No es un espejismo, Cáceres empieza a ofrecer su clásica estampa veraniega de amenaza nuclear. Hay poca vida inteligente en sus calles. Hace calor. Sánchez Cortes, mi proveedor de vicios, no abre hasta las seis de la tarde, por lo cual subo al curro sin agua fría ni chuches. Un desastre. Sin embargo, esta semana […]