Ayer una de mis mejores amigas me contó su impresionante plan para las vacaciones de este año: visitará Tallín, Finlandia y San Petesburgo. Para mí, que fui viajera irredenta durante una temporada, el concepto de vacaciones ha cambiado desde que tengo a mi hijo. Me encanta pensar que volveré a ver lugares lejanos y distintos, pero, de momento, me conformo con que todos estemos a gusto y pasarlo lo mejor posible, en paz y sin demasiado estrés (para variar, que ya hay demasiado en la vida cotidiana). Eso no significa de ninguna manera privarse del goce de conocer sitios nuevos (y cerca de donde estemos siempre hay paraísos inéditos), pero sí hay que tener en cuenta factores como la distancia y el entorno en el que te vas a encontrar. En fin, que subir el Himalaya parece poco apto para pequeñuelos, sí, pero ¡hay tantas cosas para hacer!
Es importante planear bien la ruta y tener en cuenta los horarios. Si los niños son pequeñitos hay que tener muy bien atadas las horas de la comida. Durante estos meses he comprobado lo amables que suelen ser los camareros de casi todos los sitios, incluidas las cafeterías de carretera. Te calientan el bote de puré o la comida que lleves sin problema. Algunos incluso te regalan chupa-chús para el niño, aunque tenga pocos meses y te lo termines comiendo tu.
Uno de los aspectos importantes es encontrar un alojamiento adecuado. El año pasado, con el niño con 8 meses, nos preocupábamos sobre todo por que nos pusieran la cuna en la habitación y con saber que dispondríamos de una cocina a nuestra disposición para calentar y preparar la comida. Para evitar sorpresas fuimos preguntando todos estos detalles antes de hacer la reserva. También nos preocupamos por asegurar que tendríamos un sitio cómodo para bañar al pequeñajo. Tuvimos bañera-bañera en uno de los alojamientos y una bañera portátil en otro.
Hay que intentar ir no demasiado cargados, aunque como hacer maletas nunca se me dio demasiado bien, solemos ir como verdaderos españolitos de los que retrata Forges. Nos falta la baca llena de trastos y la suegra.
A pesar de lo que pueda parecernos cuando estamos en casa preparando el viaje (que solemos ver muchos más inconvenientes de los que luego hay), lo cierto es que, por lo que yo he vivido, los niños suelen estar contentos donde sea, siempre con un plan apto para ellos. Por lo que me cuentan amigos y conocidos con hijos más mayores hay que buscar siempre actividades que les gusten y que les motiven, y ése es el reto. No puedes estar metido en un museo 5 horas pensando que un niño de 4 años va a admirar el arte igual que tú.
Con estos calores y a más de un mes de las vacaciones, hoy no puedo pensar en otra cosa. Los 40 grados que hacen donde vivo me hacen bajar a la realidad.