No quiero ser amada por misóginos
En nuestra sociedad hay cientos de quistes que llevan años olvidados, como si no perjudicaran y no tuvieran importancia. Racismo, homofobia, la recientemente conocida como aporofobia, y un sinfín de lacras contaminan nuestro mundo. No obstante, hay una en concreto que no entiende de racionalidad, cuya lucha no hace sino avivar el fuego del odio en aquellos que someten. Hablamos del papel de la mujer en la sociedad, un aspecto que lleva siendo patente siglos y que muchos parecen no querer abandonar.
No exageramos si decimos que la mujer es vista como sexo, y que todo el problema gira en torno a este término. Mientras el hombre, un ser respetable y poderoso (nótese el sarcasmo), se auto posiciona en un rango superior a la mujer, esta es reducida a la categoría de objeto, eso que en literatura se denomina cosificación. Cuantísimas tramas ilegales de prostitución femeninas existen en el mundo, 
contra las que se ejerce una mínima presión para erradicarlas. La mujer es situada en un plano horizontal, del cual no puede sobresalir lo más mínimo. Desde la óptica de los hombres la mujer es una máquina hecha para mantener relaciones sexuales, generar deseo y tener hijos. Incluso en estos argumentos mantienen posturas extremadamente hipócritas, pues esta tradición masculina se mueve en una constante contradicción entre exigir a las mujeres que tapen su cuerpo, que se avergüencen de su sexo, y que lo exhiban, ya que es su principal fuente de placer. El mundo de la mujer, por desgracia, está lleno de estereotipos.
“No quiero ser amada por misóginos”, se escuchaba de boca de una joven en el reportaje que Agnes Varda hizo para “F come femme”. Es curioso cómo esta sentencia nos muestra a la perfección la diferencia entre el mundo de los hombres y el de las mujeres. Los hombres son capaces de fingir que aman aquello que odian. Nos lleva esto a una pregunta escuchada en el mismo reportaje: “¿Cómo ser mujer más allá de la opinión masculina?”. El problema es que este asunto se basa en un conflicto ideológico. La sociedad tiene asumida la definición de mujer desde el punto de vista de los hombres. Es por esto que, incluso para algunas mujeres, es complicado definirse. La mujer es mucho más que un mero objeto. Es una cabeza pensante, que sabe diferenciar sexualidad y “sex-shop”, a diferencia de la gran mayoría de hombres. La mujer es un ser libre con capacidad de elegir entre diversas opciones. La mujer no está hecha para tener hijos. Hay algunas que deciden hacerlo y otras que no. Las mujeres no conforman un grupo homogéneo y horizontal. Las mujeres representan, en contraposición con lo que se ha pensado durante toda la historia de este mundo, la propia diversidad, ante el conjunto de hombres que al defender ciertas opiniones se califica como una masa, homogénea. Las mujeres se hacen cargo de su evolución, la cual crece cada vez más, luchando por reinventar la mujer.