Durante los nueve meses de espera me hice con ‘La Biblia del Embarazo’, el clásico libro gordote con consejos e imágenes para ir siguiendo todo el proceso. Para mí se convirtió en un entretenimiento como otro cualquiera ver las fases por las que íbamos atravesando el chiquitajo y yo. Nada distinto a la información que me iba dando la matrona, que para mí fue un verdadero faro en esos días. Lo importante en estos casos es no obsesionarse demasiado y tener mucho cuidado por navegar por Internet en páginas especializadas. Hay demasiada basura camuflada de información. También podemos llegar a imaginar dolencias que no padecemos.
Nacido el niño compré otra Biblia, en este caso la ‘Del cuidado de tu hijo’. Le hice mucho menos caso porque el tiempo para lujos como la lectura se evaporó cuando llegó Pablo. Es curioso y divertido, suelo mirar los capítulos en los que se describe, por meses, la evolución y el desarrollo de los bebés. Es británico, así que tiene un toque cuanto menos exótico en el tema de los menús.
El Diccionario de los Sueños Infantiles (Editorial Tikal), Todo un mundo de sensaciones (Elisabeth Fodor, Mari Carmen García-Castellón, Montserrat Morán, editorial Pirámide) o El poder de las caricias, crecer sin lágrimas (Adolfo Gómez Papí, editorial Espasa) llegaron en forma de regalos de varios amigos. A saltos, picoteando, he descubierto cosas interesantes en ellos. Gracias. El primero aún está por explorar, porque es para cuando los niños pueden contarte lo que han soñado. El segundo ofrece actividades para estimular a los bebés en sus primeros 6 meses de vida. Insiste mucho en la alegría y el amor que debemos transmitir a los niños. La inteligencia y el cariño van de la mano. El título del tercero lo dice todo: Caricias y más Caricias. Lo encuentro radical en algunos aspectos.
También están en mi peque-biblioteca los que acualmente se considera que son los dos manuales opuestos en el mundo de la crianza. Son Duérmete Niño (Dr. Estivill y Sylvia de Béjar, editorial De Bolsillo) y Bésame Mucho (Carlos González editorial Temas de Hoy). El primero, tan famoso como polémico, ofrece un método para dormir a los niños basado en la disciplina y el orden. Se trata de que el pequeño “aprenda” a dormir solo sin cogerle cuando llora, acudiendo de vez en cuando para calmarle pero sin sacarle de la cuna. Ríos de tinta se han vertido sobre este controvertido sistema.
El segundo, que critica abiertamente el método Estivill, está basado en la crianza natural y propone métodos como el colecho y el respeto al ritmo de los niños. Yo no he sido capaz de leer entero ninguno de los dos, pero sí amigas mías que se han sumado a uno u otro sistema.
En lo particular diré que no he sabido dejar llorar al niño en la cuna y que tampoco he pretendido que desde el minuto 0 de su existencia me dejara dormir tranquila toda la noche. Poco a poco va teniendo un sueño más regular. Hay cosas que por más que nos empeñemos, nunca podremos encontrar en los libros.
Por cierto, última hora. Mi amiga Elisabet me informa de la existencia de un libro con un gráfico título, ‘Duérmete ya, joder’. Es un cómic de adultos sobre la frustración de un padre ante el interminable ritual de hacer que su hija se duerma…por lo visto lo están traduciendo a todas las lenguas habidas y por haber. Habrá que verlo.