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Cristina Núñez Nebreda

Juegos de niños

¿Por qué somos padres?

Familia numerosa en los años 60 en Badajoz

Los hijos llegan para revolucionar nuestras vidas

Debería haber empezado por aquí. Seis meses después del arranque de este blog me surgió esta pregunta, que, como ya digo, es la “madre del cordero”. ¿Por qué somos padres? ¿Por qué revolucionamos nuestra vida con la llegada de un ser que nos pone de cabeza? ¿Por qué dejamos de dormir bien, gastamos dinero, sacrificamos nuestras aficiones? Debe haber, y de hecho creo que lo hay, algo misterioso en esta decisión. Raíces profundas. Lo que está claro es que ahora, y afortunadamente, más que en ninguna otra época de la historia, la paternidad  se busca y se desea. Hay quien dice que eso crea niños sobreprotegidos, pero yo pienso que estamos ante una paternidad mucho más consciente que cuando los hijos “los envíaba Dios” y las mujeres reventaban con más niños de los que podían mantener.

Me encanta preguntar a mis “padres confidentes”. Yo tengo una visión sobre las cosas, pero ellos aportan ideas nuevas, pareceres o puntos de vista frescos. Lo explican todo con tanta sinceridad y tanta verdad que me lo paso pipa leyendo sus respuestas. Incluso me emociono. Lancé así, a bocajarro, esta pregunta a padres con distintas experiencias y situaciones. Los hay de uno/a, de dos y de tres. Y también una amiga que en poco más de un mes se estrenará como mamá. Ella me cuenta que “lo he deseado siempre, he soñado con ello desde hace muchísimo tiempo y porque creo que es imposible que haya algo más puro, más desinteresado y más bello que la maternidad”. Observa que sus amigas mamás están más felices que nunca. A pesar de dormir peor y de tener una vida mucho más complicada. “Están más vivas”, resume.

Esa idea de la felicidad a pesar de los esfuerzos está muy presente en algunas de las respuestas que he obtenido. Una madre de dos hijas lo describe muy bien. “Reconozcámoslo: los hijos complican la vida, pero le dan un punto de vista diferente e inigualable”. Yo diría que el aburrimiento se acaba, y todo el tiempo está ocupado. Además, cuidar a un hijo es un trabajo creativo y constructivo. Ves que todos tus esfuerzos son fértiles.

¿Existe el instinto maternal? Hay de todo. Personas que lo han tenido desde siempre y otras a las que se les despierta. “Nosotros estuvimos cinco años casados sin tener hijos. Yo iba por la calle y, entre un perro y un niño, miraba siempre a los perros. Pero de pronto empezó a rondarme la idea, no sé el motivo, de que quería tener un hijo con mi pareja, compartir algo más que una hipoteca y crear algo nuestro, de los dos”, me dice la mamá de dos niñas.

Otra mamá “encuestada” vivió sensaciones parecidas. “Yo no tenía muy despierto el instinto maternal, ahora que tengo a mi hija no sé que haría sin ella. Decidimos tener hijos para disfrutar de nuestros pequeños, ver cómo crecen, cómo aprenden, cómo te quieren y te lo demuestran”, explica. Otro caso más en esta línea: “yo nunca lo habia considerado una prioridad en un proyecto vital que en aquella epoca no tenia muy claro, tampoco lo descartaba, pero llegó un momento en que la vida se me hizo insignificante y el cuerpo me pedía ser madre a gritos“. Y lo fué. De tres hijos.

A una de mis amigas el instinto maternal le atrapó por el cuello de una manera brutal y arrebatadora. Me encanta su manera de ver la vida, porque tiene un toque de ironía que lo hace todo mucho más llevadero. “El principal motivo ha sido el instinto de repente se apodera de mí y no hay manera de deshacerse de él. Osea soy un simple animalito. Yo también tendría otros tres pero solo si se quedaran en el año y medio”, me explica.

Otro testimonio de una madre por vocación: “Yo creo que nací queriendo ser madre. Me recuerdo siempre cogiendo a los hijos de los amigos de mis padres, a mis primos… a cualquier bebé a diez metros a la redonda. No hay olor, tacto o sonido comparable al de un bebé Desde que me casara queria quedarme embarazada y tener uno mío”.

Hasta aquí  solamente he incluido las opiniones de “women”. Se cree que somos las mujeres las que tiramos de nuestros hombres para formar una familia. Que nuestra vocación por procrear es orgánica, muy fuerte. Es cierto que nuestro periodo fértil es más breve, pero hay casos y casos. Hombres que retrasan el momento en pos de unos años de tranquilidad o de disfrute de la pareja, otros que se consideran jóvenes para ser padres aunque tengan 40 años…y también algunos  que lo desean más que sus mujeres. Uno de ellos acaba de explicarme muy serio que “también existe el reloj biológico masculino“. En su caso, se dio cuenta de que era necesario ir quemando etapas, adentrarse en la madurez, y, de paso, dejar los bares.

Aquí, otro padre de dos guapos chavales. El lo fue  “por ateo, por inconsciente y por romanticismo. Me explico. Por ateo, porque quien no cree en dioses ni vidas eternas, un hijo es la mejor forma de vivir en otros y rejuvenecer. Por inconsciente, porque no tenía ni idea de lo que realmente representa. Y por romanticismo, ¿alguien conoce un acto de amor más puro que ese? Yo no, y además no tengo remedio”.

Para terminar, yo solo puedo decir que desde que soy madre estoy mucho más feliz. El orden de valores cambia para bien. Dicen los que me rodean que tengo “menos mala leche”, y, desde luego, llevo mejor vida (no voy de farra, pero me divierto más). Es una opción, y la de no tener hijos me parece muy respetable también. Aunque, ante la duda, recomendaría no perdérsela.

 

 

 

 

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