Se me hace realmente raro escribirte, por la sencilla razón de que soy tú con catorce años. Espero que cuando leas esta carta estés feliz con la vida que lleves, ya sea publicando nuestro primer libro, recogiendo nuestra habitación para marcharnos a la universidad, haciendo las maletas para irnos de viaje por el mundo, preparándonos para nuestra graduación o incluso arreglándonos para nuestra primera cita. Me encantaría que siguiéramos siendo tal y como somos ahora en un futuro, porque creo que aunque hay que mejorar muchas cosas, somos felices con nosotras mismas, con nuestra torpeza, nuestra moderada inteligencia, nuestro clasicismo a la hora de vestir, nuestra sinceridad, nuestra timidez, nuestro gran sentido del ridículo, nuestro poco sentido del humor, sencillamente nuestra propia personalidad.
Como ya he dicho, hay demasiadas cosas que mejorar pero espero que con el tiempo y cuando estés leyendo esto, algunos de esos defectos, hayan desaparecido o estés intentando que lo hagan, no somos perfectas ni mucho menos y eso mismo nos hace equivocarnos.
Cuando leas esta carta, no quiero que te entristezcas por todo lo que hayamos pasado, quiero que sonrías y demuestres que eres fuerte, así como yo me empeño en demostrarlo cada día aunque no sea cierto. A día de hoy, no estamos pasando por una época especialmente fácil, porque la adolescencia es complicada, estamos pasando por esa época en la que eres la chica invisible de tu curso; esa época en la que todo el mundo dice cosas malas de ti, para luego pedirte los deberes; esa época en que si lees en clase y sacas notas excelentes eres una empollona; esa época en la que ser inteligente implica caer al pozo de la impopularidad. Aun así soy feliz, feliz porque tengo a todas esas personas a mi alrededor que tan importantes son para mí, mi familia, mis amigas, mis amigos, toda esa gente que me apoya en los momentos difíciles y que me acompaña en todos los buenos momentos.
No sé a qué edad encontraremos esta carta, pero espero que sea la edad que sea, hayamos dado nuestro primer beso, es un poco patético que con catorce años aún no lo hayas dado, pero es que entre nuestras cualidades no destaca la de llamar la atención de los chicos. Nuestra extrema timidez y nuestra gran capacidad de autodefensa nos hacen más daño del que creemos.
A día de hoy, nuestra mayor inquietud es la de llegar a ser una gran escritora en un futuro, queremos emocionar y hacer sentir a las personas todo lo que nosotras sentimos al escribir. Queremos viajar, conocer nuevas tierras, nuevas personas, nuevos idiomas, nuevas formas de vida. Queremos estudiar Filología Hispánica para poder ganarnos la vida como profesoras de Literatura. Hay tantas y tantas cosas que queremos ser, que es muy complicado.
Estamos sacando media de notable alto o incluso sobresaliente en casi todas las asignaturas, y además hemos conseguido perder el miedo a ese profesor de Matemáticas al que tanto teme todo el mundo, estoy muy orgullosa de haberlo hecho.
Seguimos escribiendo, Esther, seguimos haciéndolo. Seguimos intentando emocionar a todas las personas que leen nuestros escritos… Nuestros profesores de Lengua nos demuestran su apoyo día tras día, y eso es una de las cosas que más agradezco en nuestra vida. Solo espero que cuando leas esta carta no hayamos dejado que nadie se interpusiera en nuestro camino para conseguir nuestros sueños; que sigamos escribiendo tal y como lo hacemos ahora; que sigamos leyendo un libro por tarde como hacemos cuando tenemos tiempo libre; que sigamos siendo feministas, pero no feminazis como dicen los chicos de clase; que sigamos apoyando a nuestros amigos y familia por encima de todo y de todos; sencillamente que sigamos siendo la Esther inocente y sincera que somos ahora.
Hemos conseguido también una oportunidad para escribir en un periódico digital de cierta importancia a nivel de Extremadura; quizás no es algo tan importante a simple vista, pero para nosotras, que hemos pasado de escribir poemas de amor en la sombra a escribir reflexiones en este periódico, es algo muy importante, quién sabe, si dentro de unos meses, un editor se pase por el periódico a leer las noticias y nos descubra. Es muy improbable y algo ridículo, pero, ¿quién sabe? Todo puede ocurrir.
Quizás cuando leas esto alguien se haya fijado en nuestra estupidez, en nuestro carácter borde, en nuestra cara llena de acné juvenil, que espero que se nos haya pasado, en nuestra extrema timidez y sinceridad, en nuestra moderada inteligencia, en nuestra pasión por escribir y ayudar a los demás, en nuestro romanticismo… bueno, en todo eso en general, cosas que a lo mejor para algunos no tienen ningún tipo de importancia, y que para nosotras son la clave para definir nuestra personalidad. Quizás no sea aquel chico popular y malote que todas adoramos en secreto, pero puede que sí sea el chico cariñoso, atento y caballeroso que siempre hemos deseado.
Te deseo suerte Esther, pues la vida que nos espera, no tiene pinta de ser fácil, las etiquetas con las que te marcan en un punto determinado de tu vida permanecen contigo por siempre. Al fin y al cabo, siempre vamos a ser nosotras, nos miren de una forma determinada o de otra; no te dejes influenciar por gente que no vale la pena. No hagas caso a los comentarios hirientes de personas que no importan lo más mínimo, pues hay gente aún que disfruta viendo caer a los demás.
Una última cosa que quiero decirte es que, como nuestros padres nos dijeron una vez, no importa a dónde llegas si eres feliz dónde estás. Sé feliz, hayas o no estudiado la carrera que has querido, hayas o no encontrado al hombre de tu vida, hayas o no hecho lo que hubieras querido hacer, sé feliz Esther, porque una vez nos prometimos que lo haríamos.
Nos vemos pronto.
Atentamente