disney de la historia.
Y es así como de los errores se aprende, ya que las princesas han ido evolucionando a lo largo de la historia de una forma claramente positiva, un claro ejemplo de ello podría ser la princesa Mérida, protagonista de la película de Disney Pixar, Brave. Esta película se estrenó en el año 2012 y supuso un punto y aparte en la historia de las princesas. Mérida era una joven nacida en la época de la Escocia medieval cuya pasión era el tiro con arco, su madre desaprobaba por completo esta actividad, puesto que repetía constantemente que el comportamiento de la chica no era el adecuado para una princesa; sin embargo, esta desafía constantemente a su madre reivindicando sus derechos como mujer. Es por ello que esta historia de empoderamiento femenino mezclado con el amor entre una madre y una hija ha revolucionado por completo la trayectoria de las princesas.
Disney nos ha enseñado cosas preciosas, siempre aprendemos algo nuevo en todas y cada una de las películas. ¿Quién iba a decir que incluso las personas adultas llorarían por lo que, a simple vista, es una película de niños pequeños? La vida nos sorprende cuando menos lo esperamos, y las emociones surgen cuando menos queremos que lo hagan.
Sin embargo, la figura de la princesa cautiva no solo la encontramos en Disney, sino que también podemos verla en poemas clásicos de la literatura española e hispanoamericana. “Sonatina” es un poema del escritor nicaragüense Rubén Darío que expresa la frustración de una pequeña princesa que, hastiada de vivir rodeada de lujos y de personas que la vigilan constantemente, expresa su desazón de la forma más pura. Es un poema que puede llegar a parecer sencillo y dulce, pero que, leyéndolo con cierta atención, puede evocar sentimientos muy dolorosos. Las princesas pueden parecer los seres más dichosos del planeta, pero en el fondo, no son más que animales encerrados en una vidriera a la vista de todo el mundo.
Tanto los niños como las niñas que nacen dentro de las familias reales son objeto de manipulación de un gobierno que los sitúa en el centro de su mundo, que los obliga a gobernar muchas veces en contra de su propia voluntad. Los hijos primogénitos de los reyes de un país no tienen elección en la mayoría de los casos y deben acatar el mando de su pueblo pese a tener sueños y aspiraciones mucho más allá de sus responsabilidades.
El problema que se encuentran las princesas Disney en su paso por la fantasía infantil es real y es palpable en los casos más vivos de nuestra realidad, pese a que los niños e incluso los adultos lo perciban como eso, como una simple fantasía. No querríamos ver a nuestras hermanas, a nuestras madres, a nuestras hijas o a nuestras mujeres, en definitiva, expuestas a tales abusos, esos abusos tan aceptados en el mundo Disney. A pesar de los buenos momentos que nos puede llegar a otorgar, muchas de sus películas han expresado una realidad alternativa cuya representación real no podemos permitir. Nuestras niñas merecen ser niñas, vivir su infancia como una de las etapas más bonitas e intensas de sus vidas y tener la oportunidad de luchar por lo que consideran justo, no dejarse avasallar por un grupo de humanos que se considera superior por ser tan solo biológicamente más fuerte.
Disney es uno de los incontables motivos que me ha hecho escribir este artículo, pero, por supuesto, no es el único que me insta a vivir por y para luchar por la suerte de las mujeres que viven en este mundo y que hacen de este planeta un lugar infinitamente mejor. Gracias a Disney, me he dado cuenta de que puede haber malas intenciones en las palabras más hermosas que se hayan pronunciado, pero también de que puede haber belleza en el horror más absoluto. Disney es mi niñez y estoy feliz de que esté evolucionando hacia una nueva realidad en la que los niños y las niñas puedan ser más reales, más felices.
Muchas gracias a todas las personas que se toman el tiempo en leer mis escritos. Espero que lo disfruten y también que les ayude a reflexionar sobre el mundo que queremos aspirar a tener. Un saludo, ¡nos vemos en el próximo escrito!