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Cristina Núñez Nebreda

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La alimentación es la base de un buen crecimiento

Una de las preocupaciones máximas del día a día con los niños es verles crecer. Es la muestra de que todo va bien, de que él está sano y de que nosotros lo estamos haciendo correctamente. El peso puede llegar a convertirse en una verdadera obsesión, sobre todo en el caso de niños a los que cuesta cogerlo. Unos familiares nos pasaron una báscula de hace treinta años (una chulada vintage de decoración) y nos relataron el agobio con uno de sus hijos, al que le costaba engordar. Eso motivó que la madre no parara de subirlo a la báscula una vez tras otras y a obsesionarse por un simple miligramo de más o de menos. Ahora es un hombretón hecho y derecho, así que no hay nada que temer.

Y aquí aparece la palabra mágica: percentil. Son unos índices cuyos límites comprenden el dato porcentual de la población de esa edad. Es una tabla de mínimos o máximos en la que se puede  ir midiendo cómo está nuestro hijo de grande. Por ejemplo, si un niño está en el percentil 75 de estatura, eso significa que tiende a ser alto, ya que de 100 niños, él estará de la media para arriba. Lo mismo con el peso. También se les mide el perímetro craneal, ya que un tamaño pequeño puede indicar alguna discapacidad. Las tablas de la OMS indican que a nivel regional y mundial la media de crecimiento de la población es notablemente similar. “Por ejemplo, los niños de la India, Noruega y  Brasil registran patrones de crecimiento similares si se les proporcionan las condiciones para un crecimiento sano en la primera infancia“, leo en el blog Lactancia Materna.

Yo, que nunca había oído hablar de percentiles, desde que soy madre me doy cuenta de lo alegremente que se utiliza el término entre los padres, habitualmente para remarcar lo grande y alto que está el niño. Nos encanta estar “por encima de la media”, cuando habitualmente todos estamos dentro de ella en casi todo, no solo en nuestras dimensiones físicas. Pero con los niños hay siempre cierta obsesión por competir y por comparar. Lo odio.

Hemos tenido dos pediatras, una de ellas, que se acaba de jubilar, nunca nos daba la cifra exacta del percentil de nuestro hijo. Yo tampoco lo preguntaba, porque si hubiera alguna anomalía hubiera tomado medidas. Pero un “está bien”  basta para saber que el niño crece a su ritmo física e intelecutalmente. Un ritmo, que, por cierto, es enloquecido en los primeros meses de la vida, donde se engorda mucho y en poco tiempo y que aminora a medida que el niño va cumpliendo años.  “El primer año de vida se triplica el peso al nacimiento y la longitud puede aumentar hasta unos25 cm”, especifica la página dela ClínicaUniversidad de Navarra.

China

Según la OMS los niños de distintas áreas geográficas pueden llegar a los mismos niveles de crecimiento si se les proporciona una buena alimentación

En Internet, donde está todo y dónde siempre hay que acercarse con cautela en cuestiones médicas o de salud, hay un montón de tablas en donde curiosear acerca del peso y la talla de nuestros hijos. Un día por la calle una señora me preguntó por la edad de mi hijo, que todavía no había cumplido los dos años: “mídele cuando los cumpla y multiplica por dos, eso será lo que mida de adulto”. No sé si es muy científico el método, ya que la altura depende de un montón de factores, desde los genéticos a los alimenticios. También hay cuestiones emocionales o relacionadas con el ritmo de sueño que pueden influir. Parece cierto eso de que dormir bien alimenta.  Es difícil predecir la altura con exactitud, sin tener en cuenta condicionantes que pueden surgir hasta llegar al final de la etapa de crecimiento. Por cierto, se puede vivir sin ser alto, aunque parecer ser lo que todos los padres quieren para sus hijos. Mis 160 centímetros escasos han gozado de la vida y piensan seguir haciéndolo.

El desarrollo de nuestro país ha hecho que en el último siglo la altura media haya aumentado12 centímetros. Comemos mejor (del relato de terror de lo que comían los niños de la posguerra al festival de cosas que están hoy en la mesa de los pequeños hay un buen trecho), tenemos asistencia médica y el control de la natalidad ha hecho que la atención y los cuidados hacia los hijos se hayan multiplicado. Estamos mucho más lozanos.

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