Más que con un pan debajo del brazo los niños llegan a casa con más baúles que la Piquer. Toneladas y toneladas de cacharros que almacenamos estoicamente. Algunos son esenciales, otros muy útiles, unos cuantos prescindibles y otros totalmente inútiles. Solemos pagar la novatada y, las primerizas, nos hacemos con cien mil cosas, muchas de ellas regalos que nos sorprenden pero a los que después no damos mucho uso.
Todo empieza a la hora de elegir cuna. Una cuna te puede durar perfectamente unos dos años. Las hay de todos los precios, colores y formas. También hay cucos y mini-cunas. Te las venden argumentando que el pequeño tamaño del niño hace más recomendable tenerle en un sitio más recogido, pero en realidad se utiliza 6 meses como mucho y luego se quita. La cuna grande puede servir también para los primeros meses, y hay una especie de rodillos de espuma para evitar la sensación de vacío que tan poco gusta a los bebés.
En los últimos años ha surgido un objeto con mucho éxito. Se trata de una hamaca para niños, un lugar para que estén recostados. También se las conoce por gandulas. No la tengo, pero mis conocidos hablan muy bien de ella. El balanceo encanta a los pequeños. “Es el mejor invento para los niños”, dice un emocionado papá, súper fan de su gandula.
Otra de las cosas habituales del “ajuar” infantil es el humidificador. Yo lo tengo, fue un regalo “a la carta” y tiene su utilidad para evitar la sequedad del ambiente. Hay quien te recomienda poner cuenquitos de agua en la habitación…remedio de la abuela, no sé, no sé.
A partir de los 6 meses, cuando el niño empieza a ingerir otros alimentos más allá de la leche nos salen un montón de artículos a nuestro paso. Comprar cosas para nuestros babys es un deporte tan divertido que a veces no pensamos, pero conviene pararse a analizar lo que nos llevamos para casa. Yo no lo tengo, pero amigas mías mamás cuentan maravillas del Baby Cook, un robot de cocina para elaborar los purés de los chiquitajos. Todo se prepara al vapor, hay que pelar las verduras pero no se manchan tantos cacharros como cociéndolos al modo tradicional, y el alimento pierde menos propiedades.
Lo que veo prescindible son los set de platitos de melamina (un material parecido al plástico) que venden en todas las tiendas de pediatría. En primer lugar porque se rompen con facilidad. En segundo, porque cualquier cuenco que tengamos en casa puede hacernos el servicio. Otro invento en el que, literalmente, tiré el dinero fue una redecilla antiahogo para darle la fruta al niño. Se introduce en ella la fruta y el niño muerde sin peligro de que se desprenda ningún trozo grande. En la teoría es perfecto, en la práctica me parece un método sucio. La fruta se queda en la red y casi no llega a la boca del niño.
En cuanto a los juguetes, seguro que habéis comprobado que todos compramos y regalamos cosas para más edad de la que tienen los niños. No pasa nada, es cuestión de esperar. Al año y medio están jugando con todas las cosas programadas para 3 meses. La hermana de una amiga tiene un método muy bueno. Ir guardando y sacando los juguetes para que sus hijas no se aburran de ellos.
La ropa es un mundo aparte que merece un capítulo. Sólo apuntaré una reflexión: ¿para que comprar zapatitos cuando los niños todavía no pueden andar? Son muy monos y completan su atuendo, pero el 90% de las veces terminan en el suelo. ¿A que habéis visto un montón de niños por la calle con un solo zapato? ¿Y zapatos perdidos? A mogollón.
Hay un montón de ejemplos más de cosas, cosas y más cosas que compramos y no usamos. Y también cosas que compramos y les sacamos un partido increíble, las amortizamos bien. Calienta biberones, mochilas, sillas de paseo, termómetros de chupete, porta paillas térmico, tronas…un universo infinito. Pero como cada niño es un mundo y cada mamá y papá también, la cosa es probar y elegir con cabeza y sin apresurarnos. En realidad, lo que más necesitan los niños es nuestro amor y tiempo.