¿Qué hacer con una alcaldesa imputada a cinco meses de unas elecciones? Menudo dilema tiene el PSOE tras estallar el caso de Elia María Blanco en Plasencia. Si se le presenta a los comicios, cabe la posibilidad de que, tras la apertura de juicio oral, siga estando en la misma situación procesal y, en consecuencia, se tire por la borda toda la campaña electoral. Si, por el contrario, se le sustituye por otra persona, aún es peor; lo que se transmite a los ciudadanos es que el partido ya la ha condenado de antemano porque ve visos de delito y lo que quiere es arreglar el desaguisado lo antes posible. La mejor opción es la planteada por el propio Guillermo Fernández Vara: esperarse a que el juez acabe la instrucción y abra juicio oral o archive el caso. Si a partir de ese momento, la alcaldesa continúa imputada, se le aparta y punto; si se archiva, se le presenta a las elecciones y, de paso, se vende el escarnio público al que ha sido sometida, fundamentalmente por el PP que fue quien llevó los papeles al fiscal.
El problema ahora son los tiempos. El calendario para la elección de candidatos del PSOE es del 7 al 27 de enero y Elia María Blanco ha sido citada a declarar como imputada el día 14. Aunque la alcaldesa haya dicho que pretende que su señoría le adelante la cita, a priori se presupone difícil; por esa regla de tres todo el mundo acomodaría los plazos judiciales a su propia conveniencia. Vara ha señalado que los tiempos políticos no los marca la justicia, pero tampoco los plazos judiciales los debe marcar la política. Un político no debe tener menos derechos que el resto, pero tampoco más.
A estas alturas de la película, nadie va a poner la mano en el fuego por nadie. Desde que lo hizo Felipe González por Mariano Rubio y se quemó, nadie lo ha vuelto a hacer en este país. Sin embargo, Vara ha mostrado su «confianza personal en la alcaldesa mientras no se demuestre lo contrario», lo que de algún modo supone un apoyo expreso a su proceder y también un riesgo propio que decide asumir cara a su propia candidatura, en este caso a la Presidencia de la Junta.
No hay que olvidar que, por ahora, lo que existe es una instrucción judicial y una imputación para la alcaldesa y otras seis personas más, dos de ellas concejales socialistas. En la moral de uno está el dimitir o no en este momento. Tan respetable es una decisión como la otra. Hay quien ve que un caso así merece su marcha para no mancillar la imagen del partido y de la institución propiamente dicha, y quien considera lo contrario, que si se va supone una huida y la confirmación de una acusación que considera falsa.
Sin embargo, la sombra de sospecha ya se ha extendido sobre el Ayuntamiento placentino, pese a quien le pese. Aunque el presidente extremeño ande diciendo que la presunción de inocencia es un derecho en este país, y que no se debe hablar de corrupción, sino de presuntas irregularidades administrativas dado que, a su juicio, no ha habido enriquecimiento personal, el daño ya está hecho. La política es un campo de juego tan ruin que hace imposible otro proceder, de puertas para fuera se puede hablar de revalorizar el papel de los políticos, tan denostados por la sociedad según las encuestas del INE, pero de puertas para dentro los partidos están deseando que florezcan casos de corrupción que ayuden a derrocar al contrario.
Hoy por hoy el PP ya cuenta con ganar en Plasencia. Hasta ahora acariciaban la idea, desde esta semana están seguros, y en algún caso hasta exultantes. Después de dos legislaturas de disputas y separaciones en esta plaza, mira por dónde el nuevo candidato popular, Fernando Pizarrro, se ha topado con un caramelo tan amargo como efectivo. Nadie duda de que haya cumplido con su responsabilidad, pero el objetivo estaba claro y si no se tuerce, todo puede ocurrir en política, sobre todo cuando se vende la piel del oso antes de cazarlo, el bastón de la Alcaldía será suyo.
