Y tú, ¿cómo vives la Navidad? Esta pregunta me la hizo hace poco una amiga. Mi Navidad fue cambiando a lo largo de los años. De pequeña, al igual que mucho de vosotros actualmente, celebraba los días importantes en familia. Recuerdo la casa de mi abuela llena y dos mesas: una para los mayores y otra para los pequeños. Pero cuando suceden pérdidas familiares, todo cambia. Nada vuelve a ser igual.
Ese fue mi caso, desde los 9 añitos. ¿Por qué para casi todo el mundo la Navidad es tiempo de alegría y diversión y para mí no? He llorado y mucho. A todo esto, le sumaba mi continúa inquietud hacia los más desfavorecidos que se acentuaba llegando estas fechas. Sentía cúmulo de emociones. Rabia, tristeza, angustia. ¿Por qué la mayoría de las mesas están llenas de comidas y otros niños no tienen nada para llevarse a la boca?, ¿Por qué teníamos una cama para dormir y otros estaban en la calle con todo el frío que hacía?
En mi casa, actualmente, son días como otro cualquiera. Me da igual la cena. No necesito nada de especial. Tampoco quiero una mesa llena de cosas. Sólo pido que cada año, sea la comida hecha por mi mamá. Para mí, eso es felicidad. Mi mejor menú es: papá y mamá en su silla y mi hermano en su sofá. Ah! Y mi perro en su camita al lado de la chimenea. No hay comida que me siente mejor que esa. Los Reyes Magos, en mi casa suelen dejar siempre pequeños detallitos. No queremos grandes regalos. La vida está muy cara y nunca sabemos para qué vamos a necesitar ese dinero. A día de hoy, he aprendido a valorar lo realmente importante en estas fechas. Ni la comida, ni los regalos más caros del mundo, pueden proporcionarme la felicidad que supone el estar con los míos. Aprovechad y disfrutad cada momento con los vuestros. La navidad tiene magia. Esa magia que tan sólo tú puedes descubrir. Yo, ya descubrí la mía.